LA GACETA

Más dialogantes que nunca pero, como siempre, poco claros. Irán comenzó ayer lo que se consideran –pues la comunidad internacional dice no estar dispuesta a dar más oportunidades– las últimas negociaciones con Occidente (Unión Europea y 5+1) sobre su polémico programa nuclear. Aunque al cierre de esta edición no se dieron a conocer datos sobre la reunión entre el régimen de los ayatolás y el Grupo 5+1 –integrado por los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, más Alemania– en Bagdad, Teherán ya mostró en su encuentro con la Unión Europea sus deseos de prorrogar las negociaciones sobre sus intenciones nucleares.

Si la Unión Europea ofreció suavizar las sanciones internacionales a cambio de que Teherán reduzca el enriquecimiento de uranio del 20% al 5%, la República Islámica lanzó una contraoferta de la que por el momento no han trascendido muchos detalles pero que Bruselas ya ha tildado como “interesante”.

El portavoz de la delegación iraní, Taleb Mahdi, dijo a EFE que la propuesta de su país incluye dos apartados, uno referente al programa nuclear en sí mismo y otro a aspectos políticos, aunque se negó a profundizar más aún en las propuestas.

Mahdi reveló, igualmente, que la delegación china y la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, remitieron solicitudes al equipo iraní para celebrar reuniones bilaterales al margen del encuentro. Y es que las expectativas de llegar a un consenso han crecido después de que el martes el director general del Organismo Internacional de Energía Atómica, Yukiya Amano, anunciase que firmará “en breve” un acuerdo con Teherán. “Se ha tomado la decisión con (el negociador iraní, Said) Jalili de firmar un acuerdo. Siguen existiendo algunas diferencias pero no serán un obstáculo”, dijo Amano.

Aun así, Irán prosigue con las actividades de su polémico programa nuclear, que según Teherán tiene fines pacíficos, pero que para potencias como Estados Unidos e Israel cuenta con una vertiente armamentista.

El mismo martes envió dos lotes de placas de combustible nuclear con uranio enriquecido al 20% desde su planta de producción en Isfahán al reactor experimental de usos médicos de Teherán, según informó ayer la agencia de noticias local Mehr. Aunque esta central es una de las más vigiladas por la comunidad internacional, este gesto puede ser visto como otro intento del régimen de ganar tiempo mientras continúa con la búsqueda de la bomba atómica.

Una posibilidad que para Israel es más que probable. Horas antes de comenzar las reuniones, el primer ministro Benjamin Netanyahu pedía a la comunidad internacional que “no se deje engañar por Irán”. Lo cierto es que Teherán se muestra más negociador que nunca. Ayer, minutos antes del encuentro, el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, reiteró que su país nunca producirá o usará armas atómicas o de otro tipo de destrucción masiva.

Pero son muchos analistas los que señalan no las ganas de negociar de Teherán, sino la necesidad de acabar con las duras sanciones impuestas por la comunidad internacional que han asfixiado al país islámico provocando una de las mayores crisis de su historia.

A esto se sumaría, asimismo, una crisis interna sin precedentes en el régimen, con un presidente totalmente enfrentado con el líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei. Razón de más para pensar que la República Islámica busca con estas negociaciones calmar las críticas internas a su régimen.

Sea como sea, lo cierto es que esta parece ser la última oportunidad para evitar la ya tan anunciada guerra. Ayer, en un gesto que puede entenderse como una seria advertencia, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Leon Panetta, resaltó la importancia de la Convención de la ONU sobre el Derecho del Mar como herramienta clave en caso de que Irán cumpla sus amenazas de cerrar el estrecho de Ormuz. “Si Irán intentara cerrar Ormuz, no lo toleraríamos”, repitió.