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La excusa para la charla con Miguel Ángel Solá y Daniel Freire, par argentino, es el estreno de ‘El veneno del teatro’ en Madrid. Un texto de Rodolf Sirera (Premio Nacional en 1997) que ha elegido Mario Gas para reaparecer por libre tras abandonar este verano el Español; una obra que reflexiona sobre la profesión de actor y la relación entre sometedores y sometidos. Y en seguida, la conversación deriva por otros derroteros: mercados, desahucios, abusos de poder… El veneno nuestro de cada día.

“Es un experimento nazi. Todo lo que se hace con el ser humano para ver hasta dónde es capaz de doblar su espalda lo es. Lo que hacen los bancos con las personas son experimentos nazis; lo que hace el poder con nuestra vida, desesperándonos, no dejándonos lugar para el ocio, ni para compartir con nuestros hijos, lo es”, arranca Solá. Y es sólo el principio.

Sobre las tablas, le corresponde el papel de aristócrata que somete a un juego de poder a su víctima, un conocido actor (Daniel Freire). “La obra plantea un juego morboso entre los límites de la ficción y la verdad, un juego con trampas, en el que sólo uno conoce las reglas. Una situación muy actual”. El que habla ahora es Daniel Freire, que recoge el guante de la crítica social: “Los únicos que conocen las cartas son los poderosos, los demás nos creemos que las conocemos, nos ilusionamos con lo que ellos nos fabrican: vamos a poder vivir con el sueldo que tenemos, vamos a poder tener una casa porque el banco te lo da… y luego resulta que no, que te mandaron a morir”.

La ‘corrupción’ del sometido

En la versión original, ‘El veneno del teatro’ transcurre en la Francia prerrevolucionaria, pero Mario Gas ha querido llevarla a los años 20. Es una obra de sombras, de contraluces. Sin excesos. ¿Qué papel juega el teatro en el terreno en que nos movemos?

“Dependiendo de donde estés, es parte de los desesperados o del poder”, dice Freire. “Es el viejo dinosaurio herido de muerte de siempre; una resultante de lo que la sociedad es. Tantas posibilidades tiene una obra con contenido que otra que sabemos que es una mierda y que, sin embargo, la gente elige. Los programas de televisión o las películas que más se ven no son justamente las mejores. Así que la corrupción del sometedor es trágica, horrorosa, y la padecemos todos, pero creo que es peor la del sometido porque deja un ejemplo que los demás siguen: ‘Coma mierda, 100 millones de moscas no pueden estar equivocadas'”, añade Solá.

Los dos argentinos llevan años viviendo en España. Y están enfadados, combativos. “Es que tenemos constantemente sobre la cabeza los desahucios, los suicidios, el abuso… Llega un momento en el que a la gente no sólo le enajenan los bienes y el bolsillo, también la cabeza y el corazón”, dice Solá. “Y es mejor sacar el enfado hacia afuera. Debemos mostrar más los dientes porque ellos los enseñan todo el tiempo. Y, además, tienen las armas”.

A pesar de la crudeza, tienen motivos para estar contentos con su nuevo proyecto, que les pone por delante una gira con fechas pactadas hasta enero de 2014. Y que les llevará de vuelta a Argentina. ¿Es el momento de emigrar a la inversa? “Es el momento de vivir, de viajar, de dejarse la piel en lo que se hace… Pero un mercado u otro… Son todos parecidos. Nosotros nos dirigimos a la sensibilidad de la gente. Saquemos al mercado del juego porque nos envuelve, nos come y nos tira a la basura”.