RABINO MARCELO RITTNER

Quiero hacerles una pregunta. ¿Cual es el deporte judío más popular? Ajedrez, comer, no, yo pienso que es el “Kvetch”.

Todos lo hacemos. Comenzamos de jóvenes y seguimos kvetching hasta el último suspiro. Piensen, nos quejamos de todo. Nos quejamos del clima, del gobierno, del tránsito, de la televisión, de nuestra familia, yernos y nueras, suegros y suegras, naturalmente de los amigos. Ni hablar sobre nuestros hijos y nuestro trabajo. Les digo que yo solo tengo una queja en la vida: la gente se queja demasiado. En fin nos quejamos de todo lo que se les pueda ocurrir.

Como soy muy serio lo consulté con Rav Google y me mostró 106.000 referencias a la palabra “Kvetch”. Pero les digo que no hay nada nuevo. De hecho, este Shabat la Torá nos da un curso gratuito que podríamos titular: “Nacidos para el Kvetch”, nuestra tendencia a concentrarnos en lo negativo. Y lo practicamos tanto porque su pesimismo hace que en todo veamos todo el tiempo malas noticias.

EL pueblo judío en el desierto se preparaba para su último viaje por el desierto. Eran libres de aquella esclavitud de Egipto. Presenciaron el milagro del Mar que se abrió y los dejó salvarse. Recibieron la Torá. Dios les proporcionó lo que necesitan. Comida, agua, hasta un GPS en forma de nube para guiarlos a través del desierto, que además les daba sombra durante los días calurosos de verano.

¿Qué más se puede pedir? Otros pueblos bailarían, ¿pero nosotros? No. Según la Torá: “Vaiehí haam kemitonenim” , el pueblo estaban como quejosos. “Recordamos los pescados que comíamos en Egipto, los pepinos y los melones, las cebollas y ajos. Pero ahora lo único que hay es el man”.

“¡Uaj, otra vez maná para cenar¡ Que no daría por un herring o un cholent, o un kipe, (porque era una queja de muchas tribus), que daría por una Coca helada o una cervecita. Cuate, la mera, estábamos mejor en Egipto”.

Y el pobre Moshé no sabía por dónde empezar. Así que hizo lo que todos estaban haciendo. Empezó a kvetching con D-os. “Estas personas me están volviendo loca. Lo único que hacen es quejarse. ¡Mátame ahora, Dios! No soporto más tener que lidiar con ellos.”

Por si eso no fuera suficiente, sus hermanos Miriam y Aarón también se quejan acerca de Moisés y de la esposa etíope que había elegido.

Y para rematarla y antes de que los israelitas sean condenados a pasar cuarenta años en el desierto, miles morirán a causa de una plaga y toda una banda de quejumbrosos será tragada por la tierra.

O sea, sonrían, en este Shabat hay suficiente material educativo para que todos aprendamos como profesionales el arte del kvetch.

Bien, ¿Qué podemos aprender de todo esto? Me permito sugerirles 3 reglas.

En primer lugar, antes de que se quejen, es mejor saber porqué y de qué nos estamos quejando.

Cuando esas personas se quejan de la comida y el agua es porque están preocupados por el futuro. Era mucho más fácil ser esclavos en Egipto de lo que era hacer frente a la incertidumbre de la libertad. No todo tiempo pasado fue mejor.

Reflexionen que tan a menudo cuando estás molesto o enojado, las cosas que por las que te quejas o peleas no son las cosas que realmente te preocupan.

La segunda regla de un kvetching creativo es la siguiente: “Antes de que te quejes de los demás, pregúntate a ti mismo que es lo que te falta.” Frecuentemente nos quejamos de las cosas que nos disgustan de nosotros mismos.

Y por último, y tal vez más importante de todo, “No te quejes, a menos que estés dispuesto a hacer algo acerca de la queja”.

Te quejas del foco que sigue roto. O lo cambias o lo ignoras pero dejas de quejarte. Si tienes el tiempo para lamentarte y quejarte de algo, también tienes el tiempo para hacer algo al respecto. Sólo debes practicar el kvetch cuando estas dispuesta/o a un cambio positivo.

Porque quejarse por quejarse no cambia nada.

Así que antes de poner en práctica el kvetch, vamos a pensar en lo que estamos a punto de decir. Porque podemos estar por causar una herida muy difícil de sanar, en el otro y en nosotros mismos.
Sabemos que las palabras y las acciones pueden hacer daño y sabemos que también pueden curar. Así que actuemos con inteligencia. Usemos el kvecht positivo.

El pueblo en el desierto continuaba mentalmente esclavizados, y seguían su viaje cargando la ansiedad y la desesperanza que traían de Egipto. No podían ajustarse a una nueva vida en la cual nada era seguro. Pero si ponemos en práctica las 3 reglas del kvetch positivo estaremos dando un primer paso sobre cómo vivir vidas más sanas, más espirituales y seguramente veremos las cosas con otros ojos.

Y antes que se quejen del rabino mejor voy terminando.

Shabat Shalom.