EDUARDO HADJES NAVARRO PARA ENLACE JUDÍO

Cada cierto tiempo, solemos escuchar declaraciones que nos dejan asombrados y nos llevan a preguntarnos ¿Sabrá este señor de qué está hablando?

Un personaje muy peculiar, acaba de sorprendernos, anunciando que es un gran admirador de Adolfo Hitler y Julio César.

Antes de informarnos de quien manifestó esto, veamos brevemente, quienes son estos “personajes” admirados.

Adolfo Hitler, el individuo que tiene el triste mérito de haber ocasionado con su demencial actuar, la muerte de más de 50 millones de seres humanos, incluidos varios millones de sus propios partidarios, los cuales, en un momento de sus vidas, “estuvieron dispuestos a dar sus vidas” por seguir sus locuras endemoniadas y demenciales.

No creo que sea necesario mencionar los horrores causados por tan nefasto personaje. Su actuar aun está fresco en nuestra memoria y es difícil que aquellos que vivimos en su misma época, podamos olvidar la magnitud de su crueldad y su salvajismo sin límites.

Julio César, igual de ambicioso que el primero, fue un romano que ocupó tantos cargos, que me llevan a saltarlos, para mencionar sólo el más importante de todos. Emperador.
Su ambición lo llevó a pasear su sangrienta espada por casi todo el mundo conocido de la época.

Es lamentable que en esos remotos años, no cabía la posibilidad de llevar estadísticas sobre los muertos que tan nefasto personaje pudo ocasionar. Si pudiéramos cuantificarlo y proporcionarlo, es posible que estuviera casi casi, pisándole los talones a Hitler.

Se pueden encontrar muchas semejanzas entre ambos monstruos. La crueldad, la mentira y el odio a sus semejantes los iguala. Ambos traicionaron y fueron traicionados. Los dos gozaban y se ufanaban del daño que ocasionaban a sus semejantes.

Pero no en todo fueron iguales. Sabemos que Hitler se suicidó, mientras Julio César, murió asesinado.

Creo que a estas alturas de nuestro relato, ya podemos mencionar al personaje que se ha hecho acreedor a este comentario. Es Óscar Sánchez Juárez, recientemente elegido Presidente del Partido Acción Nacional (PAN) del Estado de México, por tan sólo un voto de ventaja sobre el ex diputado Jorge Izunza Armas.

Poco tiempo atrás, el 1 de Julio, Sánchez llegó tercero en las respectivas elecciones, motivo por el cual, este triunfo lo envalentó a tal forma, que dijo ser admirador de los dos asesinos a los cuales ya nos referimos y, para justificar esta admiración expone:
“Fueron hombres que trascendieron en la historia, que dominaron el mundo, a lo mejor no de la manera más convincente para todos, pero admiro el liderazgo que ambos tenían para que miles de gentes estuvieran dispuestas a dar la vida por ellos”

¿Estará en sus cabales Sánchez Juárez al formular esta declaración? Aparte de admirarlos, ¿También aspirará a imitarlos? Sabemos que el PAN se ha desvinculado de sus dichos. No obstante esto, podríamos preguntarnos ¿Pretenderá desatar una nueva masacre entre sus propios hermanos? ¿No le bastará con lo que está sufriendo México con la lucha contra el narcotráfico, que quiere introducir una nueva causa, para llevar el dolor y el sacrificio a más esforzados y gloriosos mexicanos, víctimas ahora de sus ambiciones?

Creo que a estas alturas, lo mejor sería preguntarle: Sr. Sánchez, ¿a cuál de sus dos ídolos quiere emular en su muerte: al que se suicidó o al que asesinaron? Si elige al primero, ¿por qué no hace un gesto noble y patriótico, imitándolo a la brevedad posible?

La patria se lo agradecerá.