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JULIÁN SCHVDINDLERMAN

“Los juegos ofrecen una oportunidad a los atletas para sobresalir, para esforzarse y convertirse en destacados en su campo”, declaró Stephen Hawking al inaugurar los juegos olímpicos de Londres 2012, “así es que vamos a celebrar juntos la excelencia, la amistad y el respeto”. Este espíritu de fraternidad universal parece haberse disipado del profesor un año después: con cierta solemnidad anunció que rechazaba, por motivos políticos, la invitación del presidente Shimon Peres a participar de la Conferencia Presidencial de Israel: Enfrentando el Mañana 2013.

Al igual que en años anteriores, la Conferencia planeada para este junio examinará temas acuciantes relacionados a la economía, la geopolítica, el medio ambiente, la sociedad, la identidad, la cultura y la educación entre otros, y buscará, como ella anuncia, “proponer soluciones que puedan conducir a un futuro mejor para Israel, el pueblo judío y para toda la humanidad”. Han confirmado su asistencia Bill Clinton, Tony Blair, Mijaíl Gorbachov, Alberto de Mónaco, Sharon Stone y Bárbara Streisand, entre otras prominentes figuras del mundo entero. Un pensador como Hawking, considerado como uno de los físicos teóricos más brillantes desde Albert Einstein, podía haber aportado mucho a un mega-evento como éste. Su alejamiento esa una pena para Israel, para el mundo y para él. Algo bueno podía haber surgido de su presencia, nada bueno surgirá de su ausencia.

La politización de un evento tan noble incomodó a la Universidad de Cambridge, alma mater de Hawking, cuyos voceros invocaron cuestiones de salud para explicar la cancelación del profesor. Pero el propio Hawking se aseguró de que las razones reales de su conducta quedasen bien establecidas. En una carta fechada 3 de mayo, escribió: “Acepté la invitación a la Conferencia presidencial con la intención de que ello me permitiera expresar mi opinión sobre las perspectivas de un acuerdo de paz y disertar sobre Cisjordania. Sin embargo, he recibido una serie de correos electrónicos de los académicos palestinos. Ellos son unánimes en que debo respetar el boicot. En vista de ello, debo abandonar la Conferencia. De haber asistido hubiese declarado mi opinión de que la actual política del gobierno israelí probablemente lleve al desastre”.

Este comunicado lacónico lo deja a uno con la impresión de que Hawking cedió bajo presión. Inicialmente él había aceptado el convite, pero lo repudió luego de haber recibido “una serie de correos electrónicos de los académicos palestinos”. Hawking debe haber estado expuesto a la típica avalancha de misivas hostiles que las personalidades del mundo reciben al instante de anunciar una futura visita a Israel. Es parte de la campaña global de boicot al estado judío montada por fanáticos palestinos y sus asociados internacionales entre quienes se cuentan a varios académicos británicos. El tono justificador del texto parece confirmar el punto, la carta luce estar dirigida a los israelíes y a los palestinos. Antes que él, otras figuras estelares -de la música principalmente- como Elvis Costello, Roger Waters, Carlos Santana y The Pixies decidieron cancelar sus representaciones en Israel ante los requerimientos/presiones de los organizadores de las campañas de boicot anti-israelí. Ellos buscan erosionar la legitimidad del estado judío y aislarlo internacionalmente. Al fin de cuentas, lo único que logran es exhibir su propio radicalismo. Y Costello, Waters, Hawking y compañía hacen un pésimo papel al prestarse a tales maniobras.

En el caso específico del eminente físico, hay algo paradójico en el hecho de que él mismo se valió de la tecnología israelí para coexistir con su padecimiento corporal. Tal como ha indicado Yvette Alt Miller, él se comunica por medio de un sistema de voz mecánico que funciona con el procesador Intel Core i7, desarrollado por técnicos israelíes. Su descubrimiento más significativo, el bosón de Higgs, se basó en detectores de partículas desarrollados en Israel. El año pasado él aceptó un premio de tres millones de dólares otorgado por un inversionista judío vinculado a la industria de la tecnología israelí. Desconozco cuál habrá sido el aporte palestino, si es que alguno, a su condición. En cualquier caso, a la hora de mostrar lealtades o meras afinidades, el físico se comportó como un ingrato.

La Conferencia Presidencial será un éxito aún sin el profesor Hawking y más allá del boicot de sus colegas palestinos. Uno puede entender por qué a estos últimos les ofusca que Israel mire al futuro; bastante obsesionados están con el pasado y bastante desconformes con la existencia de Israel en el presente. No necesitamos apelar a Sigmund Freud para desentrañar las furias oscuras que ellos sienten al ver que los israelíes -a pesar de todo y en compañía de luminarias globales- siguen mirando al futuro.