ENRIQUE RIVERA PARA ENLACE JUDÍO

Gracias a los imprescindibles y repetitivos anuncios del IFE, sabemos ya de todo lo que se requiere para que una casilla funcione para las elecciones del próximo domingo donde se jugará la Presidencia de la República. El clima electoral que priva es de alguna manera inédito y por tal motivo yo me atrevo, por supuesto a título personal, a esbozar las siguientes líneas. Plasmando, en parte mi pensamiento y, por el otro lado, las voces y conceptos de muchos conciudadanos con los que me he topado en los meses pasados y con quienes he platicado sobre este tema.

La parte triste: la mayoría coincide en que la lucha es por votar por el menos “peor” no por el bueno. Es decir, que de 112 millones o algo así de ilustres mexicanos, de los cuales, una buena parte eran susceptibles de ser votados, la “caballada” (término acuñado por el tristemente célebre “Gober” de Guerrero, Figueroa), está flaca.

La parte que duele: a mí, me dolió un poco que una de las figuras con quien más simpatizaba, la Sra. Josefina, haya tenido al principio un equipo de campaña que parecía haber sido seleccionado minuciosamente por la oposición. Todavía me da dolor de cabeza cuando pienso en aquellos pobres que sufrieron la radiación solar en el Estadio Azul y a quienes las amenazas de que su camión los dejaba, tuvieron que salir corriendo. Tiempo después, es decir ya casi al final se le vieron más arrestos a esta mujer ¡le alcanzará? (no deje de leer nuestro próximo capítulo).

“Los mismos dinosaurios, pero más bonitos”: algo que celebro es que, pese a haber sido chapado un tanto a la antigua, existe una clara libertad de expresión. Por la cual vale la pena luchar y preservar, ojala que ninguno de los posibles “precisos” se le ocurra atentar contra ella. El Caudillo del Son, Zapata, hizo una preciosa melodía que reza: “son los mismos dinosaurios, pero más bonitos”.

Adivinen contra quien fue la pedrada de regular tamaño: Sí, Peña Nieto, al parecer será el bueno, salvo que algo muy importante e inesperado ocurra.

“Aflojado en Terracería”: Frase que ya forma parte de mi repertorio. El ingenio del tabasqueño que hace reír, pero que también tuvo la posibilidad de cerrar Reforma, con toda impunidad, claro, con una pequeña ayuda de sus amistades. (¿De dónde saldrá tanta lana para tanta miriconada?, como dirían los colombianos).

Ahora, ya ha dicho que sí respetará todo… (¿si es que gana?).

De cuadritos: El tipo me cae súper, creo que habla verdades, que sabe lo que dice, pero su madrina lo ha desbancado feamente. Para mi pena, tengo que reconocer que gracias a un programa que escuché el otro día atorado en el tráfico ingrato del atardecer, un tipo, Benavides, dio la mejor lección sobre Maquiavelo que en mi larga vida como estudiante jamás oí. Ahí entendí que es una quimera, “etiópía” (no se espante, utopía) el creer que los políticos siempre son honestos, dicen la verdad, no tranzan ni negocian con el mal; siempre están sonriendo, haya o no cámaras alrededor. Son como los niños y los borrachos siempre dicen la verdad, reconocen sus errores; les dan de comer a las palomas, paran todo su séquito de guaruras para que pasen los indefensos transeúntes y …

Bueno, en Israel el Sr. Anónimo me dio una gran lección de Ciencia Política: “Los políticos como los plátanos, no hay uno solo derecho”. Y, sí no, que tire la primera piedra.

Al final de cuentas, con todas las limitaciones humanas lo que hay que pedir es: que se distribuya equitativamente la riqueza, que haya seguridad social, que se combata o se ponga un marco legal a la cuestión del narco para que no enlute más hogares, que haya trabajo, respeto y que los jóvenes no sientan que están en una tierra sin futuro. Que se cuide la tierra para que haya futuro, que la corrupción baje en un 50%, por lo menos.

Y, le dejo amable lector un espacio muy grande para que pida lo que requiere.
Si no le hacen caso, hay que reclamarlo.