BECKY RUBINSTEIN F.

VIAJE 1: Pachuca, Hidalgo.

Los viajes ilustran, dijo alguien-. Y no se equivocó…

En una visita a Pachuca, Hidalgo, pude corroborar el influjo que el judío, desde su llegada al Nuevo Mundo, tuvo y ha tenido en su ambiente.

De Colón, el llamado “Descubridor de América”, se cuenta que era judío, y, por lo tanto, a pesar de los deseos de sus adeptos, no ha sido canonizado. También se cuenta que Colón se hizo acompañar de judíos, entre ellos, un traductor ducho en letras, quien hablaba caldeo, hebreo, latín, griego, además de castellano. Por si acaso… Sí, por si acaso, arribaban a Jerusalén.

Por supuesto que nuestro tema no es el viaje, o los viajes de Colón, sino un viaje-ya anunciado -a Pachuca Hidalgo, donde se presentó Frida para ti, un texto para niños de mi autoría sobre la vida y obra de Frida Kahlo, -según cuenta la leyenda, certera o no- hija de un judío procedente de Pforzheim, Alemania, uno de los voceros más fehacientes de la trayectoria de Porfirio Díaz, a través del arte de la fotografía.

Y para los que piensan que andamos por las ramas, pronto llegaremos al meollo del asunto.

Tras el performance inspirado en la fabulosa pintora apenas citada, aparecieron, como de la nada, unos jóvenes, dos mujeres y tres varones, en un espectáculo para niños aprovechando las vacaciones de verano.

Pronto se dieron a conocer. Eran periodistas nóveles, y si no mal recuerdo, fotógrafos. Uno de ellos, pintor, mostró en su celular, “Las dos Fridas”, concebidas por la Kahlo: la europea y la mestiza, en forma de “calacas”. Era un homenaje a la esposa de Diego Ribera y un pretexto para mostrarla “deshuesada” para Día de Muertos.

Entre plática y plática, salieron a colación, hechos que me cimbraron: Parte de su paisaje cotidiano, era “El Auditorio Gota de Plata”, construido en 1905, gracias a la bonhomía de Don Pedro Dondisch, z’l y, cuyo “proyecto conceptual” fue concebido por el artista hidalguense Byron Galvés, realizador de un mural horizontal de 4 00 metros de largo por 80 de largo, llamado “Homenaje a la mujer del mundo”. Por cierto al artista hidalguense los muchachos ligaban con Eva, su esposa e incansable dealer. Igualmente, para ellos, es lugar de esparcimiento “El Parque Cultural David Ben Gurión”, sobre un camino seco y desolado en el ejido de Venta Prieta, según nos enteramos en Un hombre Grande, Pedro Dondisch.*, biografía de uno de los filántropos más prominentes de la comunidad ashkenazi en México.

Lo más sorprendente, fue enterarme que, la dirección donde me comprometí a enviar periódicos y libros para “mis nuevos amigos”, se encontraba, nada más ni nada menos, que en Venta Prieta, donde, leemos en el libro sobre Don Pedro Donsdisch, “vive una comunidad judía con una historia muy particular: sus miembros se consideran descendientes de aquellos judíos conversos que llegaron a la Nueva España buscando libertad porque en España y Portugal la Inquisición los perseguía…”

Y de El Oro, Michoacán –prosigue la historia- tras una persecución religiosa, se establecieron en Venta Prieta.

Sí, en Venta Prieta, donde un grupo de escritores de APEIM (Asociación de Periodistas y Escritores Israelitas de México) pasamos hace unos años un emotivo fin de semana en un viaje a Pachuca, Hidalgo; cuando fuimos a conocer minas, estaciones de tren, a deleitarnos con los pastes de reminiscencia inglesa, y donde visitamos a los llamados “Judíos de Venta Prieta”, quienes nos recibieron un shabat con una modesta cena, cantos tradicionales y mucha plática.

Aún guardo la fotografía del rabino de Venta Prieta, comunidad con parientes en Israel, o relacionados con la comunidad capitalina, la que – secreto a voces- no siempre ha sido aceptada.

Los recortes sobre Tina Modotti y los libros de poesía van en camino a Venta Prieta.

Llegarán a las manos de jóvenes, quienes alguna vez jugaron en el parque a nombre de Ben Gurión, o bien presenciaron algún espectáculo en el auditorio “para dos mil personas en una superficie de 14 000 metros cuadrados”, como se nos informa.

Y me acabo de enterar: en aquel lugar desértico y pobre, se sembraron miles de olivos, acostumbrados a soportar climas extremos, hermanos de los olivos nacidos, desde tiempos inmemoriales, en la tierra de los judíos: Israel.

*Un hombre Grande, Mónica Unikel- Fasja, México, 2005.