Ponencia sobre la trascendencia de los Medios de Comunicación. Aportación y papel de los Medios Comunitarios (opinión pública interna y externa)

MARDOQUEO STAROPOLSKY

Ésta es la ponencia que Mardoqueo Staropolsky impartió en el Primer Encuentro Latinoamericano de Comunicación de Comunidades Judías:

“Agradezco la invitación que me han hecho los organizadores del Primer Encuentro Latinoamericano de Comunicación de Comunidades Judías. Particularmente a la Lic. Susy Toiber-Anderman que tomó el riesgo de invitarme, conociendo desde muchos años atrás mis puntos de vista.

Debo confesar que soy un periodista amateur, sin una formación académica sobre la materia. Si bien es cierto que desde muy joven, participé en la dirección, redacción, impresión, distribución y venta (¡o sea todo!) del Boletín del Movimiento Jalutziano de Costa Rica, el vocero de la Tnua, posteriormente Hanoar Hatzioni, del que posiblemente no exista hoy ningún ejemplar ya que lo hacíamos con un mimeógrafo de alcohol, de etilo, que con el tiempo lo escrito se va borrando. Posteriormente formé parte de la dirección y consejo de redacción del periódico Vértice, vocero mi colegio secundario, el Liceo de Costa Rica. En los años 1958 y 59, en algunas ocasiones, ya en México, le ayudaba al corrector de estilo del periódico Prensa Israelita que casualmente me invitaba a acompañarlo, la noche de la víspera de la aparición, para hacer esa función en las galeras de la imprenta que hacía el periódico. ¡Él cobraba y yo hacía el trabajo, pero me disparaba una torta! Se aprovechaba de mi buena ortografía y algunos conocimientos de redacción que ya casi se me olvidaron.

He escrito algunos artículos en la prensa judía y en una antología con motivo de uno de los aniversarios de la Shoá, publicado por la Kehilá Ashkenazi, así como en la revista Aquí Estamos. La gran experiencia fue, en 1986, que fui nombrado Presidente de la Federación Sionista y entonces decidimos hacer un periódico abierto a todas las opiniones, libre, que además fuera un vocero de la corriente sionista sin menoscabar o limitar otras opiniones. Lo llamamos “Kol Tzioní” y lo conformamos algunos desconocidos en esa época, muy jóvenes aún, como Silvia Cherem, Susy Toiber, Frida Shwartz, Marcos Metta y yo (¡el mayor de todos!). Pudimos dar a conocer 22 números hasta que…el dinero se nos acabó. Pero para todos nosotros fue un parteaguas!!!

Finalmente, para no agotarlos con esta monografía, participé en la publicación de la revista comunitaria “Estudios Judaicos”, voz de opinión de los intelectuales judíos de México y en general del mundo, patrocinado por el Centro de Estudios Judaicos. Fui Presidente del Comité de Difusión y Propaganda del Keren Hayesod, donde publicamos sobre asbará y las actividades propias. He sido miembro del Consejo Editorial del Periódico Kesher. Durante mi gestión como Presidente del Comité de Cultura de la Kehilá Ashkenazi y Vicepresidente del Comité Ejecutivo luchamos y logramos la reorganización de la prensa, con la colaboración y dirección de mi recordado amigo Velvl Landau z”l . Los primeros ejemplares de Aindrukn (Impresiones) fueron un ejemplo de lo que se buscaba, hasta que ocurrió la enfermedad y desaparición del querido y recordado Velvl.

Desde entonces he escrito en algunos periódicos comunitarios, revistas, etc. y creo que por eso me invitaron a hablarles sobre la “Aportación y papel de los medios comunitarios”. Las experiencias descritas no me hacen más conocedor, pero si más crítico de lo que nos rodea. No pretendo, además de que no tengo la autoridad para hacerlo, hablarles que es la prensa y su valor. Tómenlo sólo como un comentario para mover conciencias.

La prensa es un espacio de libertad de expresión, o no es prensa. No podemos confundir prensa con boletines, con notas informativas o cualquier elemento parecido. La prensa debe ser bidireccional, con lectores hacia el exterior, y con la capacidad de recibir retroalimentación de los mismos. Deben tener, quienes hagan prensa, la capacidad de ser analíticos de los contenidos y tener claro el contexto del texto. Por supuesto lo que se plantée debe ser trascendente y con historicidad. Pero lo más importante es que la prensa debe ser crítica y autocrítica y aceptar recibir críticas de afuera.

Debe ser selectiva, pero no represiva, ni restrictiva. El idioma debe ser claro y general para todos, con la ortografía correcta y técnicas de redacción adecuadas. El periódico o revista o página web deben tener una presentación agradable, cómoda a la vista y además tener accesibilidad.

Si alguien pretendiera hoy revisar la prensa judía de los últimos 50 años y a través de ella pretendiera escribir la historia de la Comunidad, un “frentón” recibiría de seguro. Las publicaciones, como es sabido se caracterizan por ser o bien institucionales, que pertenecen a una institución u organización o bien privadas, que tienen dueño o director o ambas cosas, en las que se publica aquello que les interesa y que constituyen su modus vivendi.

En el primer caso todo lo que se publica se hace bajo una línea editorial muy precisa. Por lo general no hay autocrítica, simplemente se describe lo que se hace, sin tamizar y generalmente de una forma simple y descriptiva. Esta son las características de la prensa institucional y aunque se dan, pero muy eventualmente con algunas excepciones, la política general es la no agresión, no crítica, no compromiso.

Por lo general la dirección de la prensa acusa una falta de profesionalismo, las excepciones son claras. Por lo tanto son notorias las fallas en el análisis de contenidos, en la profundización de los temas, en la direccionalidad de los intereses, incluso mismos de la comunidad. En la prensa privada es aún peor esta situación ya que la dependencia de los anuncios hace que los canales se adecuen a los intereses de los anunciantes y en más de un caso obligan a cambiar por completo la línea editorial.

Quizá el origen parta de las mesas directivas comunitarias que, bajo el prurito de operar “bajo línea” no dan la importancia a la prensa, como elemento formativo de opinión y por lo tanto de codirección – de los miembros con los directivos – en el manejo comunitario, a través de la retroalimentación y la crítica, nombrando como encargados a empíricos, que en base a su entusiasmo, “empujan” al área de prensa a caminos generalmente ya recorridos y fracasados con anterioridad o – últimamente – a aspectos mercantilistas y de venta de espacios comerciales, que equivalen a pérdidas de libertad.

Es por ello que desde esta tribuna hago un llamado para que la prensa judía, particularmente, represente, forme, ocupe y alcance ese lugar que ha perdido y que solo en apariencia está ocupando. Creo que la democratización comunitaria debe acompañarse de una prensa libre, no insultante, pero si crítica y formativa. Ante un mundo en el cual el antisemitismo toma cada día más fuerza, con elementos más sofisticados, estamos dejando a un lado la formación de verdaderos periodistas y futuros defensores de nuestras causas, para hacer de los periódicos, revistas, boletines, la radio, las páginas web, entre otros, no solamente descriptores de nuestras reuniones sociales y otras intrascendencias, sin análisis de sus contenidos, sin las críticas requeridas para sus mejoras.

De allí que los periodista que requerimos formar, en un medio propio (comunitario), deberán salir a continuación a los medios locales, a la prensa nacional, a llevar el mensaje claro de la comunidad o del judaísmo o en su caso de Israel. Es bien sabido que no se puede confiar en la defensa a terceros, por incapacidad de los propios.

Estoy seguro, ya que los conozco, que hay las excepciones y que muchos directores tienen la preocupación de hacer cambios, a pesar de “las líneas” que reciben. Pero mientras no tomemos conciencia de que la copia de boletines elaborados en el exterior no resolverán nuestras necesidades. Es claro que se necesita conocer lo que piensan en el exterior, valorizar las experiencias ya vividas por otros, pero se deben aterrizar y adaptar a los requisitos locales. También a los grandes escritores se les puede criticar y analizar, sin que esto sea demérito de su papel. Pero hoy más que nunca requerimos de intelectuales propios, de jóvenes de empuñen la pluma (o la laptop) y se enteren del medio que los rodea y por supuesto de los alcances y limitaciones del medio propio, para tener los elementos para una correcta defensa de nuestro pueblo.

El día que se quiera conocer lo que fue esta comunidad, se podrá estudiar en la prensa propia, hojeando los periódicos y las revistas y así nuestra prensa cumplirá con el fin de transmitir lo que nuestros líderes querían transmitir, lo que se logró y cómo lo aceptó y como lo digirió el pueblo. Esperemos que sea en un tiempo muy cercano, es imprescindible”.

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