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LAS SEGUNDAS TABLAS Y EL CAMINO DE REGRESO

Nos vemos forzados en vez de eso a decir que Di-s congratuló a Moisés por la ruptura de las tablas, porque su acto fue en honor no solamente de la Torá? sino también de Israel.

Aquí debemos recordar que Di-s no congratuló a Moisés de inmediato. Esperó hasta que hubiesen pasado cuarenta días, hasta que dio la orden: “Haz dos tablas de piedra como las primeras que quebraste.” Y Rashi no le da la interpretación de que las palabras de Di-s eran de congratulación hasta Vezot Haberajá, a la muerte de Moisés, cuarenta años después. Esto por sí mismo sugiere que la virtud total del acto de Moisés no fue aparente hasta el final de su vida.

La explicación es ésta.

El Talmud nos dice que “los Israelitas únicamente hicieron el becerro de oro para darle un buen argumento a aquellos que volvieran y se arrepintiesen.”

Di-s le permitió a los israelitas ser tentados y que hicieran el becerro únicamente para su arrepentimiento final, el cual no tuvo precedentes: uno que los llevaría a un nivel más alto de espiritualidad que el que habían logrado antes del pecado.

Así, la ruptura de las primeras tablas debido al pecado del becerro de oro preparó el camino para las segundas tablas que eran mayores que las primeras – el perenne recuerdo del poder del arrepentimiento no meramente para borrar los pecados del pasado, sino para llevar al hombre a nuevas alturas espirituales. Esta también fue la intención última de Moisés al rehusarse a darle la Torá a “apostatas.” No deseaba simplemente defender el honor de la Torá, sino despertar en Israel un deseo de volver a Di-s. Él era como un padre que conduce a su hijo errante a su casa, no para asilarlo, sino para crear un ansia de volver.

Por eso Moisés quebró las tablas “a la vista de toda Israel.” Era un gesto público, dirigido a los israelitas, algo que ellos verían y que los haría cambiar para el bien.

A eso se debe el ayuno del 17 de Tamuz, el día en el que se quebraron las tablas, que ser transformado en el Tiempo por Venir, un día de alegría y regocijo. Por ahora solamente vemos las consecuencias inmediatas del becerro de oro, los sufrimientos de exilio, varias de cuyas tragedias también se produjeron el 17 de Tamuz. Por lo tanto, ayunamos. Pero cuando el regreso de Israel a Di-s sea completo, se ver que se inició el día en el que se destrozaron las tablas, y ser un día de regocijo.

Pero únicamente cuando se habían ordenado las segundas tablas – el signo del poder del arrepentimiento – fue que Di-s congratuló a Moisés. Y esta felicitación no fue explicita sino hasta el fin de la vida de Moisés, cuando se le dio una visión del “último día” y vio “todo lo que le sucedería a Israel en el futuro hasta la resurrección de los muertos.” Y fue entonces que vio el triunfo final del arrepentimiento, el cumplimiento mesiánico de lo que había iniciado en Sinai.

EL REGOCIJO CON LA TORÁ

Ésta es, entonces, la conexión entre Vezot Haberajá y Sheminí Atzeret.

De cara a eso, deberíamos celebrar el Regocijo de Simjat Torá con la Torá en Shavuot, cuando se dieron por primera vez los Diez Mandamientos. Pero nuestro mayor regocijo pertenece a las segundas tablas, que fueron dadas en Iom Kipur. Y Sheminí Atzeret es el final del ciclo festivo que se inicia con Iom Kipur.

Sin embargo, debemos también recordar que las primeras palabras de la bendición de Moisés, “El Señor vino del Sinai…” hacen referencia a la primera ocasión en la que se dio la Torá, así que esto también debe tener relevancia para Simjat Torá.

LOS JUSTOS Y LOS ARREPENTIDOS

La diferencia entre las primeras tablas y las segundas es como la que hay entre los justos y los arrepentidos. Cuando se dieron las primeras, Israel era todavía justo, pero al momento de las segundas habían pecado y se habían arrepentido.

Los justos son hombres cuya virtud consiste en el hecho de que viven de acuerdo con la Torá. Pero el arrepentimiento llega aún más alto que la Torá.

Descansa en el vínculo entre Di-s y el hombre que sobrevive aún cuando el hombre comete una trasgresión contra la ley de Di-s. Así, al momento de las primeras tablas, Israel recibió una revelación de la Torá. Pero al momento de las segundas, ellos mismos dieron la revelación a la Torá. Habían ido más allá, hasta la unión esencial entre Di-s e Israel.

Ésta es la relación de Vezot Haberajá con Simjat Torá: La Sidra se inicia con las primeras tablas, cuando Israel se regocijó en la Torá. Y finaliza con las segundas tablas, cuando la Torá? misma se regocijó en Israel.

De manera similar, Simjat Torá? significa “regocijo con la Torá,” y también significa “regocijo de la Torá.”

El Día y el Año

Los Festivales no fueron establecidos como eventos independientes, días de luz y alegría. Nuestra tarea es llevar lo que sentimos en estos días a todo el año. Forman un santuario en el tiempo, cuya luz debe ser difundida a cada esquina del calendario.

Pero al ser confrontado con esta misión, el judío puede sentirse intimidado por su enormidad. ¿Cómo puede el mundo secular, del que Di-s está tan escondido, ser receptivo a su opuesto, la luz de la santidad?

Aquí la Sidra nos da el precedente y la fortaleza; pues hasta esa aparente calamidad, la ruptura de las tabas fue potencialmente el inicio del camino de regreso a Di-s, la apertura de un acceso nuevo y más elevado a las alturas del espíritu. Es por eso que tan pronto leemos la frase sobre las tablas, “a la vista de toda Israel,” empezamos de nueva con las primeras palabras de la Torá, “Al principio, Di-s creé…” Ya que con los poderes Divinos dentro suyo, los poderes que descubre al volver a Di-s, el judío puede estar en los confines más oscuros de una orden secular y crear un nuevo mundo. Puede ser arquitecto y constructor de un mundo en el que “toda criatura conoce a su Creador, y todo dominio reconoce la soberanía de Di-s.”