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Gilles Bernheim, Gran Rabino de Francia, es noticia estos días por haber mentido acerca de su supuesta titulación académica, por haber plagiado un libro y por haber engañado al mismo Benedicto XVI, que llegó a leer públicamente un texto contra el matrimonio homosexual firmado por dicho rabino, pero copiado de otro autor.

Vamos por partes.

El 21 de diciembre pasado, en su discurso anual a la Curia Romana, el Papa Benedicto XVI leyó un discurso muy esperado. En esa ocasión el Santo Padre leyó un texto firmado por el Gran Rabino de Francia, Gilles Bernheim, publicado el 18 de octubre de ese año con el título de “Matrimonio homosexual, homoparentalidad y adopción: lo que olvidamos a menudo decir”. Desde ese día, esta citación por el Papa fue uno de los más grandes títulos de gloria de Gilles Bernheim: fue un acontecimiento celebrado por la comunidad judía y la prensa en el mundo entero. Pero… (porque hay un pero) resulta que el texto citado es otro episodio de una serie que no deja de crecer cada día que pasa.

El escrito en cuestión no fue redactado por la mano del Gran Rabino, el cual se entregó una vez más a una práctica que ya es un clásico en este hombre. Se trata de otro plagio de la larga colección del rabino.

Un especialista francés en materia de plagios, el universitario Jean-Noël Darde, acaba de hacer el descubrimiento. En el caso del texto leído por el Papa, Gilles Bernheim copió del libro “La ideología del género. ¿Identidad recibida o elegida?” (Ed. Le Livre Ouvert) publicado en marzo de 2012 por Joseph-Marie Verlinde. El Gran Rabino de Francia reproduce palabra a palabra las páginas 96 y 97 de este trabajo en su capítulo “La visión bíblica de la complementaridad hombre/mujer”. Este Gran Rabino tiene la inveterada costumbre de tomar “prestado” aquí y allá todo lo que le parece aprovechable. En todo caso, ha logrado engañar al mismísimo Papa…, hasta que se ha descubierto el fraude.

Jean-Noël Darde ha descubierto otro plagio del rabino. En su libro “La preocupación por los demás en el fundamento de la ley judía”, firmado por Gilles Bernheim (2002 Calmann-Lévy), éste copió unos pasajes a la obra de Jean-Loup Charvet “La elocuencia de las lágrimas”.

El Gran Rabino de Francia tiene efectivamente una arraigada vocación por copiar de los trabajos de otros parte de sus obras. Pues ahí no queda la cosa. Ahora reconoce que su libro”Cuarenta meditaciones judías” reproduce párrafos enteros de la obra de Jean-François Lyotard, filósofo francés ya fallecido.

Primeramente, reconoció la extraordinaria similitud entre los pasajes imputados de su libro y el original de Lyotard (escritos 15 años antes). Encontró en ese momento una explicación a tanta coincidencia: en sus años de estudiante, el Gran Rabino habría distribuido generosamente sus escritos en folios mecanografiados a otros alumnos y profesores. El filósofo Jean-François Lyotard los hubiera aprovechado para posteriormente utilizarlos con su nombre. En otras palabras: el plagiario sería Lyotard, un intelectual de reconocida solvencia, dueño de un impresionante curriculum académico y profesional y nada sospechoso de tales actividades.

Lo más grotesco de este burda mentira es que el estilo y hasta el léxico (por ejemplo, el uso de un verbo rarísimo, pero presente en los trabajos tempranos de Jean-François Lyotard) de los pasajes plagiados por el rabino) corresponden sin la menor sombra de duda al filósofo en cuestión, cuyo texto plagiado antecede al del rabino en tres lustros. Al delito de plagio el Gran Rabino ha añadido la calumnia a un hombre muerto.

Una vez descubierta la farsa, el copión ha entonado su mea culpa. El miércoles pasado, después de haberlo negado, el Gran Rabino de Francia confesó que encargó una parte de la redacción de su libro “Cuarenta meditaciones judías” (Ed. Stock), publicado en 2011, a un “negro” (escritor anónimo) que plagió otras obras. En un comunicado, escrito desde Jerusalén, dice textualmente:

“Para el libro “Cuarenta meditaciones judías” me he apoyado, por falta de tiempo, en un estudiante cuyo nombre callaré, a quien confié los trabajos de investigación y de redacción. Es la única vez que he hecho un arreglo de esta naturaleza en un contexto de sobrecarga de trabajo en que mis obligaciones no me permitían dar toda la atención necesaria a la redacción de un libro. Ha sido un terrible error. Mi confianza ha sido traicionada. Los plagios están documentados. Habría además otros plagios aún no identificados. He sido engañado. Sin embargo, soy responsable. Pido perdón a los autores cuyos textos han sido copiados, y a mi editor que no había sido informado de la existencia de una tercera persona (el “negro”). Mi primera reacción (su primera justificación del plagio) ante la evidencia del plagio fue emocional, precipitada y torpe. Lo lamento hoy. En cuanto vuelva a Paris, le escribiré a Dolores Lyotard (viuda del plagiado) y a Elisabeth Weber (persona involucrada en la obra plagiada) para presentarles mis disculpas y expresarles el respecto que siento hacia Jean-François Lyotard. Le pido a mi editor que retire “Cuarenta meditaciones judías” de las librerías y de mi bibliografía”.

Pero hay más todavía. Primero fue el caso de su supuesta titulación universitaria. El Gran Rabino de Francia, Gilles Bernheim, acusado de plagio, también pudo haber usurpado el título de agregado de filosofía. En el libro ahora en entredicho, en la contratapa se dice una vez más que su autor es agregado de filosofía de la Universidad francesa, dato cuya reseña debe haber sido autorizada por el propio Bernheim. Pero su nombre no aparece en ninguna lista de los que han sido reconocidos con ese título, uno de los más selectivos de la Universidad francesa.

Diversos medios, entre ellos L´Express, han llevado a cabo búsquedas infructuosas en los archivos de la Sociedad de Agregados de la Universidad entre los años 1968 y 1986. Por su parte la AFP ha llevado a cabo unas investigaciones en 28 anuarios de la Sociedad de Cadedráticos Universitarios (de 1972 a 2000) con resultado negativo: el nombre del rabino no figura. Por su parte, Le Figaro confirma la ausencia del nombre del gran Rabino de Francia de todo registro conocido. Ese nombre tampoco aparece en los ficheros de la administración de la Educación Nacional. Incluso un rabino que ha preferido permanecer en el anonimato confiesa que en el seno de la comunidad judía se sabe que Gilles Bernheim no tiene el título del que presume.

Fuente:alertadigital.com