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La educación es un valor en alza y es clave en el desarrollo de un país. Sin embargo, no siempre se da con la clave de la excelencia, con esa combinación que consigue que un país con menos de ocho millones de habitantes como Israel, cuente con 12 premios Nobel. LA RAZÓN comenta con Paul Feigin, rector del Instituto tecnológico Technion de Israel y uno de los participantes del primer encuentro de rectores españoles e israelíes, la esencia de este éxito.

–Dirige uno de los centros más reconocidos en el mundo. ¿Cuáles son los puntos fuertes de su institución?

–La ciencia y la tecnología son nuestras áreas más fuertes, pero también tenemos una facultad de Medicina que está teniendo mucho éxito y otro centro de Arquitectura. Pero las carreras en las que más destacamos son Electrónica e Informática. Los estudiantes que se forman en estas disciplinas no conocen el paro. Encuentran empleo con mucha facilidad.

–¿Las carreras científicas le han arrebatado el prestigio a las de humanidades y sociales?

–Obviamente es más fácil lograr un empleo si tienes formación técnica, pero creo que existe un problema generalizado en toda Europa y, quizá en todo el mundo, es que no muchos estudiantes estudian ciencia en sus colegios, y ahora estamos luchando para que esto cambie. Así, en nuestro centro hemos creado un departamento muy fuerte en el que enseñamos a los docentes cómo dar clase de Ciencia y Tecnología en las escuelas. Tenemos varios programas para mejorar la enseñanza de las Matemáticas.

-Ustedes invierten mucho en I+d+i. No ocurre lo mismo en España. ¿Cree que su apuesta por la investigación es una de las claves de su éxito?

–Considero que para conseguir una buena educación se deben combinar tres aspectos: enseñanza, investigación e innovación. Lo llamativo es que en Israel, muchos de los académicos que trabajan en las universidades desean cambiar el mundo. Aquí, por el contrario, existe cierto temor a que la empresa se imponga a la universidad.

–¿Los estudiantes que se matriculan en su universidad llegan con una buena base?

–Aquí radica gran parte del problema. Durante los últimos veinte años, ha disminuido la preparación de los estudiantes que vienen. Por eso, hemos tenido que poner en marcha varios cursos preuniversitarios, sobre todo en Matemáticas. Un aspecto que nos diferencia de la enseñanza en Occidente es que los estudiantes que deciden formarse en las universidades lo hacen a edades más avanzadas. Antes deben superar los tres años en el Ejército (las mujeres están un año menos) y, por eso, llegan más maduros, con 21 o 22 años. Además, ya tienen cargas adultas, algunos están casados. En definitiva, se toman con más seriedad los estudios.

En España se intenta elevar el nivel de los alumnos de Primaria y Secundaria. ¿Tienen un problema similar?

–Creo que es muy importante diferenciar entre la enseñanza académica y la que se da en la escuela. Por ejemplo, no creo que la Filosofía deba impartirse en los colegios, pero Historia, Literatura, y, dependiendo de la cultura, la religión o el Latín, son tan importantes como las Matemáticas o el Inglés y deben ofrecerse en todos los centros. Nuestra principal reivindicación, y la que le trasladamos al Gobierno israelí, es lo que denominamos «vuelta a lo básico».

–¿Cómo se puede recuperar el espíritu de esfuerzo y entrega entre los alumnos?

–Es muy difícil, sobre todo por la época en la que estamos. Los niños creen que pueden obtener los conocimientos de una forma muy rápida en internet y no entienden la necesidad de comprender lo que estudian. En Israel no tenemos una tasa de fracaso escolar tan alta como aquí, pero nuestro problema es la calidad del profesorado. Sus salarios se han ido reduciendo cada vez más y ahora es una profesión desprestigiada. Ahí está la clave. Lo importante no es reformar el sistema educativo, sino cambiar a los profesores.

–¿Han perdido autoridad?

–El respeto al profesor ha caído en picado. Lo malo es que en las casas tampoco se enseña en valores, sólo se piensa en el dinero. Debemos intentar que los docentes recuperen el prestigio que tenían en los años 20. Sin los profesores de esos años, no tendríamos tantos premios Nobel. Nosotros tenemos tres.

La cuna de los nobel

En 2014, el Instituto Technion cumplirá 90 años impartiendo clases. Es el centro de investigación israelí más antiguo y presume de ser el que más premios Nobel de Medicina tiene. «Las elevadas aptitudes de nuestros investigadores y su interés por mejorar el mundo es parte de nuestro éxito». También cuentan con una relación muy estrecha con el sector empresarial: «Analizamos las necesidades del país e iniciamos nuevas carreras en función de esto. Desde que descubrieron gas en la costa hemos comenzado a formar a ingenieros especializados en esta materia, por ejemplo».