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Israel y Palestina, dos mundos tan cerca. Y a la vez tan distantes. El gigante asiático ha fracasado en su intento de mediar en el enquistado conflicto entre Israel y Palestina. El pasado martes 7 de mayo, elpresidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, abandonaba frustrado Pekín tras las fracasadas intenciones de China de propiciar un encuentro con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, quien llegó ayer a la capital de la potencia asiática.

Netanyahu viaja a China para promover los lazos económicos

El Gobierno del líder israelí ha dejado claro, a través de un comunicado enviado por la Embajada de Israel en Pekín, que su viaje a China se centrará en «promover los lazos económicos». Sin embargo, Pekín continúa con su intento de influir en la zona, tal como ha manifestado la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Hua Chunying: «China continuará el diálogo con ambas partes».

Doble rasero de China

Es la primera vez que Benjamin Netanyahu visita China en las tres legislaturas que lleva al frente del Gobierno. La última vez que un líder israelí viajó a Pekín fue en 2007, con la llegada de Ehud Olmert. Esto se debe a que China siempre ha mantenido una actitud muy crítica con los asentamientos israelíes en Palestina, pero a partir de 1995 el gigante asiático ha ido girando a una «posición más pragmática y atemperada con Tel Aviv», según afirma el analista en relaciones internacionales, Sergio Príncipe.

El analista explica que durante más de dos décadas China ha sacado ventaja de su pragmatismo socioeconómico: «Tel Aviv fabrica armasque vende a Pekín y su alianza incomoda a Estados Unidos», dice Príncipe. Pero pese a este acercamiento económico, en lo ideológico el gigante asiático defiende «la creación de un estado palestino con las fronteras de 1967 y Jerusalén Este como su capital», según ha declarado el enviado especial chino para Oriente Medio, Wu Sike.

Despachos a diez minutos

«Es una tontería que los líderes viajen doce horas en avión para reunirse en un país extranjero cuando sus despachos, situados en Jerusalén y Ramala, están a diez minutos», ha afirmado el portavoz de la Embajada de Israel en España, Lior Haiat, para ABC. Sin embargo, el conflicto está tan enraizado que siempre ha necesitado de mediadores externos.

El analista Sergio Príncipe pone como ejemplo los acuerdos de Oslo, en 1993, que han sido calificados como el tratado que más cerca estuvo de conseguir la paz entre Israel y Palestina, pero tras su firma, el territorio en Cisjordania quedó fragmentado en complicadas enredaderas.

El tratado establece la partición del territorio en tres zonas: A, B y C: el 17,7 % del territorio es zona A, donde la Autoridad Palestina es responsable de los asuntos civiles y de la seguridad; el 18,3% es zona B, donde la Autoridad Palestina se ocupa de los asuntos civiles e Israel de la seguridad y el resto del territorio, un 60%, es zona C, en el que Israel tiene total autoridad tanto en los asuntos civiles como en su seguridad.

Con información de ABC

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