*SAMUEL SCHMIDT

Hay palabras clave que dominan la comunicación entre los políticos, y entre estos y la sociedad, por medio de éstas enmascaran sus intenciones, es lo que Scott (1990: 52-55) define como “eufemización [o] estigmatizar actividades o personas que parecen cuestionar la realidad oficial.” En México un movimiento usualmente representa una protesta política. Este chiste revela la obsesión de los políticos por luchar contra la disensión y el alcalde reacciona con toda fuerza para cumplir con lo que se espera de el: desactivar el movimiento, le cueste a quien le cueste.

El chiste muestra a la vez el rechazo ciudadano contra esta mentalidad persecutoria. El ciudadano sabe que los políticos siempre son leales al poder, a la razón de estado, aún si esto implica pisotear los derechos individuales, civiles o humanos. Así la reacción del político local parece basarse en este principio de sumisión ante las altas esferas de poder, lo que establece una nueva lógica como si el poder emanara del poder mismo y no del pueblo[7].

En México y tal vez en otros países, la carrera de un político depende de su capacidad para mover los hilos de la influencia, que se deriva del entendimiento del juego político. No emana de acciones específicas de la representación de los intereses del pueblo.

Usando un ataque humorístico, el ciudadano se venga reduciendo la imagen del político, convirtiéndolo en un tonto y machito agresivo. Así ajusta cuentas, porque en la arena política y coercitiva el político controla la violencia legítima y las reglas y medios del juego político. El ciudadano que juega con desventaja en la realidad porque no conoce esas reglas o la real politik equilibra el juego con el chiste.

Con el chiste la confrontación entre “la sociedad civil” y “el político” permanece en el campo de lo simbólico y no se personaliza contra el ciudadano. Esta es de alguna manera la historia de la democracia. Los gobiernos se definen según el grado de representación que tienen y el grado de imposición ejercido sobre la sociedad.

Los gobiernos usan métodos más o menos democráticos, con relativa aceptación, representando relativamente a la sociedad. De ahí que el uso del humor por la sociedad sea un componente importante del juego democrático. En esta arena, aún dentro de la democracia, la sociedad gana tal vez por única vez. Desenmascara al poder, desnuda a los políticos, los despoja de su imagen de grandiosidad, critica lo que quiere criticar y destruye símbolos, mientras tanto ni los toletes ni la mano invisible de la violencia legítima lo alcanza, no puede privar a nadie de la libertad porque es la sociedad en abstracto que esta transgrediendo y el ciudadano goza de ese resquicio de libertad.

El siguiente ejemplo ataca la honestidad del político y la virginidad. Uno es un valor fundamental del sistema democrático y el otro es el valor básico de muchas religiones y la expectativa social sobre los hábitos sexuales de la mujer. El objetivo de la adivinanza es la destrucción simbólica de la verdad:

Cual es la diferencia entre una señorita y un político?
Que cuándo la señorita dice no, quiere decir tal vez.

Cuándo dice tal vez, quiere decir si.

Cuándo dice si, quiere decir que no es señorita.

Cuándo el político dice si, quiere decir que tal vez.

Cuándo dice tal vez, quiere decir que no.

Cuándo dice no, quiere decir que no es político.

11) Una de las preguntas importantes alrededor del chiste político, consiste en detectar la relación entre el tipo de sistema político y el humor político.

El pensamiento convencional sugiere que hay una correlación negativa entre humor y democracia, suponiendo que a menor libertad mayores expresiones humorísticas. No existen evidencias para demostrar esta aseveración, aunque podemos modificarla sugiriendo que a menor libertad mayor rol liberador del humor. Sin embargo, existen diversos problemas para abordar esta aseveración, empezando porque la democracia[8] no consiste solamente en la realización de procesos electorales sistemáticos y honestos sino que tiene que ver con la existencia de libertades, y para efecto de nuestro estudio, pongo en primer lugar la libertad de expresión.

Podemos sugerir que la democracia consiste en un sistema donde las libertades son amplias y están garantizadas; en el régimen autoritario el gobierno y el estado hacen un manejo arbitrario y caprichoso de las libertades; y el sistema totalitario carece por completo de libertad. Hay que tener cuidado con dos problemas: Hay que ser muy concientes del peligro de caer en una discusión de corte ideológico donde la critica se vaya por la dirección de las simpatías o preferencias y no por el análisis riguroso.

En segundo lugar hay que tener cuidado de no caer en las trampas cuantitativas. Se puede sugerir que para probar la relación entre chiste y democracia requerimos de una definición rigurosa y operativa del concepto democracia lo que por si mismo es problemático. Busey (1985), Fitzgibbon Rusell H. & Kenneth F. Johnson en Tomasek (1966), y Gupta (1990) por mencionar solamente a algunos, presentan la limitación de las definiciones al plantear el problema de cuantificar las características de la democracia. Su trabajo ilustra la necesidad de generar un índice para establecer una escala para los sistemas políticos, lo que sin duda se puede lograr por medio de modelos que miden la existencia de fenómenos; pero también podemos movernos en una dirección distinta como la que plantea la propuesta de medir la calidad de la democracia[9] lo que eleva el análisis a otra dimensión, porque ya no solamente medimos la existencia de elecciones sistemáticas sino también el control ciudadano sobre las instituciones políticas, o la politización de la sociedad.

Por otro lado se encuentra la necesidad de formular una taxonomía y una tipología del humor político aceptada universalmente y cuantificarla de forma adecuada para correlacionar ambas variables. De entrada hay que aceptar que no es posible cuantificar “todos” los chistes, lo que si bien es un obstáculo metodológico no invalida el análisis porque la falta de “números exactos” puede reemplazarse con un análisis cualitativo, semántico, semiológico del humor, lo que nos ayudaría a entender el estado de ánimo de una parte de la sociedad y aquí hay que insistir que nadie puede asumir que el humor político representa la opinión de “toda” la sociedad. El análisis del humor aborda una expresión subjetiva de ciertos segmentos sociales, aspecto que no hay que perder de vista para no caer en obstáculos metodológicos que se convierten en camisas de fuerza que sirven para negar simplistamente el desarrollo de un nuevo enfoque en el análisis político.

Aún resolviendo este problema, se requiere correlacionar el tipo de sistema político con el aspecto cualitativo del humor político. Medir chistes es una tarea monumental por decir lo mínimo especialmente porque como ya se indicó son efímeros y no siempre son registrados. Se requiere calificar el grado de “agudeza o crudeza” del chiste y este puede variar histórica y hasta geográficamente en un mismo país, lo que por si mismo es indicativo de su complejidad. Podemos concluir que analizar chistes implica analizar las expresiones subjetivas contenidas en el espacio altamente inexacto de los valores sociales.

Efectivamente los chistes políticos tienen que ver con la democracia. Encontramos diferentes tipos de chistes políticos para distintos sistemas políticos. Tómese por ejemplo la diferencia e impacto del rol de la televisión en Estados Unidos y México. El Center for Media and Public Affairs en Washington D. C. registró 3, 025 chistes políticos, incluyendo al presidente, televisados en un solo año (1991). Hasta el siglo XXI era ridículo pensar en llegar a ver chistes presidenciales en la televisión mexicana y hay varias anécdotas muy aleccionadoras sobre el nivel de censura que existía –y existe- en ese medio.

Usando colecciones de chistes como indicador podemos comparar sistemas políticos y hacer una aproximación. Aún cuando no son similares tomemos la colección de chistes rumanos de Banc y Dundes (1986) como indicativa de un régimen totalitario; Schmidt (1990) como un indicador de régimen autoritario; y el Center for Media and Public Affairs (1991) como indicador de un régimen democrático.

Esta pequeña evidencia nos muestra más chistes políticos en un sistema democrático y su número disminuye drásticamente con el sistema totalitario. Si agregamos el factor medios de comunicación masiva encontraremos que mientras en la democracia no es raro encontrar chistes en la televisión, en los otros dos son raros o inexistentes. El número puede ser irrelevante porque el impacto de los chistes puede ser mayor en un régimen totalitario donde la crítica es perseguida y el chiste puede convertirse en una de las únicas formas de crítica política, es el caso del régimen Nazi o del soviético que lograron con bastante éxito silenciar la crítica pero no terminan con los chistes.

Hipotéticamente sugerimos que los chistes tienen una relación con el desarrollo económico y la consecuente urbanización. Las ciudades capitales concentran poder político y en las ciudades en general se concentra el poder económico, fenómeno que se exacerba ahora que la mayoría de los países son predominantemente urbanos. Consecuentemente, las concentraciones humanas situadas cerca de las fuentes de poder pueden sentir importantes efectos políticos y están más expuestas a la información formal e informal. Las concentraciones urbanas y los medios masivos de comunicación facilitan la diseminación de los chistes porque la gente esta mas familiarizada con la elite gobernante y puede ser más sensible a los secretos de alcoba que son también una fuente de rumores y chistes.

La cantidad y agudeza de los chistes varía coyunturalmente similarmente a la calidad de la democracia aunque hay ciertos temas que permanecen. El caso de México puede ser útil para clarificar este punto. México es un país con algunos de los componentes básicos de la democracia como elecciones sistemáticas, organizaciones y partidos políticos. Sin embargo, en la literatura esta considerado como un sistema autoritario (Stallings y Kaufman 1989, O’Donell 1986). Los chistes políticos orales circulan ampliamente concentrándose en temas como la corrupción, su agudeza varia, pero aún cuando el sistema político se abría, el humor no lograba llegar a los medios masivos. Podría valer como evidencia el caso de Héctor Suárez, un popular comediante mexicano, que contó en la televisión un chiste sobre el Presidente Carlos Salinas y fue despedido de la estación[10].

12) La discusión del número de chistes en relación al sistema político es insuficiente porque se requiere identificar las características y temáticas distintivas de los chistes políticos y relacionar el contenido de los chistes a un sistema político específico. El análisis superficial del humor político que se basa en la colección de chistes en un período determinado ha llevado a conclusiones erróneas, como es la correlación negativa entre humor y libertad. Esto nos lleva a concluir que para entender el humor político, este se debe estudiar en relación a elementos sociopolíticos además de entender al sistema político. Como por ejemplo como se percibe la sociedad a si misma.

Si aceptamos la definición de cultura política (Almond y Verba 1963) como la forma en que el individuo se ve a si mismo frente al gobierno y al poder, de ella podemos derivar el análisis de las distintas formas de participación política que existen en el sistema político. En todos los sistemas políticos hay chistes, lo que me lleva a plantear que la cuestión esta relacionada con la cultura política, la que sin duda se alimenta del sistema político pero también lo retroalimenta, y no quepa la menor duda, que sea cual sea la actitud de los políticos el humor político tiene una gran importancia sobre el sistema político. Adelanto aquí el planteamiento que el humor político representa una opinión social sobre la política y es un componente importante de la cultura política.

La cultura política también determina las formas de participación dentro del sistema político. La votación es tal vez una de las formas mas importantes de participación porque nutre la creación de consenso, es comprobable lo que facilita el convencimiento de toda la sociedad y le genera legitimidad al sistema. Esta es la consideración legal de la legitimidad. El hecho que en una elección honesta un candidato sea electo por mayoría le da legitimidad. Sin embargo, mas allá de las votaciones, el nivel de influencia de la sociedad sobre la política puede variar.

La sociedad en general tiene influencia limitada en ciertos eventos políticos, como por ejemplo la selección de candidatos, porque aún cuando el proceso sea abierto, la sociedad se enfrenta ante un número limitado de opciones para escoger. Un caso típico puede ser la selección de candidato a la vice-presidencia de Estados Unidos, que es designado por el candidato presidencial respondiendo a un juego político partidario interno y muchas veces secreto. Por lo tanto, para balancear esos resultados políticos, la sociedad desarrolla otras formas de participación política como la abstención electoral[11] y el humor político. Por medio de esas manifestaciones políticas la sociedad demuestra el tipo de canal que prefiere para enviar mensajes diferenciados y comunicar su opinión.

En otro nivel tenemos que los ciudadanos pueden participar en sindicatos, asociaciones civiles, grupos profesionales y grupos de interés o de presión. Por medio de esa actividad pueden reforzar al sistema en general mientras que se debilita el poder de los ciudadanos al no votar. Esta situación podría parecer paradójica, porque los que estan en el poder tratan y requieren incrementar la participación política ciudadana para asegurar su legitimidad, pero cuando esa participación asume una forma que cuestiona su dominación política, tratan de manipularla para no resultar perjudicados. Así tratan de reducir la participación donde se ubica la oposición social o el apoyo político para sus contrincantes[12].

En el caso de México, no existe reelección presidencial, ni reelección consecutiva en el congreso, aunque si la hay para los líderes sindicales. De esta forma el sistema sostiene líderes en sindicatos y en organizaciones profesionales que aún cuando frecuentemente son corruptos, facilitan un férreo control social y político. Mientras los ciudadanos continúen participando en organizaciones sociales, el sistema político estará legitimado en lo general, ya que la sociedad continua aceptando el orden establecido en su vida cotidiana. Esto genera una estabilidad política que se complementa con la eficacia del sistema electoral.

Cuando la sociedad se frustra dada la imposición de la política sobre la vida social diversas reacciones sociales y políticas ocurren, entre otras: abstención electoral y/o ataque a la relevancia de la política por medio de los chistes políticos.

13) En los regimenes no democráticos los chistes políticos facilitan una forma de participación política subterránea igual como el ejercicio policiaco del poder. Para confrontar y atacar al poder uno debe ponerse en el mismo terreno. Obviamente la confrontación es inequitativa porque mientras los políticos cuentan con instrumentos para actuar cuando sienten que hay amenazas contra el sistema, el ciudadano tiene armas limitadas, muchas de ellas informales, como son los chistes políticos aún cuando son los políticos los que ponen en peligro al sistema. Los que cuentan chistes no buscan ni esperan derrocar al poder, sino ridiculizar a los poderosos y lo que ellos representan[13]. Los chistes son uno de los medios que la sociedad utiliza para defenderse de los excesos del poder; constituyen una venganza anónima que daña sin facilitar un contraataque; pueden ser considerados como una forma de resistencia que evita una “confrontación abierta con las estructuras de autoridad contra las que se resiste”[14]. Y en los sistemas democráticos es un mecanismo de equilibrio en manos de la sociedad.

El humor político es una forma de participación que destruyendo la seriedad, solemnidad, pomposidad y ritualismo que envuelve a la política, resulta en perdida de respeto o de miedo para la política. Reduce la capacidad de obediencia al poder y promueve la desmovilización. Por otro lado, el individuo, al que solamente le queda el humor como forma de expresión, reduce su participación “formal” en la política. La política deja de interesarle, porque no puede influir por medio de la participación formal y las rutas de acceso al poder son restringidas. No menos importancia tiene que la política requiere usar mentiras, demagogia y secrecía, mientras que la sociedad continúa inclinada hacia el manejo de la transparencia desde el gobierno.

Los chistes no mienten, no engañan, ni usan subterfugios; están más allá de la lógica partidista, de los cálculos o de la necesidad de reproducir al sistema. El humor político le permite al individuo confrontar la política y a los políticos, sin violencia y relativamente a salvo de represalias. El humor político es una forma de expresión libre[15] y no sigue ningún rumbo fijo. No tiene intenciones constructivas o destructivas predeterminadas. En contra de la dinámica de las discusiones políticas, el humor político carece de temas específicos y regularmente registra giros inesperados.

Finalmente, el recurso humorístico es más efectivo que el político. El chiste solamente necesita gente a quién contárselo y estos abundan, pueden encontrarse inclusive entre los atacados, aunque estos no sientan que son el objeto del chiste. El proceso político formal requiere legitimidad, consenso y otros recursos que pueden ser difíciles de obtener. Naturalmente, los políticos reaccionan ante el humor de diversas maneras. Se dice que varios jefes de Estado han ordenado colecciones de chistes sobre ellos. Un estudiante me comentó haber visto una colección de chistes en la biblioteca personal de Luis Echeverría, pero durante el gobierno de este circuló un rumor que se encarcelaría a quién contara chistes sobre el.[16].

14) El chiste político se enfoca contra lo que caracteriza al sistema político y que irrita a la sociedad. Hasta hace poco, en los países ex-comunistas[17], la irritación se generaba por la falta de libertad a causa del dominio soviético. Considérense los siguientes ejemplos:

Se encuentran dos perros en la vieja plaza de Varsovia. Uno muy bien alimentado y otro muy débil. El bien alimentado dice que esta recién llegado de Praga, donde abunda la buena comida y las perras guapas, el otro le dice: -¿Entonces que haces aquí? y el primero responde: -Es que vine a ladrar[18]

Kruschev y Ulbricht caminaban una vez por Moscú, cuando encuentran a un niño y le preguntan:
– ¿Quién es tu padre?

– Kruschev

– ¿Quién es tu madre?

– La Unión Soviética

– ¿Que te gustaría ser?

– Cosmonauta.

Algún tiempo después Kruschev visitaba Berlín del este y cuando caminaba con Ulbricht vieron a un niño y le preguntan:

– ¿Quién es tu padre?

– Ulbricht

– ¿Quién es tu madre?

– La Republica Democrática Alemana

– ¿Que te gustaría ser?

– Huérfano.[19]

En el mismo terreno se encuentra la situación económica de los países socialistas. En un chiste de Fidel Castro esto queda muy bien planteado:
Vladimir Putin visitó Cuba y fijándose que todos los cubanos tenían los zapatos rotos le preguntó a Fidel que como era posible que después de 40 años de “mejoras” los cubanos andaban con zapatos rotos.
Fidel le contesto: Y en Rusia que ¿están mejor?
Putin le contesto que sí, que si quería podía ir a Rusia y tenia su permiso para matar a todos los que viera con zapatos rotos.

Se montaron en el avión de Putin y llegaron a Rusia, en cuanto Fidel salio del avión lo primero que vio fue a una persona con los zapatos rotos, entonces de acuerdo a lo pactado, saco su pistola y lo mató.

Al otro día los periódicos de Rusia tenían el siguiente titular:
BARBUDO LOCO MATA AL EMBAJADOR DE CUBA EN EL AEROPUERTO!!!!!

Antes de su desaparición en la URSS también había preocupación por el desempeño económico, el siguiente chiste alude al tema y en un juego comparativo muy socorrido en los chistes sintetiza lo que preocuparía en tres países:

El presidente Francois Mitterrand tiene, según dice 100 amantes y uno tiene SIDA, pero no sabe quién es.
El presidente George Bush tiene 100 guardaespaldas y uno es terrorista, pero no sabe quién es.
Mikhail Gorbachev tiene 100 economistas, y solo uno tiene cerebro, pero el tampoco sabe quién es. (Goldberg 1990: A14)

El principal objetivo de los chistes son los símbolos del poder y los elementos políticos que más molestan a la sociedad. En los países soviéticos el tema de los chistes era la libertad, en México, dado al gran impacto del gobierno federal y del jefe del poder ejecutivo, el tema es el presidente. Cuando los chistes se refieren a temas locales, atacan a los gobernadores y hasta presidentes municipales, pero siempre como representantes del manejo piramidal y autoritario de la política. En Estados Unidos, aunque hay una distribución temática, el chiste tiende a concentrarse en el presidente y sus políticas y decisiones.

Los diez temas que cubrían los chistes registrados por el Center for Media and Public Affairs (1991: 4) durante 1990 se ocupaban de la guerra del Golfo Pérsico, la URSS, el medio ambiente, crimen, negocios, el escándalo de las cajas de ahorro, elecciones, Panamá, relaciones raciales y la economía, aunque en muchos de estos aparece la figura presidencial. Con George W. Bush su ignorancia del idioma inglés ha sido un objeto muy utilizado de los chistes.

El chiste político ataca las bases de respeto que el ciudadano debe mantener en relación con el poder. Ataca la construcción consensual porque el corolario del efecto de la transgresión despoja de su aura a los poseedores del poder. En el mundo subterráneo del poder y el humor, el chiste tiene mayor poder porque puede rehusarse a reconocer las reglas políticas estableciendo las propias, y cuando sus efectos surgen a la superficie su trabajo de zapa ha sido tal que es incontenible. Ha desnudado al político revelando su desnudez, para que sea visto como la sociedad quiere verlo y no como el quiere ser visto. Es una versión distorsionada de la fábula del ropaje del emperador; para el personaje político nada es peor que el chiste porque no permite disfraz. Los chistes políticos visten al político en contra de su voluntad con este “nuevo ropaje”, así la sociedad lo puede ver precisamente como el no quiere ser visto, dejándole no opciones para esconder sus vergüenzas (véanse los siguientes ejemplos):

A ese político le dicen el sincronizado, porque cada vez que abre la boca, mete la pata.
A ese rojillo le dicen el “elepe” (L. P.) pues hace 33 revoluciones por minuto. (Salgado 1986: 45).
A ese político le dicen el pescado, porque abre la boca y no dice nada (Salgado 1986: 45).

La esencia del chiste no es elucidar sino ridiculizar, sin embargo, una vez que ha pasado hay mas luz y verdad. El pueblo gana por primera vez, porque por medio de la broma ha podido expresar sus preferencias sin influencia ni ataduras políticas o ideológicas. Por medio del chiste político, la gente luchó contra la (in)moralidad política y la derrotó, aunque en el camino haya violado las normas del ritual político. Cuando los políticos caen en esta emboscada pierden validez, reconocimiento y legitimidad.

Ciertamente la confrontación es desigual. Los chistes tienen la ventaja de atacar con armas ajenas y poco entendidas por el sistema político porque los políticos creen o confían con que la gente seguirá aceptando la imposición de sus reglas y abusos. Para que los políticos usen el chiste debería propiciarse un cambio en reglas y rituales porque en principio se cuestionaría la formalidad y la solemnidad.

Cuando los políticos usan chistes su objetivo es diferente a los que tiene la sociedad. John F. Kennedy los usaba para revalorar su imagen. Gardner (1986) atribuye el uso del humor a su valor para los candidatos presidenciales después de Kennedy, estos usan chistes que mejoran su imagen haciendo reír a la gente, haciéndolos parecer gente común y corriente; insultan a otro político; pero por ningún motivo atacan los valores sociales. Ronald Reagan puede ser un ejemplo clásico contemporáneo. Los políticos por lo general, no cuentan chistes que denigran a la nación o al sistema político. Los chistes sirven como “armas guerrilleras” sociales, pero no en manos de los políticos.

En el mundo subterráneo del humor y la política, no tiene mucho sentido hablar de resultados electorales, representación o las reglas del juego político. Los humoristas son libres de atacar cualquier cosa, pero los políticos están limitados por la moral y los valores[20], especialmente los del consenso[21]. En contra de lo que Pitchford (1960: 46) piensa, el humor político no es un instrumento para producir consenso, se origina en la sociedad y lo destruye, al originarse en el ámbito político destruye al adversario pero también tiene un efecto destructor en el consenso. El chiste político siempre tiene una intencionalidad y destruye.

En el terreno de los valores se desarrolla una situación que semeja una suerte de doble personalidad para el narrador y creador de chistes, porque en su vida seguramente defiende valores tradicionales, símbolos, lenguaje y normas, mientras que en el terreno del humor los destruyen con gran impunidad. En el campo del discurso, el discurso político requiere gran solemnidad y seriedad para convencer; el discurso humorístico circula con chanzas y bromas para descalificar.

15) El chiste tiene la capacidad de sintetizar opiniones, lo que es una enorme ventaja frente a otros medios que tendrían que ser disertadas largamente y como ya vimos, la brevedad es una característica del chiste.

Algunos ejemplos de esta capacidad sintética de opinión son los siguientes chistes:

¿Que colores destruyeron a México durante la presidencia de López Portillo? Verde, Negro y Palo de Rosa.

Verde, por la gran fuga de capital y la elevada deuda nacional.

Negro, por el negro Durazo, amigo de juventud de López Portillo, ex-jefe de la policía del Distrito Federal y famoso por los elevados niveles de corrupción a los que llegó.

Palo de Rosa, en referencia al rumorado romance que Rosa Luz Alegría tuvo con López Portillo.[22]

El próximo chiste es isomórfico:

¿Cuales son los colores de los pasados tres presidentes de México?

Echeverría el rojo sangre, por su supuesto comunismo.

López Portillo el gris rata, por su supuesta corrupción.

De la Madrid el medio ocre, por su ineptitud.

En calo rata es ladrón. Y la mediocridad es la forma como el gobierno de De la Madrid es caracterizado en la mayoría de los chistes.

16) El chiste político también puede representar un acto de optimismo en el intento de generar cambios, porque como ya se vio, si el individuo no tiene la capacidad de influir al sistema por medio de los canales formales, entonces tratara de influir por medio del humor, siempre en la dirección de la mejoría global para el sistema.

[1] Vives dice: “La alegría purifica la sangre, asegura la salud, causa frescura, jovialidad y un bonito color, alarga la vida, aguza el ingenio, rejuvenece el cuerpo, lo hace brioso y adaptado para cualquier uso (Moody 1978: 32).

[2] Segun Schutz (1977: 160-161) Lincoln era famoso por insertar anécdotas graciosas o chistes para terminar una discusión que podía ser escabrosa. Por ejemplo tenemos la siguiente: “Una delegación abolicionista llego a demandarle la emancipación de los esclavos en un plazo anterior al que el había pensado que sería práctico y que se podría hacer cumplir. Entonces les preguntó: ‘¿Cuantas patas tendría un borrego si a la cola le llamamos pata?’ Ellos respondieron: ‘cinco.’ ‘Están equivocados dijo Lincoln , el llamar pata a la cola no la hace serlo ‘ y de esta manera les demostró la falacia de su postura mas que con veinte silogismos.

[3] La gente espera que sus líderes sean los mejores, pero los medios pueden mejorar las imágenes. Cuando Bella empezó a trabajar para los hermanos Ullstein en Alemania su editor le aconsejó: “Un reportero de sociales no escribe realistamente. Recuerda que cada embajadora es una belleza, cada ministro es un excelente político, de hecho el mejor del mundo. Cada recién llegado al servicio diplomático es siempre la estrella mas brillante de su ministerio de relaciones exteriores” (Metcalfe 1988: 69).

[4] Es interesante que este chiste me lo contaron en la Ciudad de México.

[5] Trabaje sobre el concepto de la Autonomía relativa del estado en Schmidt (1988) considerando que el Estado tiene la capacidad para autonomizarse de la sociedad, o sea desprenderse de los intereses inmediatos de la clase dominante estableciendo un proyecto autónomo que le permite a los conductores del Estado reproducirse como elite gobernante, para lo cual formulan un proyecto especifico que puede contraponerse a ciertos intereses sociales aunque sin negar la esencia del sistema que en el capitalismo es la defensa de la propiedad privada. Federico Engels (Marx-Engels 1969: 738) elabora sobre la autonomía del Estado en una carta a Konrad Schmidt..

[6] Este chiste es bastante viejo aunque en 1985, después del terremoto en la Ciudad de México reapareció con Reagan enviándole el telegrama a De la Madrid.

Rojas y Esparza (1985) recogieron otra versión del chiste:

“Un secretario le envió un telegrama al comandante de una zona militar: ‘Pronosticamos movimiento sísmico con epicentro en territorio bajo su comando. Tome medidas.’ Dos días después llega la respuesta: ‘Movimiento sísmico suprimido. Epicentro y otros tres fusilados’.
También registran otro chiste con un juego de palabras similar.
‘Ordenes: Proceda a arrestar al Capitán Fuentes con el mayor sigilo. Memorandum: Capitán Fuentes arrestado. Seguimos buscando al mayor sigilo’.”
En el ensayo de Rojas y Esparza hay una compilación de chistes contados fuera de la elite, de los cuales 4 de 155 son políticos.

[7] Es recomendable la película La Ley de Herodes (Luis Estrada 1999) porque borda sobre este principio. La sinopsis de la película según https://cinemexicano.mty.itesm.mx/peliculas/ley_herodes.html dice que en 1949, durante el sexenio del presidente Miguel Alemán, el corrupto alcalde de San Pedro de los Saguaros es linchado y decapitado por los indígenas que habitan el lugar. Corren tiempos electorales y el gobernador no está dispuesto a ver peligrar su posición por un escándalo político, por lo que ordena a su secretario de gobierno, el licenciado López, que nombre un nuevo alcalde para San Pedro. López decide que el más indicado es Juan Vargas, un inofensivo y fiel miembro del partido que seguramente no será tan corrupto como su antecesor, pero el nuevo alcalde “abre los ojos” y supera con mucho lo hecho por su antecesor, al grado que en un acto de malabarismo político aobrevive a sus patrones para encumbrarse políticamente

[8] La democracia tiene que ver con la igualdad lo que introduce en el debate la economía, el bienestar y la calidad de vida, aspectos que de alguna manera abordo en este ensayo al hablar sobre los aspectos económicos que agravan el tono de los chistes.

[9] Algunos de los temas que enfrenta el análisis de la calidad de la democracia son: Estructura institucional estable que hace posible la libertad e igualdad; gobierno de la ley (rule of law), rendición de cuentas (accountability), grado de reacción (responsiveness) a deseos sociales; medio efectivo de control sobre las instituciones políticas (Morlino 2005). Ver en general el dossier que incluye Metapolítica en el vol. 8, número 39, enero-febrero 2005.

[10] Posteriormente Suárez fue contratado por la estación de televisión gubernamental. Esto ayuda a confundir el papel de la censura y como se aplica, lo cierto es que Suárez no volvió a contar un chiste presidencial.

[11] La abstención en Estados Unidos ha pasado de 13% en 1848 a 39.1% in 1984 (Wilkie and Lorey 1987: 900) y 43% en 1988 (Stanley and Niemi 1990: 80-81). Esta última cifra puede ser sustancialmente superior si le agregamos 33% que se abstuvieron de registrarse. En México pasó de .1% in 1861 a 32.2% in 1982 (Wilkie and Lorey 1987: 820) a 66.6% en 1988 (Schmidt 1990a). En ambos países los datos se refieren a elecciones presidenciales, Para elecciones municipales, en Estados Unidos la abstención puede rebasar el 80%.

[12] Tradicionalmente existe la expectativa de que los estudiantes mexicanos participen políticamente, pero Nahmad (1987) sugiere que el gobierno de Echeverría decidió crear el Colegio de Bachilleres para de-politizar la preparatoria.

[13] Esta no es una contradicción si uno entiende que la elite es uno de los conductos del humor político y la gente por lo general ve hacia los poderosos. En 1984, junto con un colega condujimos un ejercicio Delphi en la Ciudad de México, incluyendo a un grupo de miembros de la elite. Les preguntamos, “si usted tiene un accidente involucrando a un político y el tuvo la culpa, ¿cual es la posibilidad de que usted le gane el caso?” La mayoría, incluyendo los funcionarios públicos contestaron que no tenían oportunidad de ganar, reconociendo que siempre hay alguien mas poderoso, esto refleja una cultura de la desigualdad y la inequidad.

[14] Scott (1990: 86) desarrolla esta idea de resistencia aunque no considera al humor.

[15] En el caso de los chistes televisivos se puede pensar que respondan a las necesidades políticas de la empresa, esto nos obliga a preguntarnos hasta que punto los escritores, guionistas, productores y conductores gozan de autonomía y que tanta tienen.

[16] Un magnifico ejemplo, aunque novelado de los excesos del poder frente al humor, puede verse en Kundera, (1986: 41) donde el Estado destruye la vida política y profesional de un estudiante checo después que este le envía un telegrama a otro estudiante jugándole una broma con lo que el creía era algo humorístico. El texto del telegrama era: “!El optimismo es el opio del pueblo! El espíritu santo hiede a idiotez. !Viva Trotsky!” En dos líneas el autor humorísticamente destruye un principio marxista, a un líder comunista y a la solemnidad que supuestamente deben tener los miembros de un partido político, como respuesta el poder político destruye al ingenioso.

[17] El humorista soviético Mijail Zhvanetski dice: “Lo único que nos ha salvado todos estos años es el humor y los chistes. El humor ha jugado un papel de oposición y cualquiera que haya querido saber que pensábamos, lo pudo haber encontrado en el humor. Este es un país donde no le puedes decir a la gente que se equivocó, tienes que ser ingenioso y decirlo con humor” (Bonet 1987).

[18] Este mismo chiste se cuenta en la frontera México-Estados Unidos. El mexicano viene a comer a Estados Unidos y el estadounidense va a México a ladrar, concepto muy sugerente especialmente porque Estados Unidos presume ser la democracia mas avanzada del mundo.

[19] “El chiste obviamente se puede contar sobre un dictador” (Dundees 1986: 157-158). Existen versiones del chiste sobre Franco, Hitler, Fidel Castro y se le hizo a De la Madrid cuando visitó Cuba.

[20] En una ocasión observe una confrontación entre actores políticos constreñidos por sus correspondientes comportamientos morales. Durante un conflicto estudiantil en la UNAM en 1986, los estudiantes consiguieron un debate público con las autoridades universitarias. Las sesiones se realizaron en un auditorio con más de mil personas y fue transmitido en vivo por radio Universidad a lo largo de varias semanas. Los estudiantes fueron muy agresivos e insultantes, mientras que los funcionarios guardaron la compostura requerida por su investidura. ¿Cual hubiera sido el resultado si algún funcionario hubiera sido sarcástico o ingenioso?

[21] Para Newel y Rubio (1984), el consenso es el elemento central para entender la estabilidad política mexicana.

[22] En torno a esta mujer se ha tejido una leyenda sobre el poder que puede tener una mujer gracias a sus encantos. Ella fue novia de uno líderes estudiantiles mas destacados en 1968, luego fue nuera de Luis Echeverría y con López Portillo llegó a ser Secretaria de Turismo. Se rumora en México que ella fue amante de Echeverría y López Portillo. Este supuesto romance fue materia de muchos chistes, aunque tal vez no fue la peor parte del gobierno de López Portillo. Mientras algunos lo reprobaban, para otros la relación y el haberla nombrado al gabinete presidencial mostraba que el presidente era verdaderamente macho y tenía el valor para hacer lo que hizo.

*En la mira”: Editorial Tauro, 2006