ENLACE JUDÍO

Cuando se habla de los sabras, se dice que son agresivos por fuera y dulces por dentro. Así es Israel. La belleza de la ciudad vieja de Jerusalem no es lo que nos inspira el deseo de sentarnos a la sombra de sus paredes, sino la energía que mana del interior de sus templos. En la base militar, que parece necesitar una mano de pintura, están los mejores aviones del mundo. Y sobre los hombros de unos niños, apenas salidos de la adolescencia, reposa la defensa del Pueblo Judío en su totalidad.

Por ello, para conocer el corazón de Israel, se requiere un recorrido privilegiado, en el que se puedan conocer sus realidades.

Un viaje de la mano de Keren Hayesod no es un viaje común. No cualquiera celebra Yom Haatzmaut en el Monte Herzl, en primera fila: nos maravillamos con una super producción y cantamos Hatikva a todo pulmón, en la nación misma que nuestra participación hizo posible.

Celebramos Yom Hazikarón en una secundaria, donde escuchamos los nombres de los egresados de la misma caídos en acción y nos paralizamos, igual que la población entera, en recuerdo de las víctimas de la guerra y del terror.

No cualquiera puede estar en el Kotel con su Rabino, ni recorrer las calles de Jerusalem con quienes se volvieron parte de nuestra familia: los compañeros de viaje de Monte Sinaí.

No cualquiera saluda de la mano a Shimón Peres, ni se sienta a debatir con le Miembro de la Knesset Shlomo Mula, quien nos explicó las complejidades de la política israelí. Ni cualquiera conoce el ex Rabino Principal Yona Metzger, y hasta a Obadia Yosef, dirigente del Partido Shas.

No cualquiera escucha un recital privado del cantante de origen sirio Gilad Segev, ni puede escuchar salmos de la boca de una pareja rusa-etiope, además de un espectáculo de música electrónica israelí y las Mañanitas ¡en hebreo!

No cualquiera tiene el privilegio de cenar en los mejores restaurantes- pero también en el refectorio de Hadassah Neurim, donde pudimos constatar “ las paredes descarapeladas del Estado”, la juventud desfavorecida que es atendida por el Estado- y el apoyo de la Diáspora.

No cualquiera tiene la oportunidad de apoyar al único Estado judío en el mundo. Monte Sinai con su compromiso inquebrantable con el Estado de Israel, dejó plasmada una vez más su huella en el Hospital Hillel Yaffe y la aldea Hadassah Neurim. Nuestros nombres se funden con el de Israel y el nombre de Monte Sinaí se escribe en letras de oro. Este viaje ha sido de los que se guardan en el corazón.