ELENA BIALOSTOCKY PARA ENLACE JUDÍO

El Santuario de las Mariposas Monarca, “El Rosario”, se encuentra localizado en Angangueo, Michoacán.

El santuario pertenece a un ejido en el que viven 330 familias; cada año, 11 integrantes de cada familia se turnan para trabajar en su cuidado mientras el resto se dedica a la siembra de maíz, trigo o cebada. También se dedican a la construcción y mejoramiento de las carreteras que permiten llegar al santuario

No se sabe exactamente cuándo comenzaron a emigrar las mariposas a México: se tiene noticias de que en 1930, ya se sabía de ellas. Este Santuario comenzó a ser cuidado como tal a partir del año 1990; en el 2008, esta aérea fue declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO.

Las mariposas monarca viajan desde Canadá y los Estados Unidos; recorren más de 4000 Kms. hasta llegar a los santuarios en México. Comienzan a llegar antes del Día de Muertos y se quedan hasta fines de marzo. Se calcula que llegan alrededor de 150 millones de mariposas a los diferentes santuarios.

Se le llama “santuario” porque, hace muchos años, los habitantes de la zona decían que eran sus antecesores los que venían a visitarlos.

Todos los santuarios han sufrido la tala indiscriminada de árboles por parte de personas sin ningún tipo de respeto a la zona. Actualmente, los mismos moradores la protegen y vigilan, para que no haya más tala.

Desde la base de la reserva, hay 2 formas de subir al santuario: a caballo; o caminando por un camino de terracería y más de 550 escalones.

La vida promedio de las mariposas monarca es de 8 a 9 meses.

Al llegar a la cima, recibimos instrucciones de cómo comportarnos: en el santuario no se debe tocar a las mariposas, pues el solo contacto con sus alas provoca que pierdan su capacidad de volar y mueran. El ruido las asusta: aún cuando se encuentren en el suelo -o muertas-, hay que mantener silencio.

Al emigrar hacia nuestro país, las mariposas buscan calor. Cuando está nublado o hace frio, se mantienen en los árboles y parecen colmenas enormes. En cuanto comienza el calor, se ven, en los árboles, abriendo sus alas- y cuando inician el vuelo, el lugar se va cubriendo de naranja; lo único que se escucha es el sonido de su vuelo.

Los mejores meses para ir a visitar los santuarios son febrero y marzo.