MAY SAMRA PARA ENLACE JUDÍO

“Magnificencia y corazón” serían los dos epítetos utilizados para describir la espléndida fiesta que atestiguamos, la noche del 12 de mayo, en el salón Rosa Cababie del Centro Cultural Monte Sinaí, donde se invitó a la Comunidad Judía Mexicana a declarar su amor incondicional a nuestra patria, México.

Somos judíos mexicanos,¡sí señores! Y recordé a mi padre, un judío que Siria escupió, que vivió la guerra civil en Líbano, y quien encontrara la paz y un rincón propio en su jardín de Cuernavaca; no podía detener las lágrimas cuando escuchaba el himno nacional mexicano, porque sentía a diario, como en el primer día de su llegada, que su corazón “se había abierto a México”. Y es que México tiene la forma de metérsenos en la piel y hacernos suyo…

Un verdadero “tributo a México” se llevó a cabo esta noche: El Cardenal, el Café Tacuba, el Sanborn’s de los Azulejos y la Dulcería de Celaya abrieron sus puertas a los comensales: la magnificencia de la comida mexicana (kosher) desplegó sus sabores y sus aromas. La celebración, como se usa en los hogares de procedencia judía árabe que se respetan, empezaba con una comida al son del Mariachi y terminaba en una de las cinco cantinas que completaron la experiencia gastronómica.

Y la belleza que embelesó los ojos de nuestros antepasados, quienes se sentaban en los parques públicos a merendar un taco de aguacate y un huevo duro al llegar a estas tierras… En la Alameda de Shar Lesimjá, la fuente refrescaba el aire, el organillero desgranaba sus notas, el quiosco ofrecía botana en bolsas de papel, camotes, elotes y dulces detenían al paseante, pajaritos leían la buena suerte…

México, dulce y violento, México de mis amores, México de mis padres, mis hijos y mis nietos, te has vuelto mi hogar. Y no importa donde vaya por el mundo, cuando veo, desde las alturas, las luces de tu capital, esperándome como miles de señuelos, entiendo que he vuelto a casa.

Monte Sinaí sabe organizar fiestas ¡sí señores! La poesía invadió las grandes pantallas del salón, donde imágenes del pasado evocaron los difíciles inicios y el apego de una Comunidad a una Tierra bondadosa. Los bailes combinaron instrumentos e indumentaria mexicanos con canciones hebreas.

El emblema de Monte Sinaí se había vuelto dorado: en palabras de Simón Salame y de Lina Kabli, se declaró solemnemente centenaria nuestra Comunidad.

Los mexicanos somos un pueblo alegre que gusta del canto y del humor. Es por ello que, al desfilar Juan Gabriel, José José, Vicente Fernández, Marco Antonio Solis “El Buki”, los Tigres del Norte y hasta “Paquita”la del Barrio -entre otros-, representados a la perfección por el gran imitador Gilberto Gless, recordamos cómo suena, a pesar de las balas, el México feliz y jocoso.

Y para dejar muy patente la celebración de este centenario, millones de luces explotaron en el aire de la noche.

Bendito seas, México, lo decimos ante tu bandera y tu escudo. Benditos tu sonrisa, tu sol, tu son y tu sabor. Y bendita nuestra Comunidad, que supo, con amor, moldear un judaísmo “a la mexicana”.