En un teatro de Polonia, una mujer decide honrar la memoria de su abuelo judío representando los prisioneros de los campos de concentración con pequeñas figuras primitivas que expresan todo el horror de la matanza industrial de millones en un lugar cuyo nombre aún estremece: Auschwitz.

“Kamp” es una maqueta poblada de cientos de muñecos, los cuales son manipulados por la artista y grabados, siendo su “actuación” representada en tiempo real en pantalla. para hacerlo, Pauline Kalker, la escritora, es acompañada de dos actores y dos técnicos- y del silencio.

Es así cómo el espectador es testigo de la llegada del tren al campo, los trabajos forzados, los electrocutados en las vallas, los incinerados en los hornos.

Basta con ver la cara de los asistentes después de la función para entender que los diminutos muñecos, con sus miradas huecas y semblante perdido, han podido hablar por quienes se volvieron ceniza.