ALEJANDRO T. RUBINSTEIN PARA ENLACE JUDÍO

En palabras de Sergio Nudelstejer “La palabra sefardí, sefaradí, sefaradita o sefardita que en hebreo significa ibérico, no es del todo desconocida por españoles o hispanoamericanos. Sefaradí es el gentilicio correspondiente a la palabra Sefarad, que según el idioma hebreo significa España. En la acepción estricta del término, los sefardíes son los descendientes de los israelitas españoles que a partir del siglo XV comenzaron a dispersarse por el mundo. Quiéranlo o no, los sefardíes pertenecen a la gran familia latina y son unos españoles más”.

En el libro de Ovadiá (1:20) se establece que:
וְגָלֻת הַחֵל־הַזֶּה לִבְנֵי יִשְׂרָאֵל אֲשֶׁר־כְּנַעֲנִים עַד־צָרְפַת וְגָלֻת יְרוּשָׁלִַם אֲשֶׁר בִּסְפָרַד יִרְשׁוּ אֵת עָרֵי הַנֶּגֶב׃

“Y los desterrados de este ejército de los Israelitas que están entre los Cananeos hasta Sarepta, Y los desterrados de Jerusalem que están en Sefarad, poseerán las ciudades del Neguev”.

A partir del año 586 antes de la Era Común se ha presumido la presencia de judíos en la península ibérica. Sin embargo, los historiadores serios han documentado con mayor precisión que es hasta la época romana en que se les ubica en la antigua Hispania entre los años 79 a 81 E.C., a consecuencia de la destrucción del Segundo Templo de Jerusalem en la entonces Judea. Algunos prisioneros de guerra fueron llevados allí y se fortaleció su número al mezclarse con los judíos provenientes del norte de África.

De allí y hasta el final del siglo XV, año 1492 para mayor precisión, los judíos vivieron, convivieron, se protegieron y fueron protegidos, de manera no necesariamente alternativa por los visigodos, los musulmanes en sus distintos regímenes de emirato y califato, los reinos de Taifas desde el siglo X ya en la Era Común, las oleadas beréberes de los siglos XI y XII, los diversos reinos cristianos de los siglos VIII a XV, los carolingios quienes fuesen amos de Cataluña entre los siglos VIII y XI así como en el mismo periodo en el País Vasco de Navarra y los famosos reinos de León, Castilla y Aragón.

La presión por adoptar la fe cristiana fue, aunque con intermitencias, francamente obsesiva. Y es que en el año 612 se marcó el rechazo colectivo a adoptar dicha religión por lo que una gran persecución se incoó en contra de ellos, provocando expulsiones de menor nivel a la absoluta y total de las postrimerías del siglo XV.

Durante la era de los reinados cristianos y emiratos y califatos árabes, en la llamada Reconquista, es que los judíos iniciaron a adoptar apellidos. La explicación era lógica. Si bien los judíos tenían la calidad de dimmis o “tolerados” por la fe islámica, los reyes cristianos buscaban allegarse de culturas y riquezas de pueblos diversos a los árabes.

Al judío se le ofreció una vida establecida a cambio del pago a la Corona de los impuestos correspondientes, del juramento de fidelidad a sus gobernantes, de la promesa de convertirse en hispanos sin adoptar la fe imperante (promesa que se tornó en incumplida) y, parte de ello, a cambio de integrarse a la sociedad del lugar empleando las vestimentas, el idioma y la nominación hispánica.

Cuatro siglos después, Don Isaac Abravanel, erudito pensador judío portugués sefaradí, al referirse a la cohesión de la turba en exilio de Egipto que fundase al Pueblo de Israel hace más de 3,300 años, indicaba que se debía precisamente a que los hebreos no habían modificado en su estancia en las tierras del Nilo ni sus ropajes, ni su lengua y mucho menos son nombres. !Ironías que la Historia ofrece!

La costumbre de apellidarse varió de muy distintas maneras:
1.Patronimia: Los pobladores conservaron el método aun vigente de ser llamados como, verbi gratia, Fulano hijo de Mengano. Es el caso de celebres personajes como Shlomo ibn Gabirol, Yonah ben Yishaq ibn Biqlaris, Hanoj ben Moshe o Hasfdai ibn Shaprut.
2.Linaje: Apellidos derivados de la condición de ser sacerdotes (Cohen), ministros (Levi) o simples miembros del pueblo (Israel). Así, Abraham ben Moshe haKohen, Abraham benYishaq Ha-Levi o Hayyim ibn Yisrael.
3.Toponimia: Nombres derivados de los lugares donde moraban o provenían como Yom Tob Soriano, Ibrahim ibn Yaqub de Tortosa o Abraham ben Shelomoh de Torrutiel.
4.Ocupacional: Apelativos familiares indicativos de la ocupación de su portador o de su antecesor, lo que identificaba la actividad familiar. Así, Yishaq ben Baruj ibn al-Baliah (tesorero), Yishaq ibn Jalfun (cambista) o Semuel Alrabbi (rabino).
5.Anusim: Ante la férrea persecución católica a los judíos, estos últimos tuvieron que adoptar tal fe de manera forzada. El vocablo anús proviene del hebreo y significa obligado, forzado o impuesto. De esta manera, mientras mantuvieron su fe de manera interna, de manera externa manifestaban su catolicismo. Una de esas manifestaciones eran los nombres, como sucedió con Moshe Sefardí quien ante la sociedad fue conocido como Pedro Alfonso en el siglo XI, Shelomo Ha Levi quien adoptó el nombre de Pablo de Santa María en el siglo XIV o el de Yehudah Abravanel quien mutara por una voz hispana no lejana al judaísmo al llamarse León Hebreo en el siglo XV.
Esta categorización final presenta la dificultad de identificar a una persona como de origen sefaradí o no pues, que quede claro, los judíos carecemos de apellidos y solo los empleamos por conveniencia social. Si a ello adicionamos que la evolución onomástica familiar en España no se vio exenta de influencias de apellidos portados por “cristianos viejos” o por supuestos tenedores de certificados de “pureza de sangre” que identificaba como no judío a quien lo obtuviese, entonces, la identificación sefardí se torna en algo muy complejo.

El artículo que motivó a esta entrega y que puede ser consultado en esta página, indica que para que se puedan reclamar orígenes sefarditas “…bastará acreditar la condición de sefardí con un certificado de la Federación de Comunidades Judías…”.

Así las cosas, solo la Federación citada y , en su oportunidad, el gobierno español habrán de considerar si una persona posee los suficientes elementos para ser considerado como sefardí y, consecuentemente, aspirante a obtener la nacionalidad española.

En esta pasada semana se han recibido múltiples solicitudes que esperan ser respondidas en el sentido de que quienes gozan determinado apellido es o no de origen sefardí.

En opinión de este autor y basado en su bibliografía disponible, los siguientes apellidos tienen trazas o posibles orígenes con judíos españoles, como sigue:

APELLIDOS DE POSIBLE ORIGEN SEFARADI

Lombroso Si
Ezquenazi Si
Meyojas Si
Absalón Si
Santos Si
Gaytán No
Zubarán No
Barquín Si
Ruiz Si
Trucios Si como Truchas
Cruz Si
Gutierrez Si
Mijares No
Reyes Si
Fernandez Si
Brito SI
Rodriguez Si
Bernal Si
Tello Si como Telio o Tellón
Roldán No
Bravo Si
De la Vega Si
Garibay Si como Garibi o Garí
Jimenez Si
Laniado Si
Bucaro Si como Bouchara, Buchara, Boukara, Boucarra, Bouccara y Bucarra
Sosa Si
Flores Si
Garza Si
Merino Si

Las variantes en las cuales se expresa gráficamente un apellido son indicativos de su evolución lingüística, de su derivación según el lugar de asiento o, muy probablemente, resultante de la permanente e injusta persecución a la que se ha visto y se ve expuesto el Pueblo de Israel doquiera se establece.

Muchos de los anales disponibles de los probables orígenes sefardíes se obtienen en los documentos producidos en los juicios de los tribunales de la mal llamada Santa Inquisición, amén de los archivos regionales españoles y otros, como el nuestro, el Archivo General de la Nación. Sugiero para su consulta y mayor investigación la siguiente:

BIBLIOGRAFÍA

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Guggenheimer, Eva H y Heinrich W. Guggenheimer. Jewish Family Names & Their Origins. Ktav Publishing House Ltd. New York: 1992
Malka, Jeffrey. Sephardic Genealogy. Avotaynu, Bergenfield,New Jersey : 2002

Gonzalez Bayo, Malka. Los Apellidos Judeoespañoles. Ediciones Obelisco, Barcelona:2008.
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