Artículo de septiembre de 2011

LIC. GUSTAVO GUERRA REYNOSO

 

La ciudad de México es un lugar lleno de historia donde se puede apreciar desde los vestigios de aquel pasado prehispánico hasta las últimas reminiscencias del siglo XX. Sus calles y edificios guardan un sinfín de leyendas de amor, pasión, terror y aventura la gran mayoría de estas historias datan del periodo en que la corona de España reclamaba como suyas estas tierras que eran conocidas como la Nueva España. Estas narraciones han sido transmitidas de generación en generación en muchas ocasiones para entretener y en otras para nunca olvidar lo que aconteció.

El Archivo General de la Nación guarda estas historias plasmadas en testimonios de personas que vivieron ese periodo y hoy hablaremos de un personaje olvidado que encaró a uno de los tribunales más crueles y temidos, incluso hoy en día. El nombre de este personaje fue Luis Núñez Pérez, un joven mercader de cacao quien fuera perseguido por los inquisidores, acusado de practicar su judaísmo además de llevar acuerdos entre Portugal y Holanda en un periodo en que ser portugués era ser acusado de traidor a la corona de España.

Volvamos atrás al siglo XVII, corría el año de 1640, la ciudad de México aún conservaba los vestigios de aquella ciudad mexica conquistada un siglo atrás por Hernán Cortes debido a que se podían apreciar aun las acequias o calles de agua que eran cuatro principales y varias docenas menores. Las primeras eran las que venían del canal de la Viga de Sur a Norte, luego de Oriente a Poniente a un lado de Palacio, pasaba por la plaza frente al Ayuntamiento y corría por la actual calle 16 de septiembre . Los habitantes de esta ciudad del siglo XVII eran de lo más heterogéneos y pintorescos, había españoles peninsulares y los españoles criollos, los indios, los mestizos, los negros, algunos extranjeros (vascos, portugueses); y algunos asiáticos .

Todos estos personajes convivían entre si día a día en una ciudad muy religiosa como Luis González Obregón lo menciona al decirnos que “por doquier olía a incienso; todo el día campanas y esquilas llamaban a misa o a sermón, repicaban hasta aburrir en las grandes festividades o doblaban en las muertes de los príncipes consortes” . Es durante este mismo periodo dónde la Inquisición aquel tribunal creado para proteger la fe católica de aquello que se consideraba que la dañara, tomo mayor poderío y descargo toda su furia en contra de la comunidad criptojudía que vivía no solo en la ciudad de México sino en toda la Nueva España, al acusarlos de judaizantes (judíos que se habían convertido al catolicismo pero en secreto practicaban su judaísmo) además de lo que los inquisidores denominaron “la Gran Complicidad”, una complicidad que según ellos era efectuada por portugueses judaizantes que pretendían amenazar la fe católica y la corona de España.

Durante el principio del siglo XVII la práctica de encarcelamiento en contra de judaizantes por el Santo Oficio sufrió una baja, debido a que se les otorgaba perdón general a los reos ya que éstos se retractaban de sus prácticas, pero a partir de 1640 y con la llegada de uno de los hombres más crueles y siniestros al Tribunal de la Inquisición eso cambiaría su nombre fue Juan Sáenz de Mañozca.

Desde su llegada y por órdenes de él se comenzaron a girar ordenes de aprehensión en contra de diversos individuos acusados de participar en la gran complicidad, Genaro García en su obra Historia de la Iglesia en México nos habla más sobre este personaje al decirnos que era sagacísimo por naturaleza, duro para el trabajo y muy amante de la iglesia. Sáenz de Mañozca recibió la fiscalía del Santo Oficio en 1642.

Muchas fueron las órdenes de arresto que giro la Inquisición en contra de judaizantes, entre esas personas en la mira del tribunal se encontraban Blanca de Ribera y sus cinco hijas, un clan de mujeres pobres pero muy devotas practicantes de sus creencias, confidentes unas de otras, amantes de otros, depositarias de todos los secretos de la comunidad criptojudía de la Ciudad de México y quienes jugaron un papel muy importante en el proceso en contra de Luis Núñez aportando la información que los inquisidores requerían para poder actuar en su contra.

Margarita, hija de Blanca de Ribera, fue la primera en mencionar en sus declaraciones a Núñez al confesar que Luis en algún momento le había comentado que conoció el judaísmo en un barco y que fue un marino quien le enseño la práctica de los rituales propios de la ley de Moisés y que no recordaba el nombre de este individuo, con esta declaración el tribunal tenía ya un cargo en contra de la persona de Luis Núñez; posteriormente declaró que ella en realidad no conoció a este sujeto sino hasta que Diego Correa lo presentó en casa de ellas ya que este último era esposo de Catalina de Ribera presa en las cárceles del Santo Oficio.

El segundo cargo de supersticioso fue declarado de igual manera por Margarita al describir como realizó ciertas suertes y rezos para poder enamorar mujeres , ella no fue la única que menciono estas actividades, también Isabel de Ribera al ser cuestionada por los inquisidores declaró que Núñez le comentó que para enamorar a una mujer y que lo amara bien era necesario cargar con una haba sembrada y nacida de los ojos de una calavera enterrada .

Estas acusaciones tomaron mayor peso el 13 de junio de 1642 ya que con los testimonios recabados por parte de las hermanas Ribera, Mañozca realizó una denuncia en contra de Luis Núñez Pérez. En dicho documento que presenta ante los demás inquisidores acusa a Núñez de vivir bajo la ley muerta de Moisés, además de ser un apostata hereje y de ocultar bienes de judíos para que el Santo Oficio no pudiera capturarlos por lo tanto solicita sea arrestado y traído a las cárceles secretas de la Inquisición.

Con esta denuncia se cerraba así los interrogatorios y acusaciones en contra de Luis Núñez Pérez con lo cual el tribunal inquisitorial procedió a girar la orden directa para que el alguacil mayor del Santo Oficio Thomas de Suarnabar y Aguirre lo aprendiera, esta orden quedó asentada en los libros inquisitoriales en la misma fecha en que Mañozca realiza su denuncia . El tribunal inquisitorial no solo realizó la orden para este alguacil sino los mandamientos, dicho documento fue firmado por el licenciado Domingo Veles de Assas y Argos y Francisco de Estrada y Escobedo , sin embargo estos mandamientos nunca llegaron a usarse como lo estipula el documento guardado en el proceso en contra de Núñez debido a que, sin que ellos lo supieran, la aprehensión de Núñez estaría más cerca de ocurrir ya que el cruel destino le jugaría en contra.

Luis Núñez no sospechaba que existía ya una denuncia en su contra y que la maquinaria inquisitorial se había comenzado a mover para capturarlo prueba de esto es la petición que realizó ante el notario de secuestro de bienes del Santo Oficio Miguel de Almonacir, quien informó a los inquisidores que un mozo de nombre Luis Núñez se había presentado con Diego Correa para solicitar se le devolvieran unos cojines que estaban en casa de este y se habían incautado por órdenes del Santo Oficio.

Almonacir le dijo a Núñez que la petición debía ser hecha ante los inquisidores por lo que fue conducido a la sala de la Audiencia donde lo esperaban Domingo Veles de Assas y Argos y Francisco de Estrada y Escobedo. Antes de que Núñez pudiera ingresar, Almonacir entró a la sala de la audiencia a informales a los inquisidores que Luis Núñez Pérez se encontraba en el pasillo con una petición, ante esta noticia mandaron traer al alcalde de las cárceles secretas Francisco Ruiz Marañón para estar listo y aprehenderlo en el momento en que lo indicaran los inquisidores.

Antes de poder entrar el portero le informó a Núñez que debía de entrar desarmado por lo que se le obligo a dejar su espada y daga que portaba. Al ingresar el escribano leyó la petición firmada por este, al término de esto los inquisidores mandaron aprender en ese instante a Luis Núñez quien fue llevado por Ruiz Marañón a las cárceles de la Inquisición el 14 de Junio de 1642.

Casi una semana después fue mandado traer de la celda en la que se encontraba para que comenzara así su proceso por todos los delitos que le habían imputado tanto las Ribera como Mañozca. Estando en presencia de los inquisidores dijo llamarse Luis Núñez Pérez natural de la ciudad de Samamede en Portugal de edad de 26 años de oficio mercader de cacao . Sabemos que Núñez estuvo en diversos lugares como lo refiere su proceso, algunos de estos sitios que el menciona son Angola, Cádiz, Lisboa, Brasil, Caracas, Cartagena, Habana, Campeche, Veracruz y México, además de mencionar a diversas personas con las que tuvo contacto y a quienes acusa de observantes de la ley de Moisés.

Inmediatamente después de su detención le fueron confiscados sus bienes práctica común del Santo Oficio, al momento de la revisión de su persona se le encontraron unos documentos que venían titulados como “acuerdo entre Portugal y Holanda”, al ser interrogado del porqué portaba estos documentos el mencionó que los había escrito de su puño y letra, y que además eran una copia de un documento original que le había sido entregado por Thomas de Almaraz irlandés quien se encontraba en el convento de la Nueva Veracruz, y que viajó a la ciudad donde se encontró con Núñez y al mostrarle el documento le dijo que lo transcribiera; acto seguido Almaraz empezó a dictarle.

Estos documentos mencionaban diversos puntos que son más a favor de Holanda que de Portugal, algunos de estos son las suspensión de armas y fortuna de los estados de Holanda, una tregua entre ambas naciones además de libre navegación en sus aguas y en caso de guerra Portugal ayudaría a Holanda si así lo requiere con armas y dinero, otro punto importante es la contratación de marinos para las naos de nacionalidad holandesa además de prohibir que sean de otra nación, existe una parte del acuerdo que resulta interesante y es la prohibición que Holanda impone a Portugal la cual estipula que tiene prohibido comerciar con productos o negros en los territorios de la corona de Castilla.

Al ser cuestionado por los inquisidores si alguien más conocía estos acuerdos Núñez menciona que entrego tres copias a Antonio de Castro de nacionalidad portuguesa, otra más a Pedro Rodríguez Arias de Carvallo portugués y la última a Thomas de Lamar todos ellos dedicados al comercio, cuando finalmente se reunieron los cuatro se lamentaron de dichas capitulaciones que como hemos mencionado eran más a favor de los holandeses . Dentro de los registros del Archivo General de la Nación en el fondo de Inquisición no figura algún proceso en contra de estos tres individuos lo que hace pensar que muy probablemente huyeran para poder escapar de la ira del Santo Oficio.

Para el 8 de agosto de 1642 Núñez solicita una audiencia con los inquisidores en donde acusa a las Ribera de profesar el judaísmo lo mismo que Diego Correa. Después de soportar el encierro en las cárceles de la Inquisición, Núñez se retracta de todos los delitos que había sido acusado, escuchando esto los inquisidores dictan la sentencia, que fue cárcel perpetua y sambenito de igual manera además de tomar misa en la catedral mayor y cada sábado de romería ir a la iglesia que se le señalara para que de rodillas rezara el Patter Noster cinco veces con el ave María, el credo y salve Regina, además de confesarse y ser expulsado de todas las Indias y reinos de España .

Esta sentencia se leyó en el acto público conocido como auto de fe que se celebró el 16 de abril de 1646 donde muchos otros que fueron acusados ante el Santo Oficio por profesar su judaísmo salieron a encarar una sentencia cruel ya sea dejar todo y salir de lo que ellos consideraban su hogar o morir en la hoguera.