ANDRÉS ROEMER/BLOG DE ANDRÉS ROEMER

Para Estados Unidos 113 medallas, para China 87 y Gran Bretaña 54. Estas son las estimaciones de los resultados de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Para México se esperan hasta 15 medallas entre las cuales están clavados, tae kwon do, futbol y atletismo.
¿Son estas predicciones reales? ¿Por qué no pensar que en esta ocasión sí será posible ganar muchas medallas?

Las predicciones han sido objeto de deseo desde el inicio de los tiempos. ¿Quién no quiere saber cuándo va a llover o cuánto va a ganar en 10 años? Las predicciones nos ofrecen el tentador pronóstico. Hacen nuestra vida más fácil y plana, aunque ¿quién quiere saber cuándo va a morir? O como en la película de Steven Spielberg “Sentencia Previa”, ¿cuándo va usted a cometer un crimen y que sea arrestado antes de siquiera cometerlo? Quizá la vida no se haga más fácil después de todo.
Las predicciones han llegado a nuestra vida en todas formas, colores y sabores: Algunas clásicas como profetas, adivinación, oráculos y otras más sofisticadas como las estadísticas, las series de tiempo, la probabilidad, las finanzas, la meteorología. Miramos datos ciegamente en la historia, hacemos estadísticas con la excusa de que sería demasiado costoso considerar la historia de cada dato generado, los agregamos, hacemos estadísticas y ¡boom! Tenemos una predicción para el precio del petróleo a 20 años. Esta es la manera típica de hacer predicciones y parecemos contentos con ella. Finalmente funciona quizá con un ¿90% de confianza?
Aún queda un 10% que no sabemos qué sucede. Un chiste dice que los economistas pasan la mitad de su vida prediciendo y la otra mitad explicando por qué no sucedió lo predicho y, muchas veces, es verdad. En el afán de predecir desmesuradamente olvidamos la incertidumbre y su naturaleza impredecible. Miramos muchas veces la probabilidad frecuentista que nos dice que 90 veces de 100 estaremos en lo correcto con la predicción sobre el precio del petróleo, por ejemplo. Quizá debamos adoptar la visión bayesiana y hacer las cosas diferente para poder decir que con 90% de probabilidad, éste será precisamente el precio. Es una diferencia muy sutil, pero muy importante.

Ahora miremos qué sucede con ese 10%. A veces no asimilamos las lecciones de la física cuántica: TODO es posible. Esta es la idea del matemático, financiero, escritor y filósofo de la ciencia Nassim Taleb cuando dice, en tono burlón, que las predicciones basadas en estadísticas no sirven y que necesitamos reconocer que realmente no conocemos el mundo. Creemos que podemos explicar más de lo que hacemos y corremos el riesgo de levantar un mundo enclenque de conocimiento. Es decir, construimos un mundo deductivo, lógico, científico y consistente que, desgraciadamente, no es el nuestro; cometemos el error estadístico tipo 3: respuesta correcta a la pregunta incorrecta. ¿Cómo sucede esta construcción sin darnos cuenta? Recordemos la alegoría de las cavernas de Platón donde inferimos el mundo por las sombras que observamos. Podemos interpretar las sombras de una manera aunque significan otra, a veces es más peligroso contar con esa interpretación que no tener ninguna.
Las implicaciones de este pensamiento son enormes. Según Taleb el precio de una opción o acción se determina de manera heurística por una negociación entre traders y no con una sofisticada fórmula valedora del premio nóbel (Black-Scholes-Merton). Esto recuerda la idea de Keynes de que los mercados no están en equilibrio y que nunca llegaremos a él, bueno quizá en el largo plazo, cuando estemos todos muertos. Es decir, el equilibrio es fundamentalmente imaginario. La Economía, como se hace hoy, estaría incorrecta.

Podemos pensar que ya no hay para dónde hacerse, pero puede ser que exista otra alternativa. Conocer qué nos mueve para conocer cómo cambiará nuestro comportamiento ante determinados estímulos, puede ser la respuesta. Ya lo probó Robert Lucas Jr., premio nóbel de Economía, en la famosa “Crítica de Lucas”: evaluar una política ex-ante con datos históricos (como un incremento en los impuestos) es inútil, pues la gente reacciona diferente ante una nueva política y no se puede predecir con lo que ha pasado antes.

Cualquier cosa puede pasar aunque no cualquier cosa es igual de probable. Los países listados antes pueden ganar más o menos preseas y usted haga sus apuestas con su propia predicción y asuma el riesgo. Tome en cuenta también que el perfecto ajuste con la realidad NO significa necesariamente que la predicción es correcta. El resultado del Ring es difícil de pensar. Parece ser que existen dos dimensiones. La primera es lo que hoy sucede sin que necesariamente sea lo mejor que podemos hacer; ésta es la predicción como se hace hoy. La segunda es una predicción que incluye todos los escenarios, por improbables que sean, y no sólo en los promedios. En el mundo actual gana la primera dimensión aunque probablemente sería más deseable que ganara la segunda.