LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO

Las revueltas populares que se observaron en el Medio Oriente y en África del Norte, principalmente a partir de febrero del 2011, buscaron la democratización de varios países de esas regiones que durante varias décadas habían estado sometidas a crecientes dictaduras. Los levantamientos se iniciaron en Túnez, en donde cayó el presidente Zine El Abidin Ben Ali, quien gobernó esa nación por 24 años.

En el presente, Túnez tiene un gobierno tripartita en el que domina mayoritariamente el partido islamista Alnahda, que ha alentado a la población a realizar manifestaciones contra los partidos de la oposición y los sindicatos. Los islamitas quieren imponer el dominio del rigor moralista del Corán; no obstante, una buena parte de los tunecinos no quieren renunciar a medio siglo de un entorno de relativa libertad en el que vivieron antes del derrocamiento de Ben Ali. Túnez vive un frágil estado de paz que puede ser roto por las fuerzas internas y externas de los fundamentalistas islámicos.

En este contexto, Egipto, el país del mundo árabe con mayor población, 82 millones de habitantes, está sumergido en la inestabilidad política y social y con un creciente deterioro económico. Después del violento derrocamiento del Presidente Hosni Mubarak, que había ascendido al poder después de la muerte del presidente Anuar el Sadat, Mohamed Mursi (MM) de la Hermandad Musulmana, a la que se atribuye el asesinato de Sadat, triunfó en las elecciones presidenciales de junio del 2012 por un escaso margen frente a su principal rival, Ahmed Shafik, candidato apoyado por los militares.

MM se ha arrogado facultades extraordinarias que lo han convertido en un virtual dictador, lo que unido a su intención de establecer la ley islámica (Saharia) como fuente principal legislativa del sistema jurídico egipcio, ha creado una fuerte oposición de laicos que favorecen un régimen democrático; los opositores a MM, bajo el liderazgo del premio nobel de la Paz, Mohamed El Baradei, se han agrupado en el Frente de Salvación Nacional. Los opositores se han manifestado repetidamente en varias ciudades de Egipto y han sido reprimidos violentamente por el Ejército, situación que ha puesto en entredicho la estabilidad social.

Las fuerzas armadas de Egipto han hecho un llamado al diálogo entre las diferentes corrientes políticas “para evitar una catástrofe, lo cual no se puede permitir”. El Ejército es la institución más poderosa del Estado; los generales tomaron las riendas de la nación tras la revolución de 1952; a pesar de que en junio pasado abandonaron el primer plano de la escena política, se considera que “es el último garante de la seguridad de la nación”. Asimismo, el Ejército es quien en última instancia definirá el mantenimiento del Tratado de Paz con Israel, y si se suspendiera, Egipto dejaría de recibir la cuantiosa ayuda económica que le proporciona EUA, aproximadamente 1,300 millones de dólares anuales.

MM tendrá que buscar un equilibrio entre las presiones de la Hermandad Musulmana, los laicos y el propio Ejército. A la vez que neutralizar a los terroristas de Hamas en la Franja de Gaza y a otros grupos terroristas que operan en esa región para que no se prenda la mecha de un conflicto bélico con Israel que alcanzará a Egipto.

En el entorno conflictivo del Medio Oriente, los vientos de la Primavera Árabe han llegado al Reino de Jordania, en donde la Hermandad Musulmana, la principal fuerza opositora en ese país, está pidiendo reformas de fondo, incluyendo “una ley electoral justa, una lucha contra la corrupción y reformas constitucionales”; las peticiones de la Hermandad Musulmana aparentan ser justas, empero, en el fondo de las mismas está la imposición de las leyes islámicas. En este ámbito, Israel tendrá que reforzar sus controles en el área de Judea y Samalia en el Banco Occidental, para contrarrestar un eventual triunfo de la Hermandad Musulmana en Jordania que amenazaría su seguridad, incluso la de los propios palestinos que habitan en el Banco.

En este marco de incertidumbre en el Medio Oriente, la región con más explosividad es Siria, en donde se ha desatado una guerra civil de gran envergadura que en 19 meses ha causado 42,000 muertos.

Entre los combatientes rebeldes destaca la participación de islámicos extremistas, que hace temer que buscan imponer la Saharia cuando el presidente Bashar El Assad, de Siria, capitule. Por lo demás, Líbano y Turquía ya están involucrados de alguna manera en la guerra. Rusia, que ha apoyado política y económicamente a Siria, por primera vez ha expresado que los rebeldes están avanzando y podrían derrocar al gobierno de Assad.