LA RAZÓN.ES

La violencia marcaba ayer un mes del comienzo del alto el fuego en Siria, que no ha sido respetado ni por las fuerzas del presidente Bachar al Asad ni por los rebeldes. Los combates se recrudecieron ayer en la localidad de Rastan, al norte de Homs, que fue bombardeada por el Ejército oficial, según denunciaron los activistas. Miembros del Ejército Libre Sirio aseguraban haber abatido a al menos 23 soldados de Asad y haber herido a decenas en respuesta al bombardeo, que empezó de madrugada y en el que habrían muerto nueve personas, otras 60 fueron heridas.

Los rebeldes sostienen que controlan Rastan, uno de sus bastiones en los pasados meses, y por ello el régimen habría lanzado esta ofensiva, usando incluso aquellas armas que no puede ocultar a los observadores internacionales que se encuentran sobre el terreno para verificar el cumplimiento del alto el fuego que entró en vigor el 12 de abril.

Por su parte, Human Rights Watch denuncia que el régimen sirio sigue arrestando y reteniendo a activistas y manifestantes pacíficos, y pidió a la misión internacional que haga especial hincapié en la supervisión de los centros de detención, donde, según la ONG, se están violando los derechos humanos de forma sistemática, masiva y silenciosa desde el comienzo de la revolución, en marzo de 2011.

El plan de paz de Annan no ha detenido el sufrimiento de la población civil y, aunque para muchos es la única solución al conflicto, otros ya lo ponen en duda: «Está claro que no se ha aplicado el alto el fuego en su totalidad y que se siguen produciendo asesinatos, torturas y abusos en Siria», dijo el ministro de Exteriores británico, William Hague.

Combates

La violencia ya ha traspasado las fronteras sirias. En la ciudad libanesa de Trípoli, grupos pro y anti Asad, esto es, chiíes y suníes, se han enfrentado en los últimos días. La tensión aumenta en el país, cuyas divisiones sectarias están ligadas a las sirias.