Artículo de septiembre de 2012

GINA ZABLUDOVSKY KUPER PARA ENLACE JUDÍO

Las noticias sobre los debates que se llevan a cabo en el congreso en torno a la iniciativa de la Ley Federal del Trabajo enviada por el Presidente Calderón se han centrado en los puntos más controvertidos de la propuesta como lo son las regulaciones a los sindicatos y las modalidades de subcontratación.

La atención a estas cuestiones ha hecho que la población no esté suficientemente informada de otros puntos igualmente importantes de la reforma entre los cuales resulta fundamental la propuesta de otorgar licencias de paternidad para que el trabajador que se convierta en padre pueda disfrutar de diez días con goce de sueldo.

Me gustaría pensar que la falta de grandes controversias con relación a este punto, no se explica por la poca relevancia que se le otorga a la cuestión, sino más bien al hecho de que todos los partidos y actores, tanto dentro del sector empresarial como en el laboral, están de acuerdo con su aprobación. Sin duda alguna, el otorgamiento de licencias a los padres para que puedan estar con sus hijos(as) recién nacidos es fundamental en la búsqueda de una mayor equidad de género.

Durante los últimos años, se han logrado cambios significativos en la presencia de las mujeres en los congresos a partir del “sistema de cuotas” que obliga a tener un mínimo de candidatas. Esta preocupación también se ha extendido a algunas corporaciones privadas que, de forma creciente, se han visto preocupadas por incrementar la representación de las mujeres en sus cuerpos directivos y promover políticas de diversidad en las empresas.

Sin embargo, casi no se ha hecho nada por voltear la atención a la otra cara de la moneda, promover la participación de los hombres en el cuidado de los hijos(as), y reconocer sus derechos y obligaciones en el ámbito doméstico. Ante una política pública que no ha tratado de incidir en el papel de los varones en las responsabilidades familiares, las mujeres siguen teniendo que cumplir con las cargas de la “doble jornada” lo que las sitúa en una posición de inequidad laboral frente a sus compañeros hombres.

Para transformar esta realidad, y promover prácticas congruentes de equidad que beneficien a ambos sexos, resulta indispensable aprobar las licencias de paternidad que ahora se proponen. En la medida en que hasta la fecha no son obligatorias ni se presentan como un derecho fundamental, en México son pocas las empresas y organizaciones que otorgan estas prerrogativas a sus empleados. Entre las que sí lo hacen y nos pueden servir como ejemplo se encuentran el IFE, el Politécnico Nacional, el Tribunal Electoral de la Federación, la Comisión de los Derechos Humanos del D. F y el municipio de Guadalajara.

En este sentido, México es uno de los países más rezagados. Los primeros en poner en marcha las licencias de paternidad fueron los países escandinavos y después le siguieron otros estados europeos. En la actualidad en naciones como Bélgica, Dinamarca, España, Finlandia, Islandia, Noruega, y el Reino Unido reconocen este derecho en sus legislaciones laborales. Contra lo que podría creerse, no se trata de una prerrogativa limitada al viejo continente. Según los datos de la Organización Internacional del Trabajo, las licencias de paternidad se conceden de forma obligatoria en países asiáticos como Filipinas e Indonesia y en algunos africanos como Argelia, Kenia, Ruanda y Uganda. Con diferentes modalidades en cuanto al número de días, en América Latina las licencias de paternidad tienen un carácter obligatorio en países como Argentina, Brasil, Chile, Colombia y Venezuela.

En oposición a las tendencias mundiales, en México nos hemos aferrado a la idea anticuada de que sólo la maternidad es importante y que las responsabilidades para con los hijos(as) y en el hogar son únicamente de las mujeres.

Es hora del cambio. En la medida en que las familias constituyen la base de nuestra sociedad, para llegar a incidir efectivamente y promover la equidad de oportunidades en el trabajo y la esfera pública, es necesario transformar el ámbito de lo privado y recordar que la lucha en contra de la discriminación debe ser válida tanto para hombres como para mujeres.

Por ello, no estaría de más pedirle a nuestros diputados(as) que hagan suya una de las banderas más importantes del pensamiento feminista que se resume en la frase “lo personal es político” y aprueben la iniciativa de otorgar licencias de paternidad en la nueva Ley del trabajo. Sin el reconocimiento de este derecho básico para los hombres, no podremos transitar hacia una sociedad más igualitaria.