UN DOCUMENTAL DE ENLACE JUDÍO POR ELENA BIALOSTOCKY

Cada día, en la Comunidad judía de México, sabemos de más parejas que se divorcian. Aún cuando ya han firmado el convenio de divorcio y el Get, los conflictos entre ellos son cada vez más fuetes y más dañinos para los hijos.

Por está razón Enlace Judío entrevistó al Rabino Abraham Tobal, de la Comunidad Alianza Monte Sinaí; a la sicóloga Elena Freiman, presidente del Comité Ejecutivo de Bet El; y a Blanca Weinstein, Directora de Menorah (Grupo de la Comunidad Judía de ayuda a personas que están lidiando con violencia intrafamiliar).

Nuestros entrevistados coinciden en que un post-divorcio es conflictivo: en la mayoría de los casos siguen las agresiones; cuando no son físicas, las hay verbales. “Ningún divorcio es fácil, es romper con muchas expectativas, hay mucho enojo; considero que cualquier divorcio es conflictivo cuando la pareja no se pone de acuerdo,” explica Freiman.

Los más afectados son los niños, porque, aún queriendo por igual a sus padres, son testigos y víctimas de que ellos no se comunican, no se ponen de acuerdo en la rutina diaria y que se agreden entre sí. Se sienten confundidos y perdidos.

A menudo los padres, quienes están viviendo una crisis mayor y la muerte de muchas expectativas, justifican su decisión describiendo a los hijos los defectos y fallas de su ex pareja; a veces incluso, se les culpa por la separación. En otros casos, los hijos son utilizados como mensajeros del odio y del rencor o, peor aún, como rehenes o medios de presión para acuerdos económicos.

En ocasión, son herramientas de venganza del cónyugue resentido.

En muchas ocasiones, el que interfiera la familia extensa en el divorcio obstaculiza el poder llegar a un acuerdo con más tranquilidad. Lo mejor es que los cónyugues se divorcien solos, sin la familia. Es bueno que ésta última otorgue consejos y apoyo pero, en caso de ser necesario, los involucrados deben recurrir a un asesor que sea neutral o a los Comités de Honor y Justicia de las diferentes Comunidades.

La pareja debe sentarse a hablar con los hijos- de preferencia antes de la separación, informándoles que ya no quieren seguir viviendo juntos, que los niños no son los culpables y, sobre todo, no dar detalles de los problemas (mucho menos acerca de lo que pasa en la recámara).

Cuando hay escasez monetaria y alguno de los padres tiene que trabajar más que antes, debe de informar a los hijos de la situación económica, explicarles que no los está abandonando al irse a sus labores, sino que es por el bien de la familia y para poder proveer lo necesario.

Es muy importante que los padres no se expresen mal de la ex pareja: aún cuando lo hagan sutilmente, siempre seguirán teniendo una relación, pues tienen hijos en común. La expresión generalmente utilizada es “No deben darse de hijazos”. Enfrentarlos a su madre o padre no les ayuda para nada; provoca confusión y baja estima en los hijos.

Lo mejor para los hijos, sobre todo si son chicos, es que vivan juntos, que estén unidos y apoyados por los dos padres. Cuando los hijos son mayores y deciden vivir alguno con la madre y otro con el padre, puede ser más conveniente, pero siempre manteniendo una relación con ambos padres.

La Lic. Blanca Weinstein comentó: ”La pareja debe de resolver los problemas sin intervención de nadie. A los hijos se les debe de hablar de la importancia de la relación de los hermanos; a la larga, los únicos con los que una persona cuenta en con los padres y los hermanos.”

Para finalizar, el Rabino Abraham Tobal nos comentó: “Que la pareja sea inteligente y madura. Cuando se casaron, no fue con la idea de divorciarse; si no funcionó, hay que hacer las cosas de forma correcta, para ellos mismos y para los hijos”.

“No utilicen a los hijos para atacar a la otra parte: son rencores ridículos, expresiones de odio. No caigan en la trampa de jugar ese juego. Analicen en su interior y van a ver que quieren a sus hijos; que ellos sepan que son queridos por ambos”.