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DR. GUIDO MAISULS

Corría el año 1963 cuando yo disfrutaba de mi infancia en aquel pequeño pueblo entrerriano de General Campos, terminábamos con mis compañeros de jugar un disputado partido de futbol y de pronto escuché que había fallecido Juan XXIII, el papa bueno.

Cuando volví a casa, le pregunte a mi padre quien era y que había hecho ese Papa bueno. Entonces el me leyó el siguiente párrafo:

“La marca de Caín está estampada en nuestras frentes. A través de los siglos, nuestro hermano Abel yacía en la sangre que vertimos, y derramamos lágrimas olvidando tu amor. Perdónanos Señor, por la maldición que falsamente le atribuimos a su nombre como judíos. Perdónanos por haberte crucificado en su carne por segunda vez. Porque no sabíamos lo que hacíamos.”

“Al maldecir a los judíos crucificamos a Jesús otra vez”.

Papa Juan XXIII

Me impresionó profundamente Karol Wojtyla o el Papa Juan Pablo II cuando en el año 2000 desde en el Muro de los Lamentos, pidió humildemente perdón por los horrores que los malos cristianos produjeron al pueblo judío, construyendo un hermoso puente de dialogo y unión entre la Iglesia Católica y sus “Hermanos Mayores en la Fe”

Quedaron grabados a fuego en mi mente sus tres instancias mas revolucionarias: su visita a la Sinagoga de Roma en la que se reencontró con los judíos como “nuestros hermanos mayores”; su confesión en el museo del Holocausto de Jerusalén, recordándonos que sólo una ideología sin Dios podía llevar a cabo el exterminio de un nación entera y su oración en el Muro de los Lamentos, donde imploró perdón a Dios por todos los sufrimientos que los cristianos infligieron en la historia a los hijos de Israel.

Hoy me produjo una gran satisfacción, que el actual papa Francisco I expresó en su primer día de papado el deseo de aportar al “progreso de las relaciones entre judíos y católicos”, en una carta dirigida al jefe de la comunidad hebrea de Roma.
“Espero intensamente poder contribuir al progreso de las relaciones entre judíos y católicos conocidas a partir del Concilio Vaticano II, en un espíritu de colaboración renovada”.

En junio del 2010 se produce la visita histórica del cardenal Bergoglio a la AMIA donde por primera vez una máxima autoridad de la iglesia católica visita a la principal institución judía de la Argentina.
Para Francisco I, el atentado a la AMIA es “…un eslabón más de la cadena de dolor y persecución que el pueblo elegido de Dios ha sufrido en la historia”.
Del ex cardenal Jorge Bergoglio.

En los difíciles momentos de los rutinarios brotes de judeofofobia que ocurren en Argentina también quedó grabada la original impronta de Francisco I como un hombre de bien: “Sólo el arzobispo Jorge Bergoglio se mostró preocupado por los graffitis antisemitas en la Facultad de Filosofía y Letras que decían: sea patriótico, mate judíos”, por Dina Siegle Van, de la American Jewish Committee. 17 de Septiembre, 2006.

Y Francisco I nuevamente nos deja gratamente sensibilizados cuando exclama a los cuatro vientos: “Aaah, cómo querría yo una Iglesia pobre y para los pobres”. Entonces su confesión arrancó nuestro más caluroso y emocionado aplauso.

Las palabras y las acciones de Francisco I despiertan frescas brisas de vida y de humanismo cuando se desvela por el bienestar de los dos protagonistas extremos de la vida: “Cuando un pueblo se olvida de cuidar a sus niños y de cuidar a sus ancianos, empezó a ser un pueblo en decadencia, es un pueblo triste. Cuando en una familia se olvidan de acariciar al anciano, ya anida la tristeza en el corazón”.

Jorge Bergoglio nos impactó en nuestras mas íntimas fibras humanas cuando denuncia que en la Argentina se aplica la pena de muerte con la “eutanasia encubierta” de ancianos, quienes sufren maltrato y marginación.
“En la Argentina hay eutanasia encubierta. Las obras sociales pagan hasta cierto límite; si te pasás, ´morite, total sos viejo´. Hoy se descarta a los viejos cuando, en realidad, son la sede de la sabiduría del pueblo”.

El ex arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio, denunció con vehemencia como unos de los grandes males de la Argentina y del mundo “al imperio del dinero con sus demoníacos efectos como la droga, la corrupción, la trata de personas-incluso de niños, junto con la miseria moral y espiritual, son moneda corriente”.

El argentino Papa Francisco I, nos otorgó muestras de que piensa ser implacable con los pederastas y no piensa encubrirlos. “No quiero que frecuente esta Basílica” insinuó el Papa, cuando se cruzó con el cardenal Bernard Law, acusado de haber encubierto a más de 250 curas pederastas en los Estados Unidos.

El hoy actual Papa y ex arzobispo porteño también hizo su implacable crítica al pésimo servicio ferroviario argentino y a la tragedia de Once al denunciar que “no hay que acostumbrarse a viajar como ganado para ganarse el pan pues la casi la totalidad de los fallecidos venía a ganarse el pan dignamente”.

Y el Papa Francisco I nos sorprende una vez mas con su sencillez, humildad y desapego a las cosas superfluas de la vida cuando mantuvo en una audiencia con periodistas de todo el mundo, que se percataron que seguía usando sus viejos zapatos, en lugar de los púrpuras tradicionales en los Papas.

No soy cristiano ni católico. Soy un argentino de nacimiento y por convicción, profeso la fe judía y soy descendiente de los gauchos judíos de Entre Ríos e hijo de los Hermanos Mayores en la Fe a los que hacia referencia el Papa Juan Pablo II y me siento muy feliz, emocionado y orgulloso que mi compatriota el Papa Francisco I haya sido elegido tan sabiamente al frente de la Iglesia de Roma pensando en la realización efectivamente de un mundo mejor y mas humano.

Que Dios bendiga a Jorge Bergoglio o Francisco I y a toda la humanidad.

Fuente:identidades