SHULAMIT GOLDSMIT PARA ENLACE JUDÍO

Estamos a escasos tres días de elecciones generales en nuestro país. Los ciudadanos nos preparamos a elegir, este próximo domingo primero de julio, a delegados, legisladores, gobernadores en diversos estados, así como al presidente de la república.

El proceso que naturalmente requiere mayor atención e interés, es la elección de la persona que asumirá el poder ejecutivo. Para quienes vivimos una buena parte del siglo xx, el proceso electoral era un ejercicio inútil en el que no había sorpresas; cerca de un año previo a la elección, el presidente saliente nombraba a su sucesor. La ciudadanía poco o nada tenía que decir sobre el asunto. Es por eso que hoy es de enorme importancia hacer uso de la acción del voto, que es a la vez, un deber y un privilegio.

En los inicios del siglo xxi, el partido que había detentado el poder por siete décadas, comprendió que la situación política estaba por rebasar sus límites y requería de una válvula de escape que contuviera el hartazgo ciudadano. Como había hecho Díaz en 1880, al entregar el poder a Manuel González con la condición que lo regresaría cuatro años después, el PRI, en el año 2000, cedió la silla al candidato del PAN, poniendo igualmente sus condiciones: recuperar la presidencia dos sexenios después.

En 2012, a pesar de las enormes trabas que aún encontramos para desprendernos de la opacidad que envuelve a nuestra realidad nacional, los ciudadanos tenemos acceso a información que nos permite gestar un criterio amplio y propio. Hoy, el hombre de la calle, en México (y en cualquier parte del mundo), ya no depende exclusivamente de lo que gobierno y medios de comunicación quieren darle a conocer, lo cual ha propiciado el desarrollo de una mayor conciencia política.

En estos momentos cruciales, esta concientización política permea a nuestra comunidad judeo-mexicana. Nos sabemos ciudadanos mexicanos, con los mismos derechos y obligaciones que la mayoría de los habitantes de este país y como tales, nuestro compromiso es con el bien nacional; por otra parte, es claro que somos parte de una minoría religiosa-cultural que debe velar atentamente por su continuidad en un clima de apertura, respeto y seguridad. Este objetivo bilateral debe ser definido con nitidez y no tiene porque ser contradictorio.

Hoy, los jóvenes, los adultos, hasta los niños y los adultos mayores tenemos el mundo en la palma de la mano: el internet, el Facebook, el Twitter y demás redes sociales nos facilitan la tarea de recabar datos ciertos, información veraz; nos obligan, asimismo, a no prestar oídos a mitos, rumores, ni prejuicios, para así ser capaces de tomar una decisión razonada, reflexionada; cerebral y no visceral.

Se dice que cada pueblo tiene el gobierno que se merece. El resultado que arroje esta próxima elección podrá comprobar si esa conseja es cierta o falsa.