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11/07/12.-El preso más famoso de Libia, Seif El Islam, hijo del difunto Muamar Gadafi, pide a sus carceleros «zumo de naranja natural, miel y libros religiosos» mientras espera su juicio. Lo explica a ABC el general rebelde Alajmi Alateri, uno de los jefes de la guerrilla de Zintán que lo capturó en noviembre de 2011 y uno de los hombres que lo mantiene en un lugar secreto. «Tiene todo lo necesario. Le damos de comer como a otros reclusos, cuscús, arroz o pasta, y viste como todos ellos, de azul o de marrón», añade este hombre menudo de 50 años que llegó a ser militar en el Ejército del dictador.

«Está en un lugar seguro y secreto. Trataré por todos los medios que nadie sepa dónde se encuentra», se limita a decir sin añadir más datos, ni siquiera si lo cambian periódicamente de sitio. «Nadie puede comprar con dinero a la gente de Zintán», afirma refiriéndose a la posibilidad de que alguien pretenda arrebatarles su trofeo.

El futuro de Seif El Islam, principal figura del régimen con vida y único miembro del clan Gadafi detenido en Libia, es una de las cuestiones que más inquieta a la comunidad internacional. «Queremos que tenga un juicio justo para que en todo el mundo se sepa la verdad». Alateri, que asegura seguir órdenes de las autoridades de Trípoli, no tiene intención de entregar al reo al Tribunal Penal Internacional (TPI). Esta corte con se de en La Haya emitió el año pasado una orden de arresto contra Muamar Gadafi, muerto en octubre; su hijo Seif, y el jefe de los servicios secretos, Abdalá Senussi, arrestado en Mauritania. El TPI y otras organizaciones internacionales dudan que en la actual Libia pueda celebrarse el proceso con garantías.

La captura

La colaboración de un conductor llamado Yousef, que iba a guiar –sin saber de quién se trataba- a Seif El Islam desde la ciudad de Sebha hasta la frontera de Níger, hizo posible que Alateri y otros 14 hombres de la brigada Khaled Ben Al Walid lo capturaran. Fue a las 02.30 horas de la madrugada del 19 de noviembre pasado cerca de Ubari, en un mar de dunas a unos mil kilómetros al sur de Trípoli. De esa forma impidieron que el hijo del sátrapa y más que posible sucesor al frente del régimen se uniera a su hermano Saadi, acogido por las autoridades de Niamey, que se niegan a repatriarlo a Libia.

Los guerrilleros sabían qué camino había escogido Yusef, que abría camino con su coche cargado de gasolina al segundo y último vehículo, donde viajaba el hijo del dictador con otras tres personas. «Nos dijeron que nos íbamos a enfrentar a un convoy con muchas armas sofisticadas. Pero la verdad es que detuvimos al hijo de Gadafi con una sola bala, la que impactó en el motor y cortó un cable, tras un disparo al aire», recuerda orgulloso el general rebelde. «Así lo quiso dios».

Disfrazado de tuareg, en plena noche y bajo la identidad de Abdesalam Atargui, Seif El Islam intentó su última escapatoria. Tardaron unos minutos en reconocerlo. Lo tenían junto a los otros, esposado y tumbado en la tierra mirando al suelo, por eso llevaba la cara llena de arena en las fotos que le hicieron los guerrilleros y que dieron la vuelta al mundo. En ese momento el captor empezó a gritar: «¡Alá es grande, Alá es grande! Tenemos al hijo de Gadafi». «Parecía que tenía cien años. Iba con ropas baratas y sucias», añade Alateri en un relato profuso en detalles de todo tipo. «¿Quiénes sois?», dice que le preguntó. «Yo le dije: `Somos esos a los que llamas ratas. Los revolucionarios de ZintánŽ. Entonces, me pidió que lo matara. Pero el Islam no permite matar a un prisionero».

Hacía un mes que Muamar Gadafi había sido capturado y ejecutado casi sobre la marcha. «Lo que más me preocupaba es que alguno de los jóvenes revolucionarios que tenía a mi cargo cometieran alguna estupidez. Metí a Seif el Islam en mi coche y al resto con los otros milicianos».

Melinda Taylor, la abogada australiana que lideraba el mes pasado una misión del TPI que visitó en Zintán a Seif El Islam, fue arrestada acusada de tratar de pasar información al hijo del dictador. «Llevaba cartas de gente próxima a Gadafi en Egipto, equipos electrónicos para localizar el lugar de la detención y hasta bolígrafos con cámara de fotos», se queja el general rebelde. La abogada, liberada la semana pasada, dijo que es imposible en Libia un juicio justo a Seif El Islam.