LEÓN OPALIN PARA ENLACE JUDÍO

El Reencuentro

Dos años y tres meses después de haber nacido mi primer hijo, mi esposa dio a luz a una niña que vino a complementar la felicidad de la familia. Las contracciones de Sari, mi esposa, fueron inesperadas y muy seguidas; se le había roto la fuente y salimos apresuradamente al Hospital Inglés, durante el trayecto, ella sentía que iba a tener el parto en el vehículo. Desesperado, vi fuera del periférico, una modesta clínica en una zona de gente humilde, salí de la vía rápida para aproximarme a la misma, empero, en mi nerviosismo, no la encontré y entonces retomé el periférico y al poco rato de haber llegado al hospital, nació mi hija. Como se acostumbraba repartí chocolates a familiares y amigos, con el nacimiento de mi hijo, les di puros; aún conservo las cajas que los contenían, tienen 47 años. Conforme a la tradición judía, hice la presentación de mi hija en el templo a través de la lectura que realicé de la Torá, lo que se denomina Oifruf.

Con dos miembros más en la familia, teníamos a nuestro servicio dos jóvenes hermanas, originarias de un pueblo cercano a los volcanes Popocatépetl e Ixtla en el Estado de Puebla, y, que un día tuvimos la oportunidad de visitarlo, en virtud de que sus padres nos invitaron un domingo a disfrutar del paisaje y de un rico mole con pavo y arroz. Al igual que cuando fui niño y mi familia tenía una cercana relación con la de nuestra “nana´´, Delfina, la tuvimos, aunque con menor intensidad, con los parientes de estas muchachas a las cuales llamábamos, no se por qué razón, Tundis.

Los viajes recreativos con los niños se hicieron más frecuentes; Acapulco y Cuernavaca fueron los principales destinos. Mi esposa, los niños, mi madre y una de las muchachas, permanecían una semana en Cuernavaca; las iba a dejar a la “Ciudad de la Eterna Primavera´´, cuando de verdad lo era, el fin de semana; regresaba a trabajar y a la escuela y los recogía el próximo fin de semana. Una vez fuimos de paseo a la Ciudad de Guanajuato en la Semana Santa; no habíamos hecho reservación en ningún hotel, después de varias horas de buscar alojamiento, sólo encontramos dos habitaciones en una casa de una familia local, era común que en ese periodo del año las rentaran para tener un ingreso extra. Fue un experiencia interesante convivir con ellos; su mobiliario era agradable, no obstante, vivían con estreches. El desarrollo de la economía de Guanajuato era muy limitado; al igual que hoy en día, la apariencia medieval de Guanajuato, causaba un impacto inolvidable en la gente.

También en una ocasión salimos de vacaciones por varios días al Puerto de Manzanillo en el Estado de Colima, el viaje lo hicimos en compañía de mi hermano mayor y su familia; no recuerdo bien si mi hija ya había nacido. La zona turística de las playas en Manzanillo empezaba a despegar; nosotros llegamos a un pequeño hotel del Centro y de ahí nos desplazábamos a las playas. Por la noche, el calor en los cuartos era muy intenso, los ventiladores no lograban apaciguarlo. Antes de que nacieran los niños, mi esposa y yo estuvimos varios días de vacaciones en las playas de Santiago en Manzanillo; fue una estancia muy agradable y de convivencia de pareja.

Con dos niños en casa, instalé en mi pequeño jardín varios juegos infantiles: columpios, un sube y baja y una resbaladilla. Cuando crecieron y ya no los utilizaron, fueron a parar a la casa de los nietos de nuestra nana Delfina en el pueblo al que he hecho referencia en Crónicas pasadas. Los niños traen alegrías y preocupaciones; en una ocasión mi hijo mayor adoptó el papel de médico y le hizo una ` `operación´´ a su hermana en un brazo con una navaja de afeitar, provocándole una herida de la cual brotaba un incesante chorro de sangre, la tuvimos que llevar al hospital para que le cocieran le herida, hasta la fecha tiene la cicatriz de la “pequeña operación ´´.

Asimismo, un domingo jugando con mi pequeño hijo, me quedé dormido en un sofá, cuando de repente escuché un fuerte llanto; se le había caído un pesado florero sobre el pequeño pie y en cuestión de segundos se le inflamó severamente, corrimos a casa de un pediatra que vivía enfrente de nosotros para que lo atendiera.

Desde el nacimiento de mis hijos han pasado más de 40 años; en este momento me encuentro en Nueva York con mi hija mayor y su hija, mi nieta, que tiene 18 años, quienes me invitaron a pasar con ellas una semana de vacaciones. Mi nieta está tomando un curso propedéutico sobre diseño de modas, carrera que quiere seguir el próximo año cuando termine la preparatoria. He notado que tiene gran capacidad y creatividad para elaborar diferentes tipos de ropa en la computadora. La estancia con mi hija en Nueva York ha representado una buena oportunidad para un reencuentro a través del cual buscamos superar situaciones, que de alguna manera, habían afectado nuestra relación. Dejamos para otra ocasión las visitas a museos y a diferentes atracciones turísticas de Nueva York para convivir; ambos hemos visitado esta ciudad en múltiples ocasiones y conocemos sus principales sitios de interés.

En el verano, en Nueva York se siente un intenso calor, sin embargo, caminamos largas distancias todos los días. Fui diario a dejar a mi nieta a las instalaciones donde esta tomando su curso, lo cual nos dio oportunidad de tener una buena comunicación. En Nueva York la crisis económica se siente con fuerza; muchos negocios han quebrado, existe un gran número de locales en renta; la basura esta esparcida por todas partes; se ven muchos vagabundos, algunos durmiendo en las calles o en los vagones del tren subterráneo en donde se refugian para disfrutar del aire acondicionado de los mismos.

En contraste, en las elegantes avenidas de Madison, Lexington y Park, entre otras, permanecen abiertas tiendas de marcas famosas llenas de ricos compradores compulsivos: neoyorquinos y turistas nacionales y extranjeros.

Por esas avenidas caminan mujeres elegantemente vestidas. Nueva York sigue siendo una de las principales ciudades turísticas del mundo. Desde la primera hora de la mañana el área de Time Square se ve invadida por multitudes de paseantes que toman fotografías a diestra y siniestra y abordan autobuses para realizar recorridos por diferentes zonas de la ciudad. Sorprende que una parte de los policías en Time Square y sus cercanías lleven tatuajes en sus brazos; también, responden de manera apática cuando se les hace alguna pregunta. En calles, restaurantes, tiendas y otras instalaciones, sobresale la gente que está “conectada ´´a un iphone u otro aparato electrónico; cualquier pregunta que se les hace referente a una dirección o un medio de transporte, la responden en cuestión de segundos, consultando sus aparatos mágicos. El costo de vida en Nueva York continua siendo muy elevado.

Nueva York es una ciudad cosmopolita, aunque de una manera creciente, se notan rostro orientales, sobre todo de chinos. También existe una gran población latina. En este sentido, de acuerdo a estadísticas oficiales de México, tan solo la comunidad de poblanos en Nueva York asciende a medio millón de personas.

Una semana de estancia en este multicultural entorno invita a la reflexión existencial.