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“De triunfar, Henrique Capriles tendrá que tomar decisiones impopulares, ya que heredará una situación social insostenible”, afirma Moisés Naím, uno de los columnistas más leídos de Latinoamérica, ex director de la influyente revista Foreign Policy y ex ministro de Comercio de Venezuela. Desde Washington D.C., donde vive y trabaja, el analista político sigue de cerca las elecciones que definirán el futuro de la Venezuela chavista, proyecto político del cual es un fuerte y abierto crítico.

¿Qué pasará si gana Capriles?

El tendría que recomponer una estructura fiscal y política totalmente destruida por el actual gobierno, mientras enfrenta a una oposición chavista con dinero, una amplia base social y política y una enorme capacidad de disrupción. La clave para Capriles será lo que suceda en los 90 días que van desde que es electo hasta que asume en enero. En Venezuela el sector público es muy dominante y, al mismo tiempo, absolutamente inoperante. Para ser funcionario del Estado hay que ser partidario explícito del Presidente Chávez, por lo que los funcionarios públicos son sus más fervientes seguidores. Por eso es que si el presidente pierde y reconoce su derrota, en los 90 días siguientes a la elección el sistema público se paralizará y será saqueado.

¿Venezuela es ingobernable sin Chávez?

El “año después” de Capriles se caracterizaría por la lucha entre un gobierno que tratará de hacer cambios indispensables y una oposición feroz que impedirá cualquier intento de reforma. La criminalidad venezolana, por ejemplo, no se debe a la pobreza o la desigualdad, sino que al ambiente de impunidad y destrucción de las instituciones, por lo que para luchar contra el crimen cotidiano se necesitará un vigoroso despliegue policial. Esto puede ser muy mal acogido por la población. Además, un nuevo gobierno heredará un país militarizado, donde muchísimos cargos importantes de la administración pública están en manos de militares y habrá que mandarlos de vuelta a sus guarniciones.

¿Capriles podría negociar con el chavismo?

Depende si Chávez sigue a la cabeza del chavismo o si este movimiento se convierte en un grupo fragmentado, como sucede actualmente. También es una incógnita cómo actuará Cuba, que depende económicamente de Venezuela, o de China, que tiene muchos intereses económicos debido al petróleo. Capriles tendría que negociar con Cuba, no suspender el flujo de petróleo, a cambio de repatriar paulatinamente a los miles de cubanos que actúan en el gobierno venezolano. También tendría que decirles a los chinos que no se preocupen, que Venezuela seguirá enviando petróleo. Igualmente, va a tener que asegurarle a la gente que los planes sociales del régimen no desaparecerán. Sin embargo, llegará un momento en que estas negociaciones chocarán con el hecho que estas promesas son difíciles de sostener en el tiempo. Pero ese el camino y hay que hacerlo.

Al contrario de los tradicionales candidatos de derecha, Capriles es un socialdemócrata. ¿Qué importancia tiene esa diferencia?

Capriles es el mejor candidato que ha tenido la oposición, ya que es pragmático y no ideológico; además, tiene muy claro las debilidades y restricciones que tendrá si es que gana. Hoy estamos ante una nueva y muy diferente oposición y si bien todavía tienen cierta influencia actores de la llamada “vieja política”, del bipartidismo anterior a la “era Chávez”, es obvio que la oposición muestra ahora rasgos novedosos: su cúpula y su candidato presidencial son jóvenes, su imagen no está asociada con el pasado y es imposible endosarle responsabilidades por la situación actual.

Hoy, ¿la oposición venezolana tiene algo que aprender de la transición chilena?

Venezuela está muy lejos de contar con la institucionalidad que tenía Chile a fines del gobierno de Pinochet, cuando existían tribunales relativamente autónomos y los militares no habían penetrado el sector público como en mi país. Venezuela está mucho más deshilachado y Chávez, a diferencia de Pinochet, deja un aparato estatal que no funciona.

¿Y qué sucederá si Chávez es reelegido?

Con Chávez como Presidente, la palabra clave de su período será cáncer. Hay un discurso muy interesante que él dio en esta campaña, en el cual no pidió votos a sus seguidores, sino que se puso a llorar y le suplicó a Dios que le diera más tiempo para vivir. Eso demuestra que mintió cuando dijo que se había curado del cáncer. De hecho, varias cancillerías y presidentes latinoamericanos creen que la enfermedad de Chávez está en un estado terminal. En ese contexto, podría suceder que él gane, pero que el 2013 se vea inhabilitado para ejercer la Presidencia -aunque no necesariamente muera-, lo que generaría un gran problema: la Constitución venezolana chavista establece que si el Presidente no puede cumplir con sus funciones, hay que llamar a nuevas elecciones. Si eso sucede, Henrique Capriles le sacaría una gran ventaja a cualquier candidato que no sea el actual Presidente. Como eso lo tienen muy claro los chavistas, aprovecharán que controlan la Asamblea Nacional para cambiar la Constitución y establecer que en caso de incapacidad del Presidente, sea el Vicepresidente quien termine el período.

¿Chávez estaría dispuesto a dejar el poder si pierda la elección?

Todos se hacen esa pregunta, pero es imposible de saber. Puede pasar, por ejemplo, que Chávez diga que entregará el poder, pero si centenares de miles de chavistas salen a las calles armados y hacen disturbios, ni él podría controlar eso.

¿Qué influencia tendrá en Latinoamérica el resultado de esta elección?

El país más afectado con una derrota de Chávez sería Cuba, la que ha podido posponer sus reformas gracias al subsidio venezolano. Lo mismo sucede con otros países caribeños y centroamericanos, como República Dominicana y Nicaragua, los que reciben gran ayuda en petróleo. También la alianza de las naciones del ALBA sufriría significativamente, lo mismo que el gobierno argentino, que cuenta con el respaldo de Venezuela. El que viene después en la línea de los presidentes populistas y socialistas es Rafael Correa, de Ecuador, pero él no posee ni el carisma ni la billetera de Chávez. También las empresas brasileñas se verían muy afectadas, porque cuentan en Venezuela con un mercado cautivo protegido por el gobierno. Eso explica el inaudito silencio que han tenido Lula, primero, y Dilma Rousseff, después, frente a la situación venezolana. Es más, la Presidenta de Brasil se rehusó a recibir a Capriles, mientras que Juan Manuel Santos, que está en una situación mucho más delicada, lo recibió en el palacio presidencial.

¿Una derrota de Chávez podría generar un “efecto dominó” y debilitar a otros gobiernos de izquierda en la región?

No olvidemos que el Chávez de hoy no es el mismo de hace unos años, el que gozaba de gran popularidad e influencia. Hoy está mucho más menoscabado, debilitado física y políticamente, y con menos dinero para regalar. Ya no se puede exportar la revolución bolivariana, puesto que no hay mucho que mostrar.

¿Qué posición tomará Estados Unidos frente a un nuevo triunfo de Chávez?

Los norteamericanos tienen preocupaciones y emergencias en otras zonas como el Medio Oriente y Afganistán. Además, han aprendido que no pueden ser protagonistas y que su presencia debe ser manejada con mucha discreción. El único que puede realmente descomprimir la situación es Brasil, pero, lamentablemente, hasta ahora no ha dado señales de ser un actor imparcial.