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JACOBO ZABLUDOVSKY

El próximo domingo Venezuela irá a las urnas para elegir presidente después de 14 años de Hugo Chávez en el poder.

Coincidencia milagrosa, como milagrosos vienen a ser algunos hechos que convierten esta votación en un experimento de intervención divina digno de examinarse con ojo de relojero fino: el día es aniversario del regreso de Chávez después de un golpe de Estado que lo apartó del gobierno. No es esa la única señal extraterrestre en el proceso electoral. En el primer discurso de su campaña el candidato Nicolás Maduro reveló con la modestia propia de los iluminados cuando se le apareció Chávez, a quien no dejan dormir en paz, en forma de un pajarito: “De repente entró un pajarito, chiquitico, y me dio tres vueltas acá arriba”, dijo Maduro por televisión señalando su cabeza, imitando el vuelo del ave y viviendo sin vivir en él, fuera de sí, arrobado: “Se paró en una viga de madera y empezó a silbar, un silbido bonito (obsérvese en el adjetivo la influencia del Siglo de Oro). Me lo quedé viendo y también le silbé. Si tu silbas, yo silbo, y silbé. El pajarito me vio raro, silbó un ratico, me dio una vuelta y se fue y yo sentí el espíritu de él (de don Hugo, se supone). Lo sentí ahí como dándonos una bendición, diciéndonos: ‘Hoy arranca la batalla, vayan a la victoria, tienen nuestras bendiciones’. Así lo sentí yo desde mi alma”, dijo el señor Maduro mirando arriba.

Son siete los candidatos oficiales aunque solo dos, Maduro y el opuesto Henrique Capriles, pueden ganar, especialmente el heredero del chavismo con ayuda tan oportuna, ilimitada y obvia del más allá que uno se pregunta qué necesidad tiene de los votos de sus semejantes. En un acto de humildad, muestra de la fortaleza de su espíritu, Maduro ni pío dijo cuando su contrincante lo acusó en público de inepto y de aceptar insultos y regaños de su tutor político (en su etapa de vida en este mundo) atribuyéndole la responsabilidad de los peores 100 días de gestión de Chávez.

Maduro no se inmuta. Madera de mártir no le falta. Nada de lo humano le es ajeno y en la televisión estatal venezolana dio una respuesta demoledora: un video de dibujos animados recrea la llegada de Chávez a lo que parece ser el cielo, donde es recibido de manera que parece jubilosa por quienes parecen ser Simón Bolívar, Evita Perón, Salvador Allende y el Che Guevara, en un paisaje pastoril de prados verdes y árboles frondosos. Un Chávez silencioso tal vez por consejo del rey de España, calzando alpargatas y chaqueta con los colores de la bandera venezolana, pasa en corte directo de la sorpresa al regocijo.

No es el único indicio de la línea directa por donde Maduro se informa y nos informa: “Nosotros sabemos que nuestro comandante subió hasta esas alturas… alguna cosa influyó para que se convoque a un Papa sudamericano… llegó la hora de América del Sur, así nos parece… en cualquier momento Chávez convoca una asamblea constituyente en el cielo para cambiar el mundo…”, dijo Maduro al compartir con el resto de los humanos asuntos tan confidenciales. No falta algún hereje que se pregunte de cuál fumó el estadista venezolano, quien salió a defenderse de la conmoción: “Yo conté algo muy sencillo que me pasó ayer, sí, me sucedió, ¡me sucedió! Y me siento muy feliz de que me haya sucedido, es mi espiritualidad y me dio la gana de compartirla con el pueblo”. Si con el pajarito se entendió a silbidos, en sus arrebatos teológicos emplea sus propias alas y alcanza las alturas de mi querida Pita al hablarle a Dios: “ Y si no es posible verte ni tu voz se deja oír, qué alucinación sentir que en mi propia sangre habitas y en mi corazón palpitas mientras él pueda latir”.

En la infinita caterva de caudillos tropicales hemos tenido de todo y cada novelista latinoamericano que se respete ha recreado el suyo con perfiles que sólo la realidad supera. Faltaba la demagogia tras los altares, la sustitución de las urnas por las hornacinas y el toque de inesperada elegancia al adornar sus vestimentas políticas con la chaquira de los designios sobrenaturales. Cuando se suponía contado todo el cuento debemos agradecerle al señor Maduro la inesperada aportación al elenco de los caciques sublimes y al repertorio de las historias asombrosas.

No pudo Maduro realizar su sueño de embalsamar dormido eternamente a Chávez, pero sustituyó la ofrenda material de un cuerpo presentable por algo más duradero: la fuerza de sus ideas, la visión clara del futuro de sus compatriotas, la ayuda celestial y la claridad de sus planes de gobierno. Erigirá con esos tesoros el mausoleo digno del hombre cuya huella sigue y cuyo ejemplo trata de emular.

No cabe duda.

Fuente:alianzatex.com