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Guerra a las bebidas embotelladas. Con esta máquina, la ‘Soda Stream’, se hacen refrescos con gas sin salir de casa. La fabrica una empresa israelí que, ahora, quiere entrar en el mercado de Estados Unidos. Y, para eso, nada mejor que pagar un anuncio en la Super Bowl, que el año pasado vieron 111 millones de espectadores. Eso sí, cuesta caro: 30 segundos, tres millones de euros. En Estados Unidos, frente a este Centro Comercial, protestan y piden el boicot a Soda Stream, pero no porque prefieran los refrescos embotellados, sino porque la fábrica de Soda Stream está aquí, a diez kilómetros de Jerusalén, en la Cisjordania ocupada por Israel. Piden boicot y sanciones contra las empresas israelíes instaladas en los territorios ocupados y dicen que pagan menos a los trabajadores palestinos y que los discriminan.