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CLARA SCHERER/EXCELSIOR

De la información dada a conocer sobre las personas fallecidas en el edificio B2 de la Torre de Pemex se informó, el mismo jueves 31 de enero, que eran 20 mujeres y 12 hombres. Hoy sabemos que fueron 37 personas las fallecidas, pero no hay más datos de si esas cinco eran de uno u otro sexo. ¿Por qué hubo más mujeres afectadas?

Catherine Cassell nos ofrece un interesante dato: en 1850, sólo 1% de la población laboral eran administrativos (y seguramente, mayoritariamente hombres). Para 1970, ya eran 40% e iban acompañados del fenómeno de la “feminización”, mismo que ha marcado la segunda mitad del siglo XX en varias ramas del quehacer humano.

Señala que la feminización del trabajo de oficina se debe a que las mujeres siguen considerándose “mano de obra barata”, dispuestas a trabajar en malas condiciones. A lo anterior, se suma que lo más requerido en esos puestos es la utilización de máquinas de escribir, luego computadoras, por lo que fue fácil llegar a la conclusión de que este trabajo es adecuado para ellas debido a la “mayor destreza manual natural” femenina. El trabajo de oficina se consideraba, además, limpio y respetable y no ha dejado de ser un trabajo rutinario.

Con lo anterior, se configura nuevamente el estereotipo de género: Hay que cuidar a las mujeres: Trabajo limpio y respetable (¿quién las cuida y por qué, además que de qué?); hay que apartarlas de lo extraordinario, de lo inusual, de lo atractivo o de lo que permita la imaginación. ¿Por qué?

No podemos dejar de subrayar que un tema clave de las relaciones de género es la división sexual del trabajo, que todas las sociedades establecen para organizar el conjunto de responsabilidades y obligaciones de las mujeres y los hombres. Se considera que hay roles de género cuando el tipo de tareas socialmente asignadas limitan el desempeño de las mujeres y los hombres. Y parece que en Pemex lo tienen bien aprendido.

Pero esto no es privativo de la paraestatal. Del gobierno de Nuevo León encontramos esta información: “al mes de febrero (2008) hay un total de 19 mil 959 personas adscritas a gobierno del estado: 11 mil 401 son hombres y ocho mil 558 son mujeres. En términos relativos, 42.9% del personal adscrito al gobierno estatal son mujeres. Este porcentaje revela una importante participación de las mujeres en la base de empleados del gobierno del estado. Sólo 22.6% de las mujeres tienen un puesto entre los cuatro niveles de toma de decisiones”. La mayoría de ellas, hace trabajo de oficina.

Un documento de Inmujeres de 2006 afirma que: “Instancias con menor participación femenina son: LFC, con 27 funcionarias, que representan 10.8% del total de funcionarios; Pemex, donde representan 16.4% (dos mil 913 funcionarias)”.

Dice el documento: “El hecho de que haya una proporción baja de mujeres en la toma de decisiones obedece a la existencia de barreras, tanto estructurales como ideológicas, y que deben de superarse mediante la adopción de acciones afirmativas”, y lo dice desde el 2006.

¿Debemos preguntarnos por qué hay más mujeres pobres que hombres? ¿Insistir en que la ubicación de las mujeres, tanto en la jerarquía de puestos como en los lugares físicos de trabajo es injusta?

La ONU señala que ningún país del mundo trata igual a mujeres y hombres. En México, ¿qué estamos haciendo para revertir esta discriminación? ¿El nuevo Plan de Desarrollo contempla este capítulo como eje transversal, ya que en el Pacto por México no consideraron importante nuestra participación? La tragedia de Pemex no debió suceder, pero la injusticia se incrementa si la analizamos mirando los motivos de género.

*Licenciada en pedagogía y especialista en estudios de género