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MAURICIO MESCHOULAM

Siempre que un conflicto entra a una espiral ascendente, aparentemente sin final, resulta complicado predecir hasta dónde la situación puede escalar, sobre todo porque cuando se hace este tipo de análisis partimos del supuesto de que todos los actores toman sus decisiones de manera racional.

Sin embargo, hoy sabemos que la toma de decisiones es impactada por un número de factores que no son racionales. Además, existen elementos fortuitos, impredecibles o incluso fallas humanas que pueden determinar el destino de un potencial conflicto y que por tanto se encuentran fuera de la esfera de cualquier predicción.

Dicho lo anterior, hay que considerar los siguientes factores: (a) La mayor parte de analistas coincide en que Pyongyang no cuenta con una bomba atómica operativa y lista para ser enviada, sino únicamente con dispositivos nucleares que aún no pueden ser montados en misiles; (b) Pyongyang sabe, en principio, que un ataque de alto impacto a Estados Unidos o sus aliados recibiría una respuesta de gran escala que pondría en riesgo la propia supervivencia del régimen norcoreano, por lo que no sería racional detonar un ataque de esa naturaleza.

Eso, por tanto, arroja las siguientes posibilidades: (1) Podría darse un conflicto limitado, a raíz quizás de un ataque de Pyongyang dirigido a objetivos específicos de Corea del Sur. Esta tendría que ser una acción de un nivel tal que no mereciese una respuesta de gran escala por parte de Estados Unidos como para poner en riesgo al régimen; (2) Podríamos por otro lado simplemente estar siendo testigos de actos provocativos que no resultasen en un conflicto abierto: el objetivo de Kim Jong-un sería el de transmitir un mensaje de firmeza tanto al interior de su país como al exterior, buscando comunicar que las acciones de represalia en su contra, tales como las sanciones en la ONU o los despliegues militares amenazantes, no tendrán otro resultado que el endurecimiento de sus posturas. Lo que está sucediendo estos días es que Kim Jong-un no está siendo eficaz en transmitir este mensaje ya que se está topando con respuestas de sus contrapartes igualmente beligerantes; (3) Un escenario probable, entonces, es que Norcorea busque a futuro un incremento de su capacidad disuasiva mediante más ensayos tanto con misiles convencionales como con explosiones nucleares.

Corea del Norte seguirá trabajando para incrementar su nivel tecnológico. Además, lo más probable es que dadas las condiciones globales de este momento, Pyongyang no sería atacada de manera preventiva, ni tampoco abandonada por China (a pesar de su molestia actual), lo que brinda el incentivo necesario al régimen para mantener la ruta actual.

El problema es que se ha entrado en una escalada muy difícil de detener. Es decir, a pesar del supuesto de que un conflicto no estalle ahora, el riesgo a futuro es elevado. Washington, aún con el desagrado de China, robustecerá su presencia militar en la zona.

Los actores regionales tenderán a incrementar también su capacidad disuasiva. Muy probablemente Corea del Sur perseguirá su propia capacidad militar nuclear. Japón seguirá invirtiendo para armarse. Y como consecuencia, las tensiones tenderán a persistir. Para evitarlo, alguien tendría que dar pasos firmes en sentido opuesto y permitir a la otra parte llevarse una victoria política, al menos simbólica, que abra la puerta a una negociación, pues paradójicamente eso es, aunque no siempre se entienda, lo menos malo para todos los involucrados.

Fuente:eluniversal.com.mx