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Pese a que en su viaje de la semana pasada a Berlín y a París el presidente Vladímir Putin no dejó prácticamente resquicios que permitan abrigar esperanzas de que Rusia modificará su postura de apoyo al régimen de Bashar Al Assad, los presidentes del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, y de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, llegaron ayer a San Petersburgo dispuestos a tratar de convencer a su anfitrión de que cambie de parecer.

De hecho la situación en Siria figura en la agenda de la 29 cumbre Rusia-Unión Europea como uno de los aspectos más destacados. Pero, a fin de dejar claras las líneas rojas de Rusia al respecto y por si alguien tuviera todavía dudas, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, dijo ayer que el plan del enviado de la ONU, Kofi Annan, para la solución del conflicto sirio «es la única salida y no hay otra alternativa», descartando así la opción militar y las sanciones. Así se lo dijo él mismo por teléfono a Annan.

El Ministerio de Exteriores ruso ha distribuido además un comunicado criticando la resolución del Consejo de Derechos
Humanos (CDH) de la ONU en relación con la matanza de Hula por culpar solamente a las autoridades sirias de lo sucedido. «Nos preocupa que haya países que traten ya de señalar a los culpables sin esperar a los resultados» de la investigación en curso, declara la Cancillería rusa en su nota. Según la misiva, «se intenta así ejercer presión sobre el Consejo de Seguridad de la ONU (…) para frustrar el plan del enviado internacional Kofi Annan».

Y es que Putin continúa en sus trece apoyando a Al Assad, bloqueando las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y suministrando armas, aunque sostiene que su país no está con ninguna de las dos partes enfrentadas y que las armas que vende a Damasco «no pueden ser utilizadas en una guerra civil».

El máximo dirigente ruso ofreció ayer a sus invitados una cena informal en el Palacio de Constantino y hoy lunes se reunirán ambas delegaciones al completo para entrar de lleno en el grueso del temario de la cumbre. Se trata del primer encuentro a alto nivel que mantiene Putin con la cúpula comunitaria tras su regreso al Kremlin.