JOSÉ KAMINER TAUBER PARA ENLACE JUDÍO

Orígenes del deporte.

En la Antigua Grecia el deporte nació en honor al dios Zeus, como parte de la religión, los dioses competían entre sí, esta pugna se llevaba a cabo en la ciudad de Olimpia. Aunque existieron ciertas manifestaciones anteriores, los primeros Juegos Olímpicos se realizaron en el año 776 antes de Cristo. En sus comienzos, la principal actividad de los encuentros olímpicos era el pentatlón, que comprendía lanzamientos de disco y jabalina, carreras a campo traviesa, salto de longitud y lucha libre.

Se podría decir que las olimpiadas de entonces fueron los primeros tratados internacionales de paz, ya que la guerra había de impedirse un mes antes de los juegos y hasta un mes después no podría continuar. A finales del siglo XIX el Barón de Coubertin reorganizó los juegos olímpicos de los tiempos modernos, que se crearon con el fin de “contribuir a la formación de un mundo mejor y más pacífico, con la educación de la juventud a través del deporte, practicado sin discriminaciones y dentro del espíritu olímpico que exige comprensión mutua, espíritu de amistad, solidaridad y juego limpio.”

Los Juegos Olímpicos Modernos fueron el principal impulsor de la actividad deportista durante los siglos XIX y XX. La Primera Olimpíada de los Juegos Modernos tuvo lugar en 1896 en Atenas, Grecia.

Desde 1936, diversos atletas se relevan para transportar la antorcha olímpica encendida en Grecia, hasta el estadio donde se celebran los Juegos. Allí permanece encendida durante el transcurso de los mismos. Pueden participar solamente deportistas aficionados.

Historia del deporte en el pueblo judío

En el año 167 A.C. el emperador Antíoco comenzó a masacrar judíos y profanar el Templo de Jerusalén para provocar que abandonaran sus creencias adoptando las costumbres en las cuales encontramos algunas prácticas deportivas y cultos helenistas. Los rabinos señalaron que la emulación de los seleucos llevaría rápidamente a la idolatría y a la asimilación del pueblo judío.

Matías el Asmoneo junto con sus hijos Judah Macabeo y sus hermanos encabezaron una exitosa rebelión que conmemoramos hoy en día con la festividad de Janucá. Este prejuicio profundamente prevalecido se vio reforzado más tarde por la intervención de los conquistadores romanos. Su entretenimiento de enfrentar leones a gladiadores y esclavos a animales salvajes en los coliseos y anfiteatros, constituía un entretenimiento repulsivo para el judaísmo.

El deporte se convirtió en sinónimo de las detestables costumbres de los no judíos y creó una imagen negativa que predominó durante mucho tiempo.

En los siglos siguientes, el deporte se convirtió en prerrogativa de las clases desocupadas. Los comerciantes judíos raramente tenían ocasión de competir, y no había caballeros judíos que participaran en las gestas. Una vez que en Europa se crearon los ghetos, lo máximo a que se podía aspirar era a seguir la norma de Maimónides de enseñar a los niños a nadar, pero no para tomar parte en competencias sino para preservar la vida. Hubo algunas excepciones a esta regla. En las fuentes judías hay referencias a juegos de pelota, esgrima y equitación en España y Provenza durante la Edad Media. El Shulján Aruj (la guía que regula la forma de vida judía, del rabino Yosef Caro), publicado a mediados del siglo XVI, contendía si los juegos de pelota estaban permitidos en sábados y festividades. En aquella época, Rodolfo II prohibió las competencias de esgrima entre gentiles y judíos en Alemania.

El líder sionista Max Nordau definió acertadamente la cuestión al acuñar la expresión Muskel Judentum (“Judaísmo Muscular”) en el quinto Congreso Sionista de 1901: “Nuestra historia nos enseña que los judíos solían ser fuertes y musculosos, pero durante mucho tiempo sólo nos hemos preocupado de la autonegación física. En las estrechas calles del gueto olvidamos cómo ejercitarnos y erguirnos. Ahora, el peso ha desaparecido; nuestra voluntad es libre. Nadie puede impedir que nos dediquemos a la recuperación física; cuántos más judíos accedan a las diversas ramas del deporte, mayor será su autoconfianza y autorespeto”.

El mismo Nordau era una contradicción en sí mismo. Su padre era un rabino ortodoxo llamado Südfeld (“campo del sur”). A los 18 años, Nordau se rebeló contra la religión, y consagró el resto de su vida a combatirla; fue médico y periodista, y nunca se dedicó al deporte. Cambió su nombre, en clara rebelión contra su padre, por el de Nordau (“pradera del norte”); fue devoto seguidor de Teodoro Herzl, y cofundador de la Organización Sionista Mundial.

Es sorprendente que en las décadas de 1880 y 1890 proliferaran las sociedades de estudiantes judíos en las universidades de Berlín, Heidelberg, Munich, Praga y Viena, que fueron las precursoras de los clubes judíos de golf y navegación fundados en los países de habla inglesa varias décadas más tarde.

En 1885, 400 de los 1.100 miembros del Wiener Turnverein (el club de Gimnasia de Viena) eran judíos, y en 1896, seis atletas judíos ganaron trece medallas en las primeras Olimpíadas modernas, celebradas en Atenas.

El primer club deportivo judío se fundó en Budapest en 1888. Le siguió otro en Constantinopla en 1895, creado básicamente por judíos alemanes y vieneses que vivían en esa ciudad, y que fue el primero en adoptar el nombre de “Macabi”, tomado de los antiguos Macabeos. El club Bar Kojba se fundó en Berlín en 1898. A comienzos de la Primera Guerra Mundial, en 1914, había clubes deportivos judíos en Hungría, Suiza, Yugoslavia, Rusia y Polonia. El primer club de Eretz Israel se fundó en Yafo en 1906, pero ya en 1903 se había creado una organización techo llamada Die Jüdische Turnerschaft.

Deportistas judíos

Daniel Mendoza

El 5 de julio de 1764 nace en la ciudad de Londres Daniel Mendoza, que fue el campeón decimosexto en la sucesión de los campeones ingleses de peso pesado y el primer campeón de origen judío de Inglaterra durante los años 1792-95. Él fue el primer combatiente importante que practicaba el boxeo científico, es llamado el padre del boxeo científico. El estilo científico que incluía mucho movimiento le permitió superar a adversarios más pesados. En el año 1789 publicó “El arte de boxear”. Su popularidad contribuyó a cambiar el estereotipo inglés del judío débil por alguien que debe respetarse; también con él se inició el fenómeno por el cual los jóvenes ambiciosos provenientes de una minoría desfavorecida podían abrirse camino hacia una vida mejor. Su fama fue tan grande que fue invitado por el rey Jorge III y gozó del padrinazgo real.

El actor Peter Sellers fue descendiente de este famoso boxeador y también el comentarista inglés de deportes Mike Mendoza.

Harold Maurice Abrahams

Nació el 15 de diciembre de 1899; hijo de un judío lituano, fue un atleta británico que logró ser campeón olímpico de los 100 metros planos en la olimpiada de 1924 realizada en Paris. En la película “Carrozas de fuego”, podemos apreciar el ambiente de esta olimpiada y en especial las competencias de carreras en las que participó este famoso deportista judío.

Siendo estudiante en la universidad de Cambridge en el año de 1920 formó parte del equipo olímpico. En esos juegos olímpicos, no tuvo éxito y fue eliminado en los cuartos de final en los 100 y 200 metros, en el salto de longitud terminó en el vigésimo lugar y en la carrera de relevos 4 x100 m. terminó en cuarto lugar.
Abrahams contrató como entrenador a Sam Mussabini, bajo su dirección el atleta fue rigurosamente entrenado enfatizando primeramente para la carrera de los 100 m planos y la de 200 m como secundaria, primero perfeccionó su salida, sus zancadas y condición física.

La carrera de los 100 m planos se llevó a cabo el siete de julio a las 19 hrs. Harold Abrahams terminó en primer lugar ganando la medalla de oro, en tercer lugar terminó su amigo Arthur Porrit, más tarde Gobernador- General de N. Zelandia. El corredor judío tenía la costumbre de realizar una comida junto con su amigo Arthur cada año en la fecha del aniversario de su triunfo.

Ahora recordamos a este atleta por su tenacidad y no declararse fracasado hasta lograr llegar a las metas.

Cabe mencionar que en esta olimpíada de Paris ganó una medalla de plata por la carrera de relevos 4 x100 m. Al año siguiente una herida en el pie forzó a Abrahams a terminar su actuación en el deporte. Regresó a la abogacía, pero subsecuentemente fue un comentarista de atletismo por espacio de 40 años y en los últimos años fue ejecutivo de la asociación amateur de atletismo.

Harold Abrahams murió en Einfeld Inglaterra, el 14 de de enero 1978 a la edad de 78 años.

Mark Spitz

Nació el10 de febrero de 1950 en Modesto, California, Gracias a su padre Arnold, aprendió a nadar a los dos años mientras que la familia residía en Hawai. A los doce años Mark Spitz ya entrenaba seis horas diarias en la piscina de la Escuela YMCA, en Sacramento, Estados Unidos. Cuando su padre, Arnold Spitz, llegaba a recogerlo, y él aún daba las últimas brazadas de estilo mariposa, le interrogaba desde el bordillo: ¿Cuántos carriles tiene esa piscina?

“Seis, respondía el pequeño nadador. ¿Y en cuántos está el ganador? Solo en uno, solo en el mío”… De esta manera el mayor héroe olímpico de la natación del siglo XX formó una personalidad recia y competitiva, la misma que le permitiría convertirse, en 1972, en el único deportista de la historia capaz de conseguir siete medallas de oro en una olimpíada (Munich) y, a la vez, siete marcas mundiales.

La historia de este gran deportista de la natación, comenzó cuando su padre le enseñó a nadar antes que a caminar. Residían en Hawai, en donde, con apenas dos años, era capaz de nadar en la playa durante largas horas sin descansar. A los ocho años volvió a Sacramento, donde comenzó su verdadera preparación olímpica. Cuatro años después, entrenaba desde el alba hasta la hora de ir a la escuela y desde las 14: 30 hasta las 17:00 hrs. Este exigente ritmo lo llevaría a conseguir, con apenas 17 años, cinco medallas de oro en los XXX Juegos Panamericanos de 1967 y cuatro medallas en las Olimpíadas de México, un año más tarde.

Hasta entonces nunca había sido aceptado con simpatía por sus compañeros de equipo, porque lo consideraban “arrogante y vanidoso”. Esta faceta de su personalidad seguramente sufrió la influencia de su padre, para quien “nadar no lo era todo, sino ganar”. Spitz jamás recibió una felicitación de su parte, cuando obtuvo un segundo lugar. Pero, quizás fue ese el lema que marcó su participación en los Juegos Olímpicos de Munich en donde, con apenas 22 años, hizo historia al ganar los 100 y 200 metros estilo mariposa, 100, 200, 400 y 800 metros libres y el relevo 4 x100 metros.

No obstante, su triunfo fue amargo. Pocas horas después de que terminara su última competencia, un grupo de terroristas árabes asesinó a 12 atletas judíos. En el 2005, Mark Spitz fue escogido como abanderado de la Delegación estadounidense a los XVII Juegos Macabeos.

Actualmente vive en Los Ángeles con su esposa Suzy Weiner y sus dos hijos (Matthew y Justin).

Para finalizar podemos comentar que en las Olimpiadas han participado varios deportistas judíos, a continuación una lista:

Salvador y Gabriel Goldsmied, Tokio Japón 1964, judo.
Tamara Oynik, México cd. De M. 1968, natación.
Jorge Telch, México cd. De M. 1968l clavados.
Pedro Yoselevitz, México cd. De M. 1968 esgrima.
Linda Bejar, México cd. De M. 1968, esgrima.
Roberto Strauss, Munich Alemania 1972, natación.
Déborah Hill, Montreal Canadá 1976, clavados.
Hellen Plaschinski Moscú Rusia 1980, natación.
Carlos Romo Seúl Corea del sur 1988.
Marlene Bruteen, Seúl Corea del sur 1988, natación.