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Oficialmente el Barça dice no saber más de lo que saben todos los que han leído la noticia en los periódicos.

Una información aparecida en Gaza, en la edición local del Yediot Ahoronot, según la cual el emir de Qatar, Hamad Bin Jalifa Zamin, había prometido a Ismail Haniye, máximo representante de Hamás en la zona, que haría todo lo que estuviera en su mano para que el Barça jugase un partido en Gaza.

Y en su mano está todo porque el emir creó Qatar Foundation en 2005 y le paga al Barça, por sponsorización, unos 30 millones anuales. ¿Y por qué habría de ir el Barça Gaza? Fácil.

Días antes del clásico, que se jugó el 7 de octubre en el Camp Nou, Gaza reaccionó reclamando un boicot al Barcelona – siendo como es el equipo favorito de los palestinos – al saber que un soldado israelí, Guilad Shalit, había sido invitado por el Barça para que viese el clásico en el estadio.

Y es que Shalit, considerado allí un criminal, fue capturado en 2006 y permaneció cautivo cinco años hasta que fue liberado a cambio de 1.027 presos palestinos.

El Barça, alarmado por el boicot y a través del vicepresidente Vilarrubí, se apresuró a señalar que el soldado no iba al partido como invitado, sino atendiendo una petición de quien ahora era comentarista deportivo en el Yediot Ahoronot, el mismo diario que en la edición de Gaza anunció el posible partido del Barça en Palestina.

El conflicto, que fue menguando con el paso de los días, reaparece ahora con la mediadora intervención del emir de Qatar y aunque el Barça no tiene noticias concretas, asume que, si se lo piden, deberá ir a Gaza obligado por el contrato con Qatar Foundation como fue a París a jugar ante el PSG.

Eso sí, en ese supuesto el Barça puede tener un plan alternativo: aprovechar la visita a la zona para ser puente de unión entre Palestina e Israel, país mayoritariamente barcelonista.