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LUIS MAIZEL PARA ENLACE JUDÍO

Estimados Amigos:

Enero fue el primer mes después de llegar al “borde del abismo” y no caernos, los mercados reaccionaron en forma muy positiva aunque en mi opinión un poco exagerada ya que el problema del déficit no ha sido resuelto y el problema del límite de la deuda autorizada por el Congreso se pospuso hasta mayo pero no se terminó.

Obama demostró ser mal ganador y le ha embarrado en la cara a los Republicanos el que les “ganó” el incremento de impuestos sin conceder una reducción apreciable al gasto público y siento que el próximo pleito será aun más agrio que el que vimos en diciembre.

La economía en Estados Unidos sigue en la misma línea de los últimos 8 meses con un crecimiento modesto con poca creación de empleo, una mejoría paulatina en la industria de la construcción, una apatía enorme de la industria en cuanto a construir nueva capacidad instalada y un consumidor con poca confianza, que pospone sus compras mayores, trata de no endeudarse demasiado pero a la vez casi no ahorra pues no tiene excedente de dinero.

Sorpresivamente el Banco Central (FED ) ligó las tasas de interés al índice de desempleo, cosa que nunca había hecho ya que su función es inyectar o retirar liquidez para promover la actividad económica o controlar la inflación y no la de preocuparse por crear fuentes de trabajo. Lo interesante es que la tasa de desempleo está ligada directamente al número de personas que buscan empleo, lo que hace que en la primera fase de recuperación de la economía la tasa tiende a subir, ya que más gente sale a la calle a buscar trabajo y tarda de 6 a 12 meses en verse una tendencia real del índice hacia abajo. Esto nos permite predecir que veremos tasas de interés bajísimas cuando menos hasta la segunda mitad de 2015 si no es que hasta el 2016, si todo le sale bien al gobierno.

Los cambios en el Gabinete de Obama no parecen indicar un cambio en la política fiscal o internacional y vemos que se ha rodeado de su gente de confianza más que de expertos, situación común en un segundo periodo presidencial donde el interés fundamental es mantener el status quo y no el llevar a cabo grandes cambios estructurales.

En México sigue la luna de miel con el nuevo gobierno y aunque aun es muy pronto para hacer un análisis las cosas se ven bastante bien aunque la gente quiere empezar a ver más acción en las reformas energéticas, electorales, etc.

Creo que se ha manejado bien a la oposición y parece que hay un interés primario en hacer bien las cosas por el país.

Me preocupó mucho la explosión de PEMEX pero yo sí soy de los crédulos que aceptan la versión que fue un accidente y espero que no vaya a suceder algo más que me haga cambiar de opinión. El país se siente tranquilo y salvo algunos focos rojos como el Sindicato de Electricistas, los maestros de Oaxaca o los activistas de MORENA, parece ser que hay la intención de dejar actuar al gobierno y ver si cumple con sus promesas de campaña.

Los intereses se mantuvieron estables durante el mes aunque la tendencia reciente ha sido hacia arriba con un incremento de un cuarto de punto en el bono de 10 años.

Los bonos de países emergentes estuvieron fuertes ya que el inversionista está buscando desesperadamente cómo mejorar su rendimiento y se ha llegado a niveles que hace 2 años se hubieran considerado imposibles, como que el papel soberano de México con vencimiento a 10 años dejará solo el 2.52%, apenas 0.6% por encima del equivalente del de Estados Unidos.

El dólar llego a su punto más bajo contra el Euro en casi un año, al considerar los inversionistas que el deterioro de Europa ya se ha detenido, aunque aun no empieza a mejorar y sólo frente al yen vemos un dólar fuerte. Esta baja del yen de casi 15% ayuda a las empresas japonesas a ser más competitivas y ya se empieza a reflejar en un incremento en exportaciones y en una mejoría en utilidades, ya que los mismos dólares se convierten en 15% más de yens.

Las acciones tuvieron muy buen mes, ya que los inversionistas no tienen dónde meter su dinero y al haber más demanda se elevan los precios, lo que se aunó a la euforia de no caer en el abismo fiscal y a que la tasa de impuestos sobre dividendos subió del 15% al 20% y no al ingreso ordinario tasado hasta el 36.6% como se temía.