PERIODISTA DIGITAL

Esta semana he traducido a los lectores un articulo escrito por el Profesor Shlomo Avineri, de los intelectuales más destacados de Israel, en el cual habla de los motivos por los cuales surgió la democracia Israelí.

Esta pregunta me la han hecho más de una vez: “Tus escritos académicos y políticos, afirman que el éxito de sociedades en desarrollar y mantener los regímenes democráticos está relacionado con el patrimonio histórico o con su ausencia, ya sea en Rusia o Egipto. Si es así, ¿cómo explicar las raíces de la democracia Israeli? ¿Tiene ella raíces históricas?

En muchos libros de ciencias políticas la respuesta a esta pregunta es afirmativa, Israel es una democracia porque los fundadores, procedentes en su mayoría de Europa, han adoptado las tradiciones europeas de los procesos democráticos y construyeron las instituciones del Estado por nacer segun ellos…

Este argumento es problemático, ya que los primeros Judios Sionistas no provinieron de Noruega o el Reino Unido. Venían de países no democráticos donde los Judíos fueron discriminados y perseguidos: de la Rusia zarista o comunista, de Polonia del mariscal Pilsudski, de los países árabes, la Alemania nazi y la Austria ocupada por los nazis. Si ellos hubieran traido consigo las tradiciones políticas que conocían, lo que se hubiera establecidó aquí no seria una democracia. Por supuesto, se puede argumentar que ellos trajeron ideas democráticas, pero en decenas de nuevos Estados establecidos en el Tercer Mundo después de la Segunda Guerra Mundial, y que adoptaron las ideas occidentales de democracia, esta no duró mucho. No es suficiente con que haya ideas. El éxito de la democracia depende de las instituciones sociales, la configuración social, la existencia de la sociedad civil, la tolerancia y el pluralismo.

El intento de encontrar las raíces de la democracia en la Biblia o el Talmud no tiene sentido. Los Reinos del primer y segundo Templo no eran democráticos y no pudieron serlo, y el aferrarse al significado de las expresiones esporadicas en esas fuentes es irrelevante, como las afirmaciones de que Jesús era socialista, o que el Islam de Muhammad era democrático

Esta cuestión tiene una importancia especial, porque desde su creación, Israel se enfrenta a desafíos, externos e internos, que son más difíciles que los que enfrentan otros países nuevos: la hostilidad de sus vecinos, las guerras repetidas, enormes olas de inmigración, la existencia de una minoría nacional. Estos desafíos, incluso en una dosis más baja provocaron en muchos países el surgimiento de dictaduras militares o regímenes despóticos.

Para entender las raíces de la democracia Israelí hay que reconocer que esta no fue establecida con la creación del Estado en 1948, sino que era una continuación de la operación institucional en el movimiento sionista y en la comunidad judía que vivía en Israel durante el Mandato Británico. Desde los años 20 hubo una Asamblea elegida en elecciones multi–partidarias, así como en el Movimiento Sionista, que se basó desde sus inicios en elecciones. La existencia de partidos políticos en los primeros años de Israel eran una continuación de la actividad pre-estatal, y, por lo tanto, la transición entre lo que se llama “el Yishuv organizado” y las instituciones estatales fue relativamente fácil.

Pero cómo creció tal marco de acción en la comunidad judía y el movimiento sionista? Los líderes de la comunidad no adoptaron un modelo externo. Los inmigrantes que llegaron a Israel construyeron una sociedad representativa basada en la tradición de las instituciones de la comunidad judía en la diáspora. En ausencia de estado o institución religiosa jerárquica, los Judíos en la diáspora organizaron sus vidas sobre una base voluntaria. Si los Judíos en tal o cual población querían establecer una sinagoga, una institución educativa o un cementerio, la única manera de hacerlo era organizarse y elegir a sus propios líderes (líderes comunitarios).Si querían un maestro religioso, tenían que elegir un Rabino.

Toda comunidad judía era como una polis en miniatura: ellos establecieron sus reglas, sus miembros decidieron quien tenia derecho a votar y a ser elegido, sus instituciones, recaudaban impuestos, y regulaban sus relaciones con las autoridades. Como no había una institución central que fijara normas – el carácter de las comunidades no era uniforme. Había comunidades más igualitarias y democráticas, y las había más oligárquicas. Los rabinos eran nombrados por la comunidad y podrían ser despedidos o trasladados de sus puestos. Cuando había controversias, había miembros que se separaban y formaban su propia sinagoga o una comunidad separada. En la mayor concentración de Judíos en Polonia, se formo durante generaciones un organismo que representaba a la totalidad de las Comunidades Judías, llamado “Consejo de los Cuatro Tierras”. Este comité se reunía una vez al año, analizaba las relaciones con las autoridades, la fiscalidad, asuntos de educación general y, si era necesario, también ayudaba a las comunidades desfavorecidas o vulnerables, especialmente en tiempos de crisis y de pogroms.

Por lo tanto, incluso sin un estado, la vida judía se concentró en instituciónes comunitarias, que eran esencialmente políticas y basadas en representación de los habitantes. No era una representación democrática e igualitaria en su forma moderna. Las mujeres no elegían, y solo a los contribuyentes se les permitia elegir. Pero la representatividad era la infraestructura y los Judíos vivían en un ambiente de elecciones,luchas políticas y coaliciones. Era algo de gran importancia que la comunidad podía remover a los líderes de sus puestos.

Hay aquí una paradoja, ya que muchos de los inmigrantes a E. Israel, especialmente en la segunda y tercer ola, eran seculares. Ellos se rebelaron contra el marco tradicional de la “shtetl”, ciudad del este europeo, pero utilizaron sus instituciones como ejemplo.Así que, cuando se establecieron o fundaron Tel Aviv y las colonias llamadas kibbutzim o moshavim, lo primero que hicieron fue convocar una asamblea general para elegir un presidente, un secretario y un tesorero, y determinar por sí mismos las reglas y principios de conducta. A veces hubo luchas duras y amargas en el camino.

Elecciones y representatividad,que fueron el fundamento de la vida pública judía en el exilio, fueron fáciles de copiar a la realidad revolucionaria en Israel, y esta tradición con el tiempo permitió la absorción de las inmigraciones de masas en esos marcos de representación. También se conservaron algunos de los aspectos menos simpáticos de la comunidad, como la politiquería. Toda esa tradición no figuraba en textos sagrados, sino en realidades sociales concretas, y fue adaptada a la nueva realidad.

Esta es la respuesta a las preguntas sobre los orígenes de la democracia Israelí y su legitimidad interna, la que permitió la supervivencia en condiciones difíciles en el país y en el extranjero. Con todos los defectos de la democracia israelí, esta nunca ha experimentado una crisis constitucional y nunca hubo en ella un movimiento anti-democrático declarado.

Sin embargo, no se puede ignorar el hecho de que la democracia Israelí está hoy enfrentando retos difíciles, y principalmente dos: En primer lugar, el hecho de que Israel controla ya hace más de cuatro décadas a la población conquistada en Cisjordania ha creado modelos de comportamiento que amenazan con repercutir en el país mismo. No es simplemente que la ocupación corrompe, sino que quienes no están acostumbrados a utilizar herramientas democráticas en su vida diaria, comienzan a comportarse así en Israel. Este comportamiento puede ser visto en grupos de colonos, o en los organismos de seguridad y en el público en general. En última instancia, no se puede ser al mismo tiempo un ocupante y un demócrata.

En segundo lugar, los cambios demográficos en la población judía han aumentado el poder de los factores que derivan su legitimidad de otras fuentes, como el extremismo en partes de la comunidad religiosa, y a veces – en modelos del mundo de la Unión Soviética o post – soviética que existian en sus paises de origen.

Contra estas tendencias hay que luchar con la ayuda de la conciencia de las profundas raíces de la democracia en la historia judía.

Tradición de elecciones y reprentatividad no son ajenos al Pueblo Judío.