ISAAC QUERUB CARO*/LA RAZÓN

Hace apenas unos meses tuve noticia de un anciano sefardí de Sarajevo que se puso en contacto con nuestra institución para tratar de conseguir la nacionalidad española. Durante la conversación que nos llevó por el túnel del tiempo y diversos avatares que no vienen al caso, concluyó que no pretendía instalarse en España sino morir como español. Que en su lápida constase que era español.

Es un ejemplo del sentimiento que se mantiene vivo entre la comunidad sefardí en diversos países del mundo. Ayer el Gobierno dio un gran paso de la mano de los ministros de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, y Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, que adquirieron el compromiso de agilizar los trámites para recuperar la nacionalidad española para los sefardíes. Este compromiso, que se plasmará en un texto legal, supone el reconocimiento de un derecho que ya no dependerá de una mera concesión gubernativa. Frente al decreto «de expulsión» de 1492, ayer se hizo pública la voluntad del Gobierno de elaborar una disposición «de retorno». Y es que el sentimiento de españolidad y la pertenencia a nuestra tierra se han mantenido durante más de seiscientos años en muchas familias sefardíes que han transmitido de generación en generación sus recuerdos y su añoranza a sus descendientes. De tal forma que hoy en día es posible encontrarse con personas en Sarajevo, Estambul o Jerusalén que hablan ladino o que conservan la llave de su casa de Sefarad como uno de los bienes familiares más preciados. Para todas esas personas que no han dejado de mirar a España como la tierra de sus ancestros, hoy se ha abierto un camino de retorno.

*Presidente de la Federación de Comunidades Judías de España