ANDRÉS OPPENHEIMER/EL PAÍS

El Ranking Global de Innovación 2012, elaborado conjuntamente por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual de Naciones Unidas (OMPI), y la escuela de negocios INSEAD, con sede en Francia, clasificó a 141 países según su capacidad de innovación, o habilidad para inventar nuevos productos.

No resulta sorprendente que casi todos los países latinoamericanos estén de la mitad para abajo en la nueva clasificación mundial de innovación de las Naciones Unidas. Lo que sí sorprende —y deprime— es que, con pocas excepciones, ni siquiera integran el subgrupo de los que están “aprendiendo a innovar”.

Es un indicador clave del futuro de los países: en una economía global basada en el conocimiento, donde las empresas que inventan nuevos productos —como Google, Apple o Facebook— a menudo tienen un valor de mercado más alto que la economía de países enteros, la innovación es un factor clave de crecimiento económico. Según el Ranking Global de Innovación 2012, los diez líderes mundiales en el campo de la innovación son Suiza, Suecia, Singapur, Finlandia, Inglaterra, Holanda, Dinamarca, Hong Kong, Irlanda y Estados Unidos. España, por cierto, está en el puesto 29. El ranking no sólo toma en cuenta las nuevas patentes registradas por país —un área en la que Estados Unidos está muy por delante del resto— sino también las inversiones en investigación y desarrollo, y el clima empresarial y regulatorio. Entre los datos del estudio:

Ningún país latinoamericano, con la excepción de Chile, figura entre los 50 líderes mundiales en innovación.

Chile está a la cabeza de los países latinoamericanos en el puesto número 39, seguido por Brasil (59), Colombia (65), Uruguay (67), Argentina (70), Perú (75), Guyana (77), México (79), Paraguay (84), Panamá (87), El Salvador (93), Ecuador (98), Guatemala (99), Nicaragua (105), Honduras (111), Bolivia (114) y Venezuela (118).

Brasil, a pesar de que se benefició de un cambio en la metodología del ranking este año, está nueve puestos por debajo del lugar que ocupó el año pasado.

Venezuela ha venido cayendo en picada en el ranking. El puesto 118 que ocupa este año está cerca del final de la lista, debajo de Zimbabue, Lesoto y Uganda.

Un cuadro estadístico adjunto que clasifica a los países entre los “líderes” en innovación, los que “están aprendiendo” y los que muestran un “bajo desempeño” en relación con su ingreso per cápita coloca en el primer grupo a Suiza, a los países del norte de Europa, Nueva Zelanda e Israel.

El grupo de los que “están aprendiendo” incluye a China, India, Vietnam y Ghana, mientras Chile aparece situado en una zona gris muy próxima a ellos. El grupo de países de “bajo desempeño” incluye a México, Argentina, Ecuador y Venezuela.

Soumitra Dutta, el académico del INSEAD que encabezó los estudios del Ranking, me dijo en una entrevista telefónica que las principales razones por las que no hay países latinoamericanos entre los primeros treinta líderes en innovación, pese al hecho de que Brasil y México se cuentan entre las doce economías más grandes del mundo, están relacionados con el ambiente político, regulatorio y empresarial. Asimismo, la calidad de la educación suele ser pobre, especialmente en el área científica, y en muchos países hay poco crédito disponible para nuevas iniciativas, agregó.

Cuando le pregunté si los países de “bajo desempeño” desconocen la creciente importancia económica de la innovación, la educación, la ciencia y la tecnología, Dutta dijo: “Los países de bajo desempeño de Latinoamércia están mejorando, pero el resto del mundo está avanzando más rápido. En Asia, están avanzando mucho más”.

Mi opinión: Debo confesar que me pareció raro ver a Suiza —un país que uno identifica más con los chocolates y los relojes que con las grandes invenciones— en el primer puesto de los países más innovadores del mundo. Después, leyendo el informe, descubrí que Suiza ha atraído una sorprendente concentración de centros internacionales de investigación y desarrollo.

Con respecto a la baja calificación de los países latinoamericanos, se debe en gran medida a que la mayoría de los presidentes se resiste a reconocer que la región se está quedando atrás en calidad educativa, ciencia y tecnología. Prefieren no hablar de estudios como el Ranking de Innovación Global, o los test internacionales PISA de estudiantes de 15 años, o de las estadísticas de la Oficina de Patentes y Marcas Registradas de Estados Unidos, que muestran que Corea del Sur sola registró 13.200 patentes el año pasado, mientras Brasil sólo registró 250, México 120 y Argentina 50.

Afortunadamente, algunos, como Chile, Brasil y Colombia, están empezando a reconocer el problema y a enfrentarlo. Pero casi todos los demás siguen contando el cuento chino de que sus países están haciendo grandes avances en educación, ciencia y tecnología, pese a que se están quedando cada vez más atrás del resto del mundo.