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BENJAMÍN LAUREANO LUNA PARA ENLACE JUDÍO

¡Muerte al dictador Jamenei!, gritaron miles de iraníes el 4 de junio, al ser sepultado en Isfahán, el reformista opositor Ayatolá Jalal Al-Din Taheri.

La policía no intervino por temor a desatar la ira de las masas a dos semanas de los comicios generales

Los participantes en el cortejo fúnebre, lo transformaron en marcha de protesta en contra de la dictadura teocrática encabezada por el ayatolá Alí Jamenei, a quienes unos veinticinco mil indignados iraníes, le exigieron la libertad de los reformistas opositores Mehdi Karrubi y Mir Hosein Musavi, arrestados por haber triunfado en las elecciones y a quienes se hizo fraude electoral para beneficiar a Mahmud Ahmadineyad.

El Movimiento Verde triunfó, pero sus integrantes fueron aplastados a balazos, encarcelados y los dirigentes están arrestados.

Las protestas de Isfahán, pueden reproducirse en otras ciudades de Irán, porque abunda el descontento…..pero hay un millón de represores.

El Ayatolá Jalal Al-Din Teheri estuvo encargado en Isfahán de pronunciar la oración de los viernes, pero en señal de protesta, renunció al cargo de locutor de la oración.

El renunciante ayatolá dijo: No puedo cerrar los ojos ante “las realidades tangibles y ser testigo del dolor agobiante y el sufrimiento insoportable de la gente”.

Agregó: “El pueblo de Irán observa las flores de la virtud pisoteadas, los valores colapsados y la espiritualidad destruida”.

Ante la sordera de la dictadura, que no escucha a las masas, el Ayatolá Taheri comentó: ¿Por qué culpar del déficit, fracasos y de los problemas a los Estados Unidos?, si éstos no tienen ninguna influencia en Irán.

Luego se preguntó: ¿Por qué no escuchar las críticas constructivas y usar a los verdaderos cerebros y a los competentes?

Los gigantescos ingresos que Irán ha tenido por la venta de petróleo y gas, podrían estar invertidos en su desarrollo, transformando el desierto en vergel; cultivando granos para el alimento del pueblo; desalando agua del mar para dar agua potable a las comunidades. El Desarrollo, en el que el principal beneficiario debe ser el pueblo, tendría satisfechas a las masas, pero esos ingresos se gastan en sostener a un millón de represores “voluntarios” (los basiyís); en sostener un enorme aparato militar y gastos en cohetería; en financiar centrales nucleares para obtener bombas atómicas para “borrar del mapa a Israel”; en financiar a terroristas como Jizb Alláh y Hamás, gastos para crear un nuevo imperio persa y, al final, Rusia es quien se beneficia con los enormes gastos militares.

El descontento de las masas es el talón de Aquiles de Irán. Isfahán lo ha demostrado.