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ESTHER SHABOT/EXCELSIOR

Mientras más se cierra el cerco a Irán por la severidad creciente de las sanciones internacionales en su contra —por ejemplo ya está en dificultades ahora para intercambiar con Turquía gas a cambio de oro—, mayores son sus esfuerzos por establecer puentes con quienes le puedan brindar un respiro económico y, de paso, una oportunidad de expandir la ideología mesiánica islamista sobre la que está montado el régimen de Teherán. La última iniciativa en ese sentido ha consistido en una carta enviada por el Supremo Líder, el ayatolá Alí Khamenei, al presidente egipcio Muhamad Mursi, con motivo del segundo aniversario de la revolución egipcia que derrocó a Mubarak.

El diario árabe Asharq Alawsat reportó el día de ayer que en tal misiva se hace énfasis en el gigantesco avance que Irán tiene en áreas científicas, tecnológicas y económicas, con objeto de probar a través de esto los beneficios de gobernar de acuerdo con los mandatos de la teología islámica tal como la interpreta el clero iraní. De ahí que el mensaje explícito en la carta sea que “los pensadores musulmanes de Irán están dispuestos a compartir sus habilidades científicas con el noble pueblo de Egipto… porque ustedes, en tanto poseedores de una profunda capacidad de fe, filosofía y pensamiento, y en tanto cabeza de una gran nación heredera de la civilización islámica, deben basar su modelo de gobierno sólo en el Islam…deben ignorar las presiones internacionales y de los así llamados intelectuales que pretenden una separación de la religión y la política”. Se insta, pues, a Egipto a adoptar el modelo jomeinista de desarrollo para escapar así de “los dictados de Occidente y del sionismo internacional”.

Esta carta parece haber sido emitida como resultado del dudoso éxito que tuvo la visita a El Cairo del presidente Ahmadinejad hace poco, cuando en el marco de la reunión de la Conferencia de los Países Islámicos, el mandatario iraní recibió una demoledora crítica de la máxima autoridad religiosa de la Universidad Islámica de Al Azhar, implicando con esto la inconveniencia de estrechar lazos entre las dos naciones. A fin de cuentas, para el acosado régimen de Mursi siguen siendo mucho más importantes los siete mil millones de dólares de ayuda provenientes de Estados Unidos, Qatar y Arabia Saudita, que las ofertas llegadas desde Teherán de quien se desconfía profundamente por una serie de importantes discrepancias históricas e intereses contrapuestos.

Analistas especializados en el tema iraní consideran que el intento de cortejar a Egipto denota una desesperación creciente de los iraníes debido a las dificultades económicas cada vez mayores a las que se enfrentan. En la oferta de Teherán a Mursi los ayatolás prometen ser extremadamente generosos en la cooperación política, económica, tecnológica y de seguridad con tal de que Egipto se sume a su órbita. En su empeño por seducir, Teherán incluso ha tomado la decisión de abolir las visas para ciudadanos egipcios, ha prometido miles de millones de dólares en inversiones y ha instalado una oficina especial para organizar masivos peregrinajes religiosos de ciudadanos iraníes a El Cairo, donde, según la tradición chiíta, está enterrada la cabeza del Tercer Imán, Hussein Ibn Alí. Teherán ha sugerido que hasta un millón de peregrinos al año podrían llegar a Egipto.

Por lo pronto, el gobierno de Mursi no ha tomado decisiones respecto de estas ofertas, las cuales seguramente le darán capacidad de maniobra para renegociar los términos de su relación con sus otros interlocutores internacionales. Pero lo que sí queda claro es que Irán, con sus crecientes dificultades internas y externas, y a pocos meses de la celebración de elecciones presidenciales, está urgido de encontrar salidas a los efectos de las sanciones que lo están acorralando.