ANDRÉS OPPENHEIMER/REFORMA

La política exterior del candidato republicano Mitt Romney basada en el concepto de “la paz mediante la fuerza” probablemente llevaría a un retroceso a los tiempos del ex Presidente George W. Bush, pero debemos darle crédito por una cosa: está poniendo énfasis en mirar a Latinoamérica como una tierra de oportunidades.

Durante el debate presidencial sobre política exterior de la semana pasada -que resultó ser un debate que trató casi exclusivamente del Medio Oriente-, Romney fue el único que mencionó a Latinoamérica. Y, lo que es más importante, lo hizo bajo una luz positiva, sin caer en el viejo hábito de Washington de ver la región exclusivamente bajo el prisma de las drogas, la criminalidad o la inmigración ilegal.

Romney dijo que, si resulta electo, incrementaría el comercio mundial de Estados Unidos, “particularmente con Latinoamérica”. Agregó que hoy día “estamos muy concentrados en China. Latinoamérica es una enorme oportunidad para nosotros”. El Presidente Obama, en su respuesta, cambió de tema.

Es cierto que Romney posiblemente planteó el tema porque necesita desesperadamente mejorar su pésima imagen entre los votantes latinos, que recuerdan muy bien su retórica antiinmigrante durante las primarias. Según la última encuesta de NBC/Telemundo/Wall Street Journal, Obama le está ganando a Romney por 70 por ciento contra 25 por ciento entre los votantes hispanos.

Asimismo, la promesa de Romney de fortalecer las relaciones comerciales con America Latina puede ser una fantasía, considerando que la mayoría de los latinoamericanos apoyan a Obama. En la última encuesta de Latinobarómetro en 18 países latinoamericanos, Obama tiene un índice de aprobación más alto que cualquier otro Presidente de la región.

Pero la sola mención del candidato republicano a la región como una tierra de oportunidades fue una adición muy necesaria a la estrecha agenda de política exterior de Washington.

CONSIDEREMOS:

– América Latina es una de las pocas áreas del mundo que está creciendo. Entre 2003 y 2010, el ingreso promedio de la región ha crecido un 30 por ciento, y 73 millones de personas han salido de la pobreza, según el Banco Mundial. Eso significa millones de potenciales nuevos consumidores de productos de Estados Unidos.

– Varios países, especialmente Chile, Perú, Colombia, México y Brasil han roto con la vieja maldición latinoamericana de inestabilidad económica y política, y los inversores internacionales los consideran cada vez más como países “serios”. Aunque otros países con Gobiernos populistas como Venezuela, Argentina y Bolivia están destruyendo muchas de sus industrias al tiempo que se convierten en mono-exportadores de materias primas, éstos últimos sólo representan un 14 por ciento de la economía de la región.

– Las exportaciones de Estados Unidos a Latinoamérica se han duplicado desde 2000, aun cuando el porcentaje de importaciones de Estados Unidos en la región se ha reducido del 50 al 33 por ciento durante ese mismo período por el aumento del comercio de la región con China, según datos de las Naciones Unidas. Estados Unidos exporta casi el doble de productos a México que a China, y cinco veces más a Brasil que a Rusia.

– Estados Unidos ya importa un tercio de su petróleo extranjero en la región. El país le compra más petróleo a México que a Arabia Saudita, y más del doble a Colombia que a Kuwait.

Theodore Piccone, un experto en política exterior de la Brookings Institution de Washington D.C., me señala que la propuesta de Romney de ampliar las relaciones económicas con Latinoamérica no es muy realista. Brasil, la economía más grande de la región, no quiere un acuerdo de libre comercio con Washington, y los países que quieren un acuerdo comercial ya lo tienen, dijo.

“Es cierto que las clases medias latinoamericanas están creciendo, pero hay grandes problemas, como la educación”, me dijo. “Si se quieren crear economías basadas en el conocimiento para que los países sean algo más que sociedades basadas en materias primas, Latinoamérica no sale bien parada cuando se la compara con otras regiones, como Asia”.

Mi opinión: la propuesta de Romney de fortalecer el comercio con Latinoamérica es un esfuerzo para ganar votos latinos, y a evitar pasar a la historia como el candidato republicano más impopular entre los votantes hispanos. (Si Romney saca el 25 por ciento del voto hispano, quedaría muy atrás del 40 por ciento conseguido por Bush en 2004, y del 31 por ciento obtenido por el Senador John McCain en 2008.) No obstante, me gustaría que Obama hubiera redoblado la apuesta. Al menos podría haber mencionado su ambiciosa propuesta de crear un Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), que aunque está más dirigida a Asia, también incluye a países latinoamericanos de la costa del Pacífico.

La política exterior de línea dura de Romney probablemente empeoraría las relaciones con Latinoamérica. Pero eso no borra la triste realidad de que Obama le está prestando demasiado poca atención a la región.