LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO

La irrupción del Islam radical en el mundo, con sus pretensiones de imponer su fe a las sociedades tolerantes del multiculturalismo, ha causado serios trastornos en la vida cotidiana de las mismas. La intolerancia extrema también afecta a las instituciones, las cuales ya están tomando medidas más estrictas para preservar el orden social; no obstante, éstas frecuentemente alientan la creación de movimientos islamofóbicos, que a la luz de los principios democráticos de Occidente, no son justificables, sobre todo porque es común que vayan acompañados de violencia, que crea un círculo vicioso de intolerancia entre fundamentalistas islámicos e islamofóbicos.

En Europa, donde viven alrededor de 52 millones de musulmanes, la ciudadanía de alguna forma parece estar resignada a convivir, aunque a disgusto, con los musulmanes y su idea de imponerles su fe. La Yihad Islámica (Guerra Santa), no es un mito, es una filosofía de violencia, odio e intolerancia, que se han posesionado falsamente los islamitas fanáticos, y que con capaces de realizar atentados de gran magnitud como los de las Torres Gemelas en Nueva York, la estación ferroviaria de Atoche en Madrid y la Mutualista Judía y la embajada de Israel en Argentina.

En este contexto, la nueva izquierda de Europa, en una actitud torpe, de fondo antisemita y antiisraelí, alienta a los fundamentalistas con protestas masivas en las capitales europeas y en los medios de comunicación, para condenar el “Apartheid que el Estado de Israel práctica contra los palestinos”, empero, que guarda silencio, frente a la masacre que Bashar El Assad lleva a cabo contra el pueblo sirio.

En el mundo actual, convulsionado por el fanatismo y la violencia, también existen líderes en diferentes países que pregonan de manera vehemente los valores nacionales y la convivencia con otros grupos étnicos o religiosos, siempre y cuando estos últimos se comporten de manera pacífica y respetuosa con las poblaciones que les han abierto las puertas para que residan en su territorio. Es el caso de la primera ministra de Australia, Julia Gillard (JG), quien recientemente, y por segunda ocasión, advirtió a los musulmanes que quieran regirse por la Sharia (Ley Islámica) que deberán salir de Australia; su gobierno ha detectado grupos radicales con potencial de realizar ataques terroristas. En esa nación residen aproximadamente medio millón de musulmanes.

JG ha declarado que los inmigrantes en Australia están obligados a adaptarse a las leyes y costumbres del país: “tómenlos o abandonen Australia”. “Estoy cansada de que en esta nación exista la preocupación acerca de si ofendemos a individuos musulmanes o a su cultura; desde los ataques terroristas en Bali en octubre del 2002, que causaron 200 muertos, hemos experimentado un resurgimiento del patriotismo en la mayoría de los australianos”.

Asimismo, JG ha mencionado que la cultura australiana se ha desarrollado en los dos últimos siglos abriéndose paso frente a tribulaciones, logrando victorias de hombres y mujeres que aspiraron por la libertad. JG ha advertido a los inmigrantes que si quieren ser parte de la sociedad de Australia tienen que aprender el inglés, que es la única lengua que se habla en esa nación. Por otra parte, consigna que los australianos creen en Dios; hombres y mujeres con principios cristianos fundaron ese país, y si Dios, referido a Cristo, ofende a los musulmanes, les sugiere que consideren establecer su hogar en otra parte del mundo, porque “Dios es parte de nuestra cultura; aceptaremos sus creencias y no las cuestionaremos; sólo les pedimos que acepten las nuestras y vivan en armonía y en paz con nosotros”; este es nuestro país, nuestra tierra, nuestro estilo de vida y les brindaremos todas las oportunidades para que disfruten su estancia. No obstante, si tienen quejas y les molesta nuestra bandera, nuestras creencias cristianas o nuestro estilo de vida, les pido que tomen ventaja de otra de las grandes libertades de Australia, el derecho de irse; si no están contentos aquí, entonces, váyanse; no los forzamos a venir, ustedes pidieron estar aquí, acepten al país que los ha aceptado”. Más claro, ni el agua.