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MAURICIO MESCHOULAM

¿Quiénes son? ¿Qué buscan? ¿Qué es lo que lleva a una persona o a un grupo a cometer un acto que emplee la muerte de civiles como estrategia? ¿Cuál es el proceso que transforma a ciudadanos aparentemente ordinarios en perpetradores de crímenes masivos? La Psicología del Terrorismo, como subdisciplina (o más correctamente, trans-disciplina), intenta responder algunas de estas preguntas. Pasado el período de la conmoción inicial, ahora nos enfocamos a buscar esas respuestas. En el camino, sin embargo, otros debates, factores y repercusiones salen a la luz. Hoy en el blog trataré de abordar algunos de estos temas.

La motivación del acto

Un acto terrorista no es violencia por la violencia misma, para causar daños materiales, ni siquiera en vidas humanas, sino violencia como instrumento para producir terror. El objeto es utilizar ese estado mental de la sociedad como vehículo para transmitir un mensaje, posicionar un tema en la agenda, hacer llegar alguna reivindicación. Un ataque terrorista eficaz consigue afectar las opiniones de las personas, sus actitudes, su conducta, y ejerce una coerción psicológica en la sociedad, que se podría traducir, por ejemplo, en presiones para que un gobierno modifique ciertas políticas o acciones.

Determinar entonces los móviles que los actores tuvieron para cometer el atentado resulta crucial. Lo malo es que a falta de datos, comenzamos a elaborar conjeturas y efectuar, una vez más, conexiones de factores que no necesariamente se encuentran conectados. Acá algunos ejemplos:

Conjetura 1: Partiendo del origen checheno de los sospechosos, una conexión inmediata que elabora nuestra mente es que su motivación tendría que ver con dicho origen. Es decir, podríamos pensar que en cierta etapa de su vida, probablemente el más grande de los dos muchachos habría recibido adoctrinamiento de algún grupo vinculado al terrorismo checheno y que habría concluido que llevar a cabo un ataque en Estados Unidos era una estrategia adecuada para posicionar en la agenda el independentismo de esta república perteneciente a Rusia. Esta hipótesis, sin embargo, dista mucho de ser verificada. Los sospechosos migraron a Estados Unidos entre 2002 y 2003. Tamerlan, el mayor, viajó a Rusia el año pasado, pero los detalles del viaje aún no arrojan evidencias que lo conecten con algún grupo extremista local.

Conjetura 2: Partiendo de la religión que profesaban ambos sospechosos, podríamos pensar que quizás hay un vínculo con el jihadismo o con grupos extremistas militantes islámicos. Esta hipótesis se vería fortalecida por datos procedentes de las redes sociales de Tamerlan y por declaraciones de algunos familiares. Acá, no obstante, es indispensable clarificar que no es lo mismo ser de religión musulmana que ser islamista (comulgar con el Islam político, como sucede con grupos tales como la Hermandad Musulmana dentro de los que hay vertientes moderadas y radicales) y mucho menos militante islámico o jihadista (comulgar con métodos violentos para conseguir las metas del Islam político, como ocurre con Al Qaeda o grupos afiliados). Hasta el momento de este escrito, no hay evidencias aún que vinculen a los sospechosos con grupos islámicos o militantes.

Por consiguiente, si queremos conocer el proceso psicológico a través del que los perpetradores pudieron transformarse en terroristas, tendremos que seguir esperando. Pero mientras lo hacemos, debemos conservar siempre la claridad de que este ataque fue cometido solo como estrategia para conseguir algo más que aún no conocemos.

Lo que no se puede evitar es que la gente especule, saque sus propias conclusiones (aunque apresuradas), comience a indagar sobre Chechenia, su ubicación, su problemática, el terrorismo local y sobre los grupos islámicos que operan en aquella región. Pero ¿qué tal si se tratara de un caso de terrorismo doméstico en el que los jóvenes hubiesen sido más influidos por factores sociales propios de Estados Unidos que por su origen, o por la historia de sus ancestros?

El debate: el estatus del sospechoso sobreviviente

¿Dzhokhar, el sobreviviente, es sospechoso de terrorismo o es sospechoso de cometer algún otro tipo de delito? El terrorismo, dicen quienes diseñaron las leyes en Estados Unidos al respecto, no es cualquier clase de crimen debido a que si las autoridades esperan a que se cometa, entonces los daños serían completamente inaceptables. Por consiguiente, esta categoría de violencia, sostienen, no puede ser tratada como crimen ordinario.

El debate que surge en estos días tiene que ver entonces con cómo designar al sospechoso que sobrevive. Si fuese acusado con la figura de acto terrorista: “combatiente enemigo”, entonces sus derechos se limitarían enormemente y tendría que ser juzgado por una corte militar. Esta es la opción que perseguían algunos legisladores republicanos como el Senador McCain. En cambio, la Casa Blanca ha elegido optar por juzgar al acusado en una corte civil y respetando sus derechos ciudadanos.

La razón es simple. A pesar de que el crimen cometido parece ser un acto terrorista con claridad, existe enorme polémica desde hace años al respecto de la ambigüedad de la figura del “combatiente enemigo” y de la legislación que de ella se deriva. En este caso, se trata de un joven de origen checheno pero que ya cuenta con la ciudadanía estadounidense. Si Obama se decidía a aplicar la legislación de terrorismo, estaría entrando en un terreno muy complicado para un presidente de su perfil ya que no hay evidencia alguna de los vínculos que hubiese podido tener Dzhokhar con grupos extremistas enemigos de los Estados Unidos. Esta cuestión, incluso podría traer el fantasma de asuntos muy escabrosos como las detenciones e interrogatorios de Guantánamo.

Esta decisión, sin duda generará oposición sobre todo en las filas del Partido Republicano, pero la Casa Blanca ha preferido enfrentar esa discusión, a entrar en contradicciones con su propio discurso.

Recapitulando los datos y una hipótesis

¿Qué es lo que tenemos entonces?

1. Se trata de ciudadanos estadounidenses.

2. Son de origen checheno pero migraron a Estados Unidos hace muchos años. El sospechoso que sobrevive tenía apenas 9 años cuando entró en ese país.

3. En los últimos años se incrementó la actividad política del mayor de los dos, y en 2012 éste efectuó un viaje a Rusia, aunque ello no evidencia -aún- sus ligas con grupos extremistas que operan allá.

4. Sin embargo, un dato adicional se obtiene del modo como actualmente operan muchos grupos terroristas locales que se ubican en distintos países. Estos grupos no mantienen ninguna clase de lazos operativos o financieros con organizaciones terroristas transnacionales tales como Al Qaeda, pero sí se afilian ideológicamente a las mismas. Su liga es únicamente simbólica y discursiva. Estos son los denominados grupos de base.

Por lo tanto, como no hay acto terrorista sin móvil, y por la forma de operar (bombas poco sofisticadas, planes de escape que se sustentan en robos de vehículos, o en esconderse en donde se pueda), podríamos pensar que el caso de los dos jóvenes podría ser el de dos o más individuos vinculados no operativa pero sí ideológicamente con alguna causa (que aún desconocemos), quienes posiblemente no habían concluido sus planes (se les encontraron más explosivos y armamento) y quienes no tuvieron el tiempo para transmitir con claridad sus reivindicaciones. Esto no es más que una hipótesis. Para conocer su validez, tendremos que seguir esperando.

¿Usted cómo lo ve?

Fuente:eluniversal.com.mx