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SAMUEL SCHMIDT PARA ENLACE JUDÍO

Cada una de las acciones de Peña Nieto se acompaña de un discurso optimista que hasta parece que resultó en la panacea que el país necesitaba aunque también lo hace con un fuerte despliegue publicitario, de hecho ha incrementado en varios cientos porcentuales el gasto en comunicación.

Sin embargo, esto no implica necesariamente  que la información, apreciación, o argumento gubernamental sea del todo preciso. Hay reformas que todavía no se aprueban y ya se nos dice que van a generar crecimiento económico, aunque la cifra varía según el funcionario, que no nos digan cómo se generara ese impacto parece ser irrelevante, el discurso parece ser mágico. Usted solamente debe creer en las nuevas cuentas de vidrio que nos venden.

Un manejo similar sucedió, pero no podía ser distinto, en la reciente visita a China y Japón, el gobierno primero anunció que iba a promover inversiones mexicanas en China, como si la economía mexicana estuviera sobrada de recursos y la burguesía requiera de las buenas gestiones presidenciales para encontrar nichos de mercado, al final resultó que se le venderá petróleo a los chinos, aunque no queda claro si la plataforma de extracción aumentará, pero seguramente con esos barriles de crudo lograremos elevar la productividad nacional. Públicamente no se informó sobre el Dragon Mart y ni por error se mencionó el interés de los chinos a invertir en México. ¿Se habrá cumplido el objetivo de la visita?, y ¿cuál era?

Después resulta que festivamente nos dicen que relanzamos nuestra posición con Japón porque logramos la construcción de un gasoducto que se construirá en Estados Unidos porque la porción mexicana la harán dos empresas, una canadiense y otra encabezada por un ex secretario de Comunicaciones. O sea que elevaremos nuestras importaciones de gas, lo que hacemos usualmente a precios muy elevados, pero ahora supuestamente se ahorrara un poco porque viene en ducto. Eso suena muy bien, pero ¿cómo relanza nuestra posición con Japón haber anunciado una inversión de ese país en otro país que no es México?, ¿logró algo más el presidente?, ¿cuál fue el objetivo de la visita? Se filtró que el viaje ayudaría a facilitar la entrada de México a una alianza de países del Pacífico, ¿para qué queremos entrar y por qué no se informó oficialmente de ese objetivo? ¿Será que también esas cosas se negocian en lo obscurito?

Ya se conoce la figura de la demagogia que quiere decir que un político promete algo que sabe de antemano que no podrá cumplir, pero ahora encontramos la mentira pura y dura que usan los poíticos mexicanos sin pudor alguno. Ya sea por ejemplo que el jefe de Gobierno del DF anuncie que el Vaticano le pagó el boleto para ir a la misa en que el Papa se presentó en sociedad para que el mismo Vaticano lo desmintiera, o que el director de PEMEX nos engañe con inversiones que no son tales.

Muchos de los grandes autores que analizan al mexicano llegan a la conclusión que es mentiroso, Octavio Paz usa la metáfora de que está escondido tras máscaras, Este es un rasgo relevante para entender al mexicano y su comportamiento y como sus gobernantes son mexicanos, no tenemos razón para pensar que deban ser distintos, no hay razón para que no mientan, no se oculten, no disfracen sus intenciones. En otras palabras, no podemos pensar que sean distintos, y sin embargo no podemos tomar a la ligera la mentira oficial. La mentira daña, el mexicano vive en un mundo de desconfianza, de falta de credibilidad, pero la mentira de los gobernantes daña todavía  más, aunque los políticos no se quieran dar por enterados.

Peña Nieto está urgido de legitimidad y sabe que para lograrlo debe mostrar una gran eficacia como gobernante, sin embargo, decepcionar a la gente puede impactar momentáneamente para luego revertirse con fuerza, contra los políticos pero más que nada contra la sociedad.

La política es un juego de largo alcance, la verdadera acción de los políticos debe impactar al futuro lejano, aunque sus promesas sean para el mañana metafórico, es un error apostar al mañana literal, porque se pueden crear espejismos, ilusiones ópticas que le hagan creer al gobierno y a ciertos sectores de la sociedad efectos ilusorios porque la desilusión acarrea consecuencias muy desagradables, el desencanto para los políticos será su castigo, pero la sociedad no se lo merece, o tal vez si por tolerar que la engañen una y otra vez; por eso no es tan hueca la frase de que los pueblos tienen el gobierno que se merecen y los políticos tienen la sociedad que con tanto esfuerzo manipulan.