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4 de septiembre 2012.-A pesar de la coletilla de que está basada en hechos reales, The possession no deja de ser una actualización de El exorcista, con algún toque de los fantasmas japoneses que puso de moda The Ring, y una pizquita de Hellraiser (por aquello de la dichosa cajita). Una película que bebe, descaradamente, de muchos clásicos y que no aporta nada al género. Y, lo peor, ni siquiera da miedo.

Lo más interesante de la cinta, es que se cambia el tradicional exorcismo católico por el rito judaico. Aunque hay que reconocer que la escena roza lo ridículo, a pesar de sus claras intenciones de parecerse a la famosa e imitada secuencia de El exorcista.

A pesar de todo se ha convertido en la más taquillera de EE.UU. la semana pasada, gracias a un público ávido de emociones fuertes, que no se encuentran en esta película.

Y eso que lo tenía todo para ser un clásico. Empezando por el productor: Sam Raimi, renovador del terror gracias a la trilogía de Posesión infernal. Un director de culto del género, el danés Ole Borneadal, responsable de la interesante El vigilante nocturno (1994) y su versión amercianca La sombra de la noche (1997). Y las interesantes Dina, La sustituta, Just another love story y Deliver us from evil. Pero no puede hacer nada con un guión tan previsible y anodino.

Y una historia que podía haber dado mucho de sí y que se queda en cuatro sustos mal engarzados.

Basada en Hechos reales

“Destruiría esta cosa sin pensármelo dos veces si no fuera porque ignoro completamente a lo que estaría exponiéndome…” (anuncio de eBay)

Lo más interesante es la historia en la que se basa la película, la de una caja subastada por internet que, supuestamente, oculta un espíritu demoníaco en su interior: Un Dybbuk, un espíritu maligno según el folclore judío.

La leyenda sobre la caja comenzó en la Segunda Guerra Mundial cuando su primer propietario huyó a Estados Unidos. Falleció en 2001 dejándo la caja a su nieta. Ese año, un restaurador de muebles la compró a pesar de que la nieta le contó que nunca se abría ya que un dybbuk vivía en su interior. El restaurador de muebles se ofreció devolverle la caja, pero la joven sufrió una crisis de nervios y se negó a aceptarla.

Al abrir la caja el comprador encontró que contenía dos peniques de 1920, un mechón de cabello rubio, un rulo de cabello castaño y una pequeña estatua que tenía grabada la palabra hebrea “Shalom”. En la película los objetos son un poquito diferentes, pero están claramente inspirados en estos.

Y se cuenta que, después de comprar la caja, la madre del restaurador tuvo un ataque al corazón (un episodio recogido en el prólogo de la película) y su negocio se tambaleó.

Desde entonces la caja ha cambiado de manos frecuentemente y varios de sus dueños han informado sobre fenómenos extraños. Iosif Neitzke, la última persona en subastar la caja en eBay, aseguraba que era la causante de la aparición de luces y fuegos en su casa y de que se le cayera el pelo. Todos los dueños de la caja han comentado sobre un extraño olor a amoníaco y pesadillas que involucran a una horrible anciana junto a la caja.

Actualmente la caja pertenece a Jason Haxton, un experto de un museo de Missouri que, a diferencia de los dueños anteriores, no cree en la historia de una maldición.

La película
Con este material, Ole Bornedal nos cuenta la historia de una típica familia compuesta por dos padres divorciados y sus dos hijas. La pequeña, EM, compra una caja de madera que fue diseñada para contener a una presencia maléfica que toma posesión de un ser humano hasta que lo consume.

Los protagonistas son el padre, Clyde, interpretado por Jeffrey Dean Morgan (Watchmen, Los perdedores, Anatomía de Grey) y Kyra Sedgwick (The Closer) que cumplen con sus papeles de progenitores, al principio incrédulos y despue´s dispuestos a todo por salvar a sus hijas del mal.

Mención aparte merece la joven Natasha Calis, que interpreta convincentemente a Em, la niña poseida. Un personaje inspirado en la niña del exoprcista, aunque con muchísimo menos maquillaje y más pelo al estilo de los fantasmas japoneses. Pero nunca llega a dar tanto miedo como su referente.

En fin, una película que podía haber sido mucho más interesante, en todos los aspectos, y que es una más del montón de terrores adolescentes que nos asolan todos los años.