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18 de octubre 2012.-Un año después de volver a nacer, Gilad Shalit rompe su silencio. “El secreto fue mantener la rutina. No quedarse tirado sin hacer nada. Así que, excepto al principio que me fue muy duro, estuve activo y haciendo las mismas cosas cada día. Levantarme e irme a dormir más o menos a la misma hora. Seguía las fechas, al final no hubo momento en el que no sabía qué día era. Después, aprendí a saber las horas”.

Y fueron muchas. Las que dan 1.941 días en manos del brazo armado del grupo islamista Hamas en la Franja de Gaza. El 18 de octubre de 2011, Shalit recuperó la libertad en un canje que liberó, en dos tandas, a 1.027 presos palestinos.

“Es un auténtico milagro que Gilad esté sano y con la mente lucida tras más de cinco años secuestrado y bajo tierra. Lo pasó muy mal aunque no le torturaran cada día”, comenta a ELMUNDO.es Arik Henig, periodista deportivo convertido en inseparable amigo de Shalit.

Ambos escriben una columna conjunta en el diario ‘Yediot Ajaronot’. La liga israelí, la NBA, Juegos Olímpicos, Eurocopa… y el último Clásico en Barcelona: “Fue espectacular. Disfrutamos mucho del fútbol, el ambiente, la ciudad, la hospitalidad”, dice Henig.

Shalit también mostró su emoción y reveló que “a raíz de las amenazas de grupos propalestinos de hacer manifestaciones contra mi asistencia al partido, escoltas de seguridad nos acompañaron durante nuestra estancia en Barcelona”. Antes del Clásico, Shalit jugó un partidillo en el colegio judío de Barcelona.

En un documental emitido este miércoles por el Canal 10, Shalit recuerda el ataque contra su base en la frontera (“Nunca pensé que Hamas pudiera ser capaz de realizar una acción de forma tan perfecta. No valoramos de lo que eran capaces”) Fue el inicio de su pesadilla, el 25 de junio del 2006.

‘Temía que me hicieran desaparecer’

“Tenía miedo de que se olvidaran de mí… Que me hicieran desaparecer. En esos momentos intenté ser optimista. Agarrarse a la única oportunidad aunque sea la más pequeña. Disfrutar de lo que tenía aunque fuera escaso y mi vida fuera miserable. Concentrarme en pequeñas cosas. Lo que me dejasen. Televisión, radio, comida pasable, que no abusaran de mí demasiado”, relata.

En Israel aún se preguntan cómo un chaval enclenque de 19 años pudo sobrevivir tanto tiempo aislado sin volverse loco. Días enteros no decía ni una palabra, relata.

Con el objetivo de no perder la noción del tiempo, aprendió a contar las horas siguiendo el amanecer, atardecer y los rezos de los captores. “Al principio, no tenía ni idea de lo que pasaba en Israel o en el mundo. Al cabo de un tiempo, me permitieron ver noticias en árabe en la tele. Poco a poco empecé a entender árabe”.

“No sufrió torturas muy graves ya que los secuestradores se dieron cuenta pronto que Shalit era más valioso como as para un canje que para sacar información”, afirma una fuente de seguridad.

“En un momento dado se creó una cierta comunicación con los captores, incluso hubo una risa. Recuerdo una vez que vimos el Hapoel Tel Aviv-Lyon de la Liga de Campeones. Uno de sus mejores partidos con el famoso gol de tijereta de Eran Zehavi. Se quedaron de piedra por el gol, no se creían que un equipo israelí podía jugar así”.

Siendo niño en su localidad norteña de Mitzpe Hila, era un gran aficionado al baloncesto y el fútbol. El deporte, pues, le ayudó a conservar su lucidez. “Las cosas deportivas me ayudaron en el secuestro. Hacía todo tipo de juegos extraños, por ejemplo, convertía los calcetines en una pelota y la tiraba a la papelera. Jugaba conmigo mismo”.

Shalit elaboró listas de eventos deportivos y dibujos de Mitzpe Hila. “Dibujaba todas las casas. Lo hice al principio para que no se me olvidara. Algunas listas las escondía porque a algunos de ellos no le gustaba. Pensaban que estaba recogiendo información”.

Recuerda el día hace un año. El traslado a la frontera egipcia escoltado por el jefe del brazo armado de Hamas, Ahmed Jabary. La llegada a Rafah, en Egipto. Y el último calvario o, cómo define su madre Aviva, “un abuso”: la polémica entrevista forzada con la periodista egipcia Shahira Amin.

Shalit destaca hoy algo que pocos pensaron en ese momento: “Era la primera mujer que yo veía cara a cara en cinco años y medio”.

Entrevistado por una mujer

¿Cómo fue de repente ver a una mujer? ¿Escuchar la voz de una mujer?, le preguntan hoy. Shalit hace una mueca de picardía y timidez: “¿Tenía que ser precisamente ella?”(Se ríe)…”Es broma, fue un sentimiento extraño pero no fue un gran shock. Tenía la presión de sangre muy baja y me sentí mal. En la entrevista se ve que hago movimientos así (gesticula) que no me encuentro bien”.

El símbolo Shalit inició entonces su imposible camino para ser el ciudadano Gilad. “Sentí un alivio, que todo había acabado… que el pozo en el que estuve encerrado, ya está. Luego la expectación, los medios, la emoción de la gente”.

El ex soldado confiesa: “Me será difícil enviar a mis hijos al Ejército pero el Estado es el que me sacó de allí pagando el precio entre comillas. No hay duda que enviaré mis hijos al Ejército. Espero que no tengan necesidad de ir pero en estos momentos no lo veo posible”.

Su primera noche en casa fue especial. “Estaba muy cansado y a las .9.00 ya estaba en la cama. Pero a las 02.00 me desperté y empecé a dar vueltas en la casa. Me acerqué a la ventana. Había guardias dando vueltas en el jardín”.