JUAN ALBERTO CEDILLO

Nació en Colonia, Alemania, en 1912. Tras cursar los estudios básicos ingresó en la carrera de teatro, que le sirvió como trampolín hacia el cine. A principios de los años treinta tuvo sus primeras experiencias cinematográficas y entonces tomó el nombre de Hilda Krüger. Su primera intervención significativa fue en la película Frau Eva wird mondain, filmada en 1934. Creció en su carrera de actriz gracias al poderoso Dr. Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda Nazi. Goebbels quedó cautivado de manera inmediata por la belleza de Hilda, a quien sumó a la larga lista de sus amantes. Por su parte, la joven y ambiciosa actriz aseguró de esa manera su participación en las películas que producía el Tercer Reich. Salió de Alemania debido a que la esposa de Goebbels descubrió el amorío de la actriz con su marido. De ahí se trasladó a Inglaterra y posteriormente desembarcó en Estados Unidos. En México pronto se convirtió en amante de Miguel Alemán, secretario de Gobernación del Presidente Ávila Camacho. Fue también “amiga íntima” del subsecretario de Hacienda Ramón Beteta. Los agentes estadounidenses que la vigilaron informaron al Departamento de Estado que con el ministro se escapaba a Toluca, y con el financiero al puerto de Acapulco.

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En marzo de 1942, Estados Unidos ordenó su detención para llevársela, debido a la gran influencia que tenía sobre el Secretario de Gobernación. Fue detenida pero liberada poco después. Para evitar que la expulsaran del país, como estaba ocurriendo con otros alemanes que colaboraron con las redes del Tercer Reich, Miguel Alemán arregló su boda con un Play Boy mexicano: “Nacho” de la Torre, nieto de Porfirio Díaz, quien tenía una hacienda en Morelos donde realizaba fiestas a las que asistía la elite política y el jet set nacional.

Después de su boda con Nacho, Hilda comenzó a pasearse por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México para estudiar historia y cultura del país. Ahí quedó fascinada cuando conoció la vida de la Malinche, al grado que escribió una biografía sobre ella. En esa facultad, Ramón Beteta le mandaba un “kilométrico automóvil” para reunirse con ella. Se hizo amiga del historiador Edmundo O Gorman y de su esposa. En un viaje, la actriz conoció a un multimillonario venezolano que levantó un emporio en Cuba: Julio Lobo Olavarría, el Rey del Azúcar, empresario que llegó a tener un corporativo de negocio valuado en 30,000 millones de dólares.

No era el primer millonario que la pretendía: anteriormente la habían cortejado Jean Paul Getty, el hombre más rico de Estados Unidos en los años 40, y Gert Von Gontard, el heredero de la cervecera Budweiser. Pero Julio Lobo no cautivó a Krüger sólo por su dinero, ya que era un tipo extremadamente culto. Su principal contribución intelectual fue haber recopilado todo tipo de documentos y objetos relacionados con la figura de Napoleón Bonaparte. Hilda abandonó al nieto de Porfirio Díaz para irse con Lobo, quien falleció en Madrid en 1983, aunque le puso un departamento de lujo en Manhattan, Nueva York, en donde aún vive la actriz, según delata un perfil con su nombre en Facebook.

Fuente: CNN Expansión