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La familia de un superviviente del Holocausto tendrá que devolver a un museo alemán una valiosa placa de oro de 3.200 años de antigüedad que había estado en su poder desde la liberación del campo de concentración de Auschwitz, según un fallo de un tribunal de Nueva York.

Los descendientes de Riven Flamenbaum, prisionero en Auschwitz, deben restituir esa placa asiria grabada, del tamaño de un sello postal, al Vorderasiatisches Museum de Berlín, del que desapareció al término de la Segunda Guerra Mundial, según recoge el fallo difundido hoy por el diario The New York Times.

No está claro cómo llegó el objeto a manos de Flamenbaum, que falleció en 2003, momento en el que sus hijos averiguaron que esta pieza de oro había sido en realidad robada del museo berlinés, al que pertenecía desde 1926 y que la había guardado en un almacén junto a otras piezas, por seguridad, al estallar la guerra.

Flamenbaum obtuvo la placa, descubierta en Irak por arqueólogos alemanes en 1913, tras ser liberado del campamento, en el que conoció a su esposa, y se la llevó consigo cuando emigró cuatro años después a Estados Unidos.

En 2010 el museo germano reclamó el objeto, pero el tribunal encargado del caso falló a favor de los familiares de Flamenbaum, basándose en que la institución no había denunciado en su momento la desaparición de la placa y en la imposibilidad de descubrir cómo había llegado a poder del superviviente del Holocausto.

Esa decisión fue recurrida y un tribunal de apelación de Brooklyn dictaminó esta semana, por unanimidad, que la placa debe ser devuelta, lo que, según dijo al rotativo estadounidense el abogado del museo, Raymond Dowd, supone una resolución “históricamente significativa”.

“El principio de que la propiedad arrebatada ilegalmente debe ser restituida no contradice los derechos de las víctimas del Holocausto y este precedente ayudará a aquellos museos, estadounidenses y europeos, que quieran recuperar obras robadas”, agregó Dowd.

Por otro lado, Seth Presser, el abogado de los descendientes de Flamenbaum, quienes no tenían intención de vender la pieza, afirmó que la resolución ha producido “un resultado increíblemente injusto”.

Una de sus hijas, Hannah Flamenbaum, aseguró que la placa “era lo único” que le quedaba “de aquella amarga época” y deseaba legarla a las generaciones venideras “como un recordatorio de la brutalidad de los nazis y de cómo estos habían diezmado a su familia”.